lunes, 20 de diciembre de 2010

El libro que has de comprar en Navidad


Adivina el libro:

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El próximo jueves, 23 de diciembre de 2010, el señor Alberto López Aroca firmará ejemplares de SHERLOCK HOLMES Y LOS ZOMBIS DE CAMFORD en la librería Legend (de Albacete), sita en la calle Francisco Pizarro nº12. El evento tendrá lugar desde las 18.30 horas.

Nos la van a meter doblá...


...y con los pelos p'adentro.
Y estoy hablando de la Ley SInde, cuya aprobación de tapadillo parece imparable mañana martes.
Más información aquí y aquí.
Son estas cosas las que me hacen pensar en el brutal retroceso de las libertades que estamos experimentando en los últimos diez años. Mire donde mire, solo veo prohibiciones y zancadillas, un ansia institucional por aborregarnos y convertirnos en putos zombis.
Es lo que pasa cuando se legisla con el bolsillo, presionado por las corporaciones, de aquí y de fuera, que financian/publicitan a los partidos. Es lo que pasa cuando los políticos cobran en piscinas, cuando les preocupa más su escaño que la gente que les votó, cuando les interesa quedar bien con la señora Clinton y no con un tipo de Albacete (que les paga el sueldo).
Eso sí, el año que viene bien que vendrán a darme por el culo con sus carteles, sus lemas absurdos, sus papeletas electorales, sus programas más endebles que el envoltorio de los kinder sopresa. Que se vayan a la mierda. Todos.
Tenía un amigo de crío al que, después de leerse Drácula, le daba miedo encontrarse con un vampiro. Yo me leí 1984 y Un mundo feliz, así que pueden imaginarse qué me asustaba a mí.
A fin de cuentas, a Drácula podías cargartelo con una estaca, ajo y una cruz. Contra los otros monstruos no había escapatoria.
Llega el Apocalipsis...

viernes, 17 de diciembre de 2010

Si preguntan por mí, no estoy (Sesenta mil satanases, 43)

En el principio, no había teléfonos móviles. Si alguien quería localizarte, debía personarse en tu casa o llamar a casa (al fijo, que decimos ahora) y si estabas, lo cogía tu madre y te ponías o no. Cuando a los aparatos les pusieron la pantallica con el identificador de llamada, a más de uno nos ahorraron el trago de descolgar, puesto que podías decidir previamente si te interesaba o no hablar con quien te llamaba. Ni qué decir tiene que fue entonces cuando surgió esa sana costumbre de nunca coger el teléfono cuando quien llama lo hace con número oculto (o es un número raro).
Aunque por aquel entonces todos renegábamos de los móviles, un aparatejo que nos parecía de snobs, un sacacuartos inútil, al final todos pasamos por el aro y acabamos con uno en el bolsillo. Parece mentira, pero entonces los usábamos con timidez, y hasta pedíamos disculpas cuando su tono midi nos interrumpía una conversación. Fue en ese momento cuando empezamos a poner nuestra libertad en sus cibernéticas manos, puesto que ahora sí que estábamos en permanente conexión con el mundo, perfectamente localizables y disponibles las veinticuatro horas del día. O al menos eso deducen muchos de quienes nos llaman, ya sean familiares, amigos, del trabajo o los comerciales de las propias compañías telefónicas.
Está claro que cada uno usa el móvil como quiere. Los hay que lo emplean como radio, y usan sus potentes altavoces para compartir con el resto del mundo sus alegres tonadillas favoritas, cosa que no siempre es de agradecer. Otros lo utilizan como consola de videojuegos, y no es raro verlos matar el rato en las salas de espera del médico, en las colas de la hamburguesería, en los tanatorios o en el váter. De igual forma, hay quien navega con ellos por internet; lo manejan como cámara de fotos, como GPS, como linterna y cascanueces. Como teléfono, propiamente dicho, hay dos formas de uso y disfrute: a) de imaginaria o b) como un fijo.
A poco que se pregunte, se verá que la forma más extendida es la primera, es decir, la gente lo lleva siempre conectado, como si el botón de encendido/apagado no existiera, y el único momento en la vida del aparato en que pasa a off es cuando se le agota la batería. Ese ansia por no perderse ni una llamada, que acaba por convertirse en un estado de vigila constante, obedece tal vez a cierto miedo a la incomunicación, al aislamiento, a la soledad en medio de la marea humana y urbana. Como si fueran neurocirujanos de guardia, quienes llevan así el móvil están voluntariamente disponibles para todos y todo, y lo que es peor, asumen que todos los demás hacemos lo mismo. Amigos, lo siento, pero la supervivencia de la especie humana nunca dependerá de que cojáis el teléfono a las cuatro de la mañana. Seamos serios, los únicos que llaman a horas intempestivas son los amigos borrachos, desconocidos borrachos que no atinan a marcar, o comerciales sin respeto por el descanso ajeno y posiblemente ebrios.
¿Y si se trata de algo urgente qué?, arguyen éstos cuando les explico que yo apago el teléfono cuando duermo. Bueno, si se trata de algo verdaderamente urgente, estoy seguro de que quien pretende localizarme encontrará la forma de hacerme llegar el mensaje. Además, las malas noticias siempre pueden esperar unas horas.
Dicho esto, y para que conste, como usuario de un móvil, tengo claros dos derechos inalienables: si no quiero responder no respondo; y si no quiero devolver la llamada no la devuelvo. Sí, tengo tu llamada perdida, y hasta un mensaje, pero no es obligatorio -no, no lo es- ni que descuelgue cada vez que me llamen, porque no puedo o porque no quiero, y tampoco tengo que devolverte la llamada ni no me has localizado antes, porque a lo mejor no me apetece hablar contigo en ese momento. No es de mala educación, como esgrimen algunos, sino por salud mental. Y el mismo principio se aplica a los mensajes de móvil. Insúltame si quieres, o peor aún, interprétalo como una falta de educación, pero no es así. Es una defensa a tu intromisión en mi vida, en mi intimidad. Tengo derecho a negarme a hablar contigo. Y no, no me vale con silenciarlo, porque al darte tono volverás a intentarlo hasta que lo coja. Por la misma razón, rechazo el buzón de voz.
Parece una gilipollez, pero en estos tiempos de conexión total, ya sea a través de redes 3G, fibra óptica, satélites, wifi, bluetooth y demás, apagar el móvil por unas horas parece un comportamiento antisocial. Al final va a resultar que soy un anarquista...

El Pueblo de Albacete, 2 de enero de 2011

Navidades y eso (Sesenta mil satanases, 42)

No soy de esos que odian la Navidad. Hubo un tiempo en que tantos deseos edulcorados, lucecitas y consumismo desaforado me ponía enfermo. Luego me percaté que lo que realmente me ponía enfermo eran los virus. Se me hinchaban las amígdalas hasta no dejarme tragar más que líquidos, mi cabeza estallaba de fiebre y moqueaba tanto como para poner un puesto de blandiblú al por mayor. Por sistema, entre Nochebuena y Reyes, servidor de ustedes suele pasarse entre tres y cinco días en cama enfermo. Pero el resto de días hago vida normal. De hecho, estas fiestas suelen desarrollarse como una sucesión de escenas independientes, como una cadena de diapositivas, bajo el paraguas de la Navidad.
Empiezas con las cenas de empresa a las que no quieres ir. Cenas con los amigos a las que no puedes ir. Repartes las comidas pantagruélicas entre tus padres, los de tu pareja, los del pueblo, los de la otra punta del país. Maletas llenas de ropa ante la imprecisión del tiempo, que los mismo llueve, que graniza, que sale el sol. El dinero que comienza a menguar. La cesta de navidad que unos años te comes en dos días, y otros acabas por regalar a tu incauto cuñado.
Llega el 22, pendiente de la Lotería nacional, donde acabas por desear salud para todos y una mierda para los agraciados con el Gordo, que siempre son otros. Nochebuena. Comes langostinos como si no existiese el mañana. Te aplicas con la misma intensidad al turrón de chocolate y los polvorones. La mistela sustituye al agua en estas fechas, y el vino a la cerveza. El omeprazol se convierte en tu mejor amigo. La sidra riega los postres. Cantas villancicos sereno. Cantas villancicos borracho. Tomas licores a mil y orujos de dos mil sabores. El reencuentro familiar acaba siempre a voces, aunque sea de buen rollo. Vitamina B para la resaca. O una lata de almejas. Otro omeprazol. Frenadol. Aspirinas. Imonogas.
Comida de Navidad, de sopa de pollo y las sobras del día anterior en casa de la suegra. Regalos de Papá Noel para esos sobrinos puñeteros que no quieren esperar a Reyes. Visitas a amigos y familiares, que se empeñan en cebarte con sus mantecados caseros y sus bebidas alcohólicas. Todos quieren que salgas borracho y bulímico de su casa. Cuidado con los belenistas. Estás obligado a ver ciento y la madre de nacimientos, a cual más estrambótico, colocado siempre en los punto más infames del hogar. Donde más molesta, vamos.
Reencuentro con viejos colegas. Tu viejo amigo el maestro te restriega sus dos semanas de vacaciones para rascárselos a dos manos. Otro te restriega a su mujer estupendísima y a sus hijos listísimos. Borracheras absurdas. Un cumpleaños inoportuno a mitad de semana que te parte en dos el planning y el presupuesto. Cena en un chino y tajá como un piano. Bronca con la señora, que no evita el calendario chino en una alfombrilla de bambú que le regalas. Más fármacos para salir del paso. Almax. Sales de frutas. Bisolvon. Couldina. Paracetamol. Y mucho papel higiénico.
Nochevieja. Nada de cotillón, que hay que ahorrar. Vestidos de gilipollas boda en casa de tus suegros. Más cordero. Más vino. Campanadas en La 1. Doce uvas de una vez, con pepitas y todo. Evitas ir a la misa del gallo con la abuela. Llamadas y mensajes de móvil por toneladas hasta saturar la memoria. Sales a la caza y captura de un bar abierto al que puedas pasar sin pagar entrada. Hielo en la calle. Te fumas los últimos pitillos en el bar. Las pastillas te las comes como si fueran chococrispis. Vitamina C. Ibuprofeno. Nastine. Amoxicilina. Imodium. Hemoal.
Día 1. El día del las promesas incumplidas. Comienza la cuenta atrás para dejar de fumar, de comer grasas, de apuntarte a un gimnasio, de aprender inglés... Saltos de esquí en la tele. Acabas borracho.
Días de compras pre-Reyes. Adiós paga extra. Hay que hacer regalos a todo el mundo. Amigos invisibles inclusive. Carreras por los centros comerciales, de tienda en tienda en un peregrinar por etapas que ríete del Camino de Santiago. Escuchas villancicos hasta en el Mercadona. Simpatía por Herodes. Quieres matar a todos los niños castratti esos. Compras a escondidas, no vaya a ser que te vea y se chafe la sorpresa. Venga a comer y a beber.
Cabalgata. Escaqueo para no llevar a tus sobrinos, ni a los hijos listísimos de tus amigos. Compras de última hora. Aprende a envolver cajas en sesenta minutos. Noche de Reyes. Borrachera esperando a los camellos y a sus majestades. Resaca matutina con intercambio de presentes. Cosas que no quieres para nada. La cutrería suprema: un vale en lugar de un regalo. Tu cuñado le da a su mujer algo tan caro que tu regalo a su hermana parece una puta mierda. Busca los tickets para descambiar. Tu madre te llama para que te pases a recoger tu regalo: este año toca calcetines y colonia Hacendado. Rebajas apocalípticas de enero. Pharmaton. Myolastan. Eritromicina. Dulcolaxo. Voltaren. Prozac...

Felices fiestas.

El Pueblo de Albacete, 26 de diciembre de 2010

Omega (Sesenta mil satanases, 41)

Permítanme que rebaje el habitual tono tonto y absurdo de esta columna para rendir un discreto homenaje a Enrique Morente. Uno más, en un océano de artículos y blogs que se duelen de la pérdida de este hombre, igual que si hubiésemos perdido un pariente cercano. Y es que Morente tenía un algo que conectaba con todo tipo de gente, hasta con quien no lo ha escuchado cantar, pero sí hablar en alguna entrevista, donde, por cierto, solía mostrarse prudente, tímido, modesto ante el halago, que desviaba a sus compañeros de terna.

No soy ningún experto en flamenco, más bien rozo por lo bajo la categoría de aficionado semiignorante que se hace un lío con eso de los palos y su ortodoxia. Camarón, Carmen Linares y Morente forman mi trinidad flamenca. Como tantos otros de mi quinta, descubrí a Morente con ese disco inmortal que es Omega. Se lo compraban entonces, allá terminando los 90, en la tienda Tipo, los poetillas por Lorca y Cohen, los modernos por Lagartija Nick, los flamencos por ver de qué iba aquello, y los curiosos por curiosidad, de tal manera, que era casi imposible ir a casa de alguien y no ver la carátula, poderosa en su sencillo diseño, del cedé sobre la minicadena.

Mucho se ha escrito ya sobre Omega, hasta tesis doctorales. Sólo añadiré que a mí me cogió de los huevos desde el principio. Las sensaciones que producía su primera audición era como un trago de bourbon. A partir de ahí, decidías si pedías otro vaso, o te pasabas a la ginebra. Como quien viera aterrizar al Apolo 11 en la Luna, lo que más me impresionaba es que aquello fuera real. ¿Pero esto se puede hacer?, pensaba, canción tras canción, sin dar crédito. Y cogías el disco, leías el libreto en busca de explicaciones, y sólo producía más asombro. Uno de los poemas más ratos de Lorca, de los que no te enseñan en clase de lengua y literatura, mezclado apocalípticamente como un Dios Irae en clave de rock. Once minutos de delirio sonoro de apertura. “Tengo un guante de mercurio y otro de seda”. El maestro granaíno -al que nunca llegué a cruzarme en la ciudad de la Alhambra, en las varias veces que pasé por su calle- captó enseguida mis simpatías y se ganó mi devoción.

De ahí, el primer impulso fue seguir su discografía hacia atrás para tratar de averiguar qué había llevado a este hombre a grabar aquello. Cómo un cantaor serio y formal se planta en la tesitura de reinventar el cante, de multiplicar su dimensión sonora, universalizar el flamenco sin perder ni un ápice su esencia. Porque para mí Omega no es Triana o Lole y Manuel, nada de eso llamado flamenco progresivo; ni flamenco fusión, ni trash, pop o rock. Todo eso existe, pero es arrastrado, subyugado por la voz, y los gritos, de Morente, y lo convierte en flamenco. Escalofriante flamenco puro. Omega, como el propio Morente, destila pasión y respeto por la poesía como nunca había visto, ni he vuelto a ver. Y por la música y los músicos. Respeto por la tradición flamenca, pero sin costuras ni ataduras.

Supongo que estas cosas sólo se le ocurren a los genios.

Ahora, lamento las ocasiones perdidas de no haber ido a verlo en directo. De no haberme atrevido a buscarlo por el Albaicín. De no tener todos sus discos y los que tengo, oírlos más a menudo. De no poder escribir una columna más extensa que le haga verdadero honor al Maestro. Morente se ha ido, y nadie podrá tapar ese hueco. No ha nacido quien pueda. Supongo que sólo nos queda darle al play, de vez en cuando, y dejarse llevar.


El Pueblo de Albacete, 19 de diciembre de 2010

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Premio para el caballero!

Leo en la prensa, un día antes que ustedes, que el buen amigo Andrés García Cerdán se ha llevado el Barcacola Barcarola de poesía, que cuenta con unos gustosos dineros. Vaya desde aquí mi saludo y mi enhorabuena. Otro premio pa la saca del Cerdán, sí señor.
Andrés lo merece. Porque sabe escribir y lo hace bien, conceptos estos más complejos de lo que parece a simple vista. Porque es auténtico, eso significa que o lo odias o te encanta, con todas tus fuerzas, y no siempre por buenas razones. Porque es un cachondo mental. Por loco.Porque para que se lo den a uno que no conozco prefiero que se lo den a él. Porque lo digo yo. Y punto.
No soy muy de poetas, y conforme cumplo años, lo voy siendo menos; a estas alturas puedo decir que sólo soy fiel a Julián Cañizares y a Andrés García. Y no me va mal.
Y sí, me puede más la amistad que la razón, pero para eso están los amigos.
De este libro premiado me habló una noche en la que ambos íbamos con ojos turbios. No recuerdo gran cosa de aquella conversación por aquello del demasiado ruido y mahous, pero sé que había puesto dedicación, pasión, en él. Me alegra que obtenga un merecido reconocimiento.
Salud, pollo, y hasta el próximo!

viernes, 10 de diciembre de 2010

En el horno...

En la imprenta, más bien...

No se lo pidáis a Papá Noel, y casi que tampoco a los Reyes Magos... Mejor a San Antón.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Neutralidad

Interesante y rápida explicación sobre qué es eso de la neutralidad de internet.
http://dai.ly/gVH4W3
La neutralidad de la red
Cargado por PluraliaTV.
Me da que, más tarde o más temprano, nos van a joder...
EDIT: Manifiesto por una red neutral
Los ciudadanos y las empresas usuarias de Internet adheridas a este texto manifestamos:
  1. Que Internet es una Red Neutral por diseño, desde su creación hasta su actual implementación, en la que la información fluye de manera libre, sin discriminación alguna en función de origen, destino, protocolo o contenido.
  2. Que las empresas, emprendedores y usuarios de Internet han podido crear servicios y productos en esa Red Neutral sin necesidad de autorizaciones ni acuerdos previos, dando lugar a una barrera de entrada prácticamente inexistente que ha permitido la explosión creativa, de innovación y de servicios que define el estado de la red actual.
  3. Que todos los usuarios, emprendedores y empresas de Internet han podido definir y ofrecer sus servicios en condiciones de igualdad llevando el concepto de la libre competencia hasta extremos nunca antes conocidos.
  4. Que Internet es el vehículo de libre expresión, libre información y desarrollo social más importante con el que cuentan ciudadanos y empresas. Su naturaleza no debe ser puesta en riesgo bajo ningún concepto.
  5. Que para posibilitar esa Red Neutral las operadoras deben transportar paquetes de datos de manera neutral sin erigirse en “aduaneros” del tráfico y sin favorecer o perjudicar a unos contenidos por encima de otros.
  6. Que la gestión del tráfico en situaciones puntuales y excepcionales de saturación de las redes debe acometerse de forma transparente, de acuerdo a criterios homogéneos de interés público y no discriminatorios ni comerciales.
  7. Que dicha restricción excepcional del tráfico por parte de las operadoras no puede convertirse en una alternativa sostenida a la inversión en redes.
  8. Que dicha Red Neutral se ve amenazada por operadoras interesadas en llegar a acuerdos comerciales por los que se privilegie o degrade el contenido según su relación comercial con la operadora.
  9. Que algunos operadores del mercado quieren “redefinir” la Red Neutral para manejarla de acuerdo con sus intereses, y esa pretensión debe ser evitada; la definición de las reglas fundamentales del funcionamiento de Internet debe basarse en el interés de quienes la usan, no de quienes la proveen.
  10. Que la respuesta ante esta amenaza para la red no puede ser la inacción: no hacer nada equivale a permitir que intereses privados puedan de facto llevar a cabo prácticas que afectan a las libertades fundamentales de los ciudadanos y la capacidad de las empresas para competir en igualdad de condiciones.
  11. Que es preciso y urgente instar al Gobierno a proteger de manera clara e inequívoca la Red Neutral, con el fin de proteger el valor de Internet de cara al desarrollo de una economía más productiva, moderna, eficiente y libre de injerencias e intromisiones indebidas. Para ello es preciso que cualquier moción que se apruebe vincule de manera indisoluble la definición de Red Neutral en el contenido de la futura ley que se promueve, y no condicione su aplicación a cuestiones que poco tienen que ver con ésta.
La Red Neutral es un concepto claro y definido en el ámbito académico, donde no suscita debate: los ciudadanos y las empresas tienen derecho a que el tráfico de datos recibido o generado no sea manipulado, tergiversado, impedido, desviado, priorizado o retrasado en función del tipo de contenido, del protocolo o aplicación utilizado, del origen o destino de la comunicación ni de cualquier otra consideración ajena a la de su propia voluntad. Ese tráfico se tratará como una comunicación privada y exclusivamente bajo mandato judicial podrá ser espiado, trazado, archivado o analizado en su contenido, como correspondencia privada que es en realidad.
Europa, y España en particular, se encuentran en medio de una crisis económica tan importante que obligará al cambio radical de su modelo productivo, y a un mejor aprovechamiento de la creatividad de sus ciudadanos. La Red Neutral es crucial a la hora de preservar un ecosistema que favorezca la competencia e innovación para la creación de los innumerables productos y servicios que quedan por inventar y descubrir. La capacidad de trabajar en red, de manera colaborativa, y en mercados conectados, afectará a todos los sectores y todas las empresas de nuestro país, lo que convierte a Internet en un factor clave actual y futuro en nuestro desarrollo económico y social, determinando en gran medida el nivel de competitividad del país. De ahí nuestra profunda preocupación por la preservación de la Red Neutral. Por eso instamos con urgencia al Gobierno español a ser proactivo en el contexto europeo y a legislar de manera clara e inequívoca en ese sentido.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Emilio el Moro, Chistólogo del Cante Jondo (Sesenta mil satanases, 40)

Uno de los grandes olvidados de la música española es, sin duda, Emilio Jiménez, Emilio el Moro. Natural de Melilla y cantaor de copla desde niño, alcanzó el estrellato con sus canciones humorísticas, a las que se vio abocado si quería comer de su arte. Único en su género, no se conformó con hacer coplillas graciosas, al más puro estilo y tradición hispana, véase las jotas o cantares populares, si no que se lanzó a versionear temas tan famosos entonces como el Porrompompero, o El Emigrante, con unas letras tan surrealistas como divertidas. “Porque te temo a ti, porque te temo, cerré mi puerta con la tranca y un sofá”, cantaba por Serrat.

Emilio el Moro se lanzó como cabecera de compañía a las américas, más tarde formó parte de varios montajes de Juanito Valderrama y de Juanita Reina. Compartió escenario con otras figuras como Pepe Marchena, el Príncipe Gitano o Estrellita Castro. Pero no sólo se ocupó de la copla, cuando los sesenta se le echaron encima, con todo el movimiento yeyé, Emilio se adaptó a los nuevos tiempos, y como muestra decir que se atrevió hasta con un Yellow Submarine que ríase usted de los nuevos flamencos.

Su discografía es enorme, abarcando más de tres décadas. Es para el fan todo un reto el conseguir reunirlos todos, ya sean singles, Lps y recopilatorios. Cuenta en su haber casi cuatrocientos temas y otras tantas grabaciones. Y escucharlos es toda experiencia, un viaje al pasado que deja en mantillas las mil temporadas del Cuéntame. Por desgracia, en la España de la Movida no había sitio para los artistas de revista y los cómicos que mentaban la suegra –no fuera de los programas de José Luis Moreno-, y Emilio fue perdiendo comba hasta caer en el olvido. De hecho, si echan un vistazo a su entrada en Wikipedia, aún verán menos palabras que en este humilde artículo.

En 1984, Carlos Cano le rindió un póstumo y merecido homenaje con su tema Las murgas de Emilio el Moro. Más recientemente, la discográfica de Gomaespuma editó un recopilario de sus primeros temas Antológicamente (flamenco pa tos) (2002), y ya existen en el mercado varios cedés que reúnen lo mejor de su obra, aunque no siempre con la calidad que merece este cronista de su tiempo.

Hoy día es peligroso reivindicar a Emilio el Moro, puesto que un gran porcentaje de sus canciones son del todo políticamente incorrectas, hasta tal punto que pincharlas en la radio supondría ahora una avalancha de denuncias de grupúsculos feminazis. Si hace poco veíamos con estupor, y vergüenza ajena, cómo un “experto” tachaba al Capitán Trueno de machista, con Emilio el Moro poco menos que se organizarían piras incendiarias de sus discos. Es lo que tiene sacar las cosas de contexto (histórico) y ser un poquito gilipollas.

La influencia del melillense pronto se dejó notar, por ejemplo, en un mítico y efímero grupo, los Beatles de Cádiz, comparsa gaditana carnavalera venida a más, que cuenta con su propio vinilo, inencontrable. Más actualmente, descubrimos su impronta en bandas como No me pises que llevo chanclas, o los Mojinos Escozíos, si bien, en comparación, nuestros modernos músicos adolecen de una importante falta de imaginación a la hora de componer las letras, a las que por cierto, Emilio no podía cambiar el título, ni registrar como suyas, por aquello de los derechos de autor. La sombra de Emilio es más alargada de lo que parece, como bien demuestra mi buen amigo Walter Heiss en su ensayo sobre el cantaor, donde encuentra más vestigios emilianos en artistas tan dispares como Josele Santiago, Manolo Kabezabolo, o el grupo Engendro, todos ellos discípulos aventajados en el arte de trastocar letras para decir otra cosa. Mención aparte merece el escatológico y psicotrónico Chato de Huévar, quien ha cogido el testigo del Moro y lo ha llevado a su terreno repleto de klínex usados, cascos de cerveza y chustas de porro, siendo tan malo que es irremediablemente bueno.

Si usted es de los que piensan que esto de la copla es cosa de franquistas, tiene menos miras que las escopetas de la feria y cree que las canciones deben de carecer de sentido del humor, absténgase de unirse a los admiradores de este sencillo artista que entretuvo a todo un país con una chilaba y una guitarra.




El Pueblo de Albacete, 5 de diciembre de 2010

sábado, 27 de noviembre de 2010

Veste a la mierda (Sesenta mil satanases, 39)

Ustedes, inteligentísimos lectores, se habrán percatado de que, ante el tópico navideño de los buenos deseos, la exaltación del amor fraternal, la paz y la felicidad con el que nos machacan de aquí hasta San Antón, ha surgido de unos años a esta parte un movimiento igual, pero de sentido contrario, que también ha alcanzado ya la categoría de tópico. No es sino el de arrojar vinagre sobre tanto sentimiento edulcorado y ciscarse en la alegría de vivir y en la madre que nos trajo a todos.
Tan típico de estas fechas como el árbol, el belén o los polvorones, son los más variados insultos como defensa ante la avalancha desbordante de gilipollez extrema que destila la Navidad por doquier. La películas con milagros del Papa Noel desde nuestras pantallas, los enervantes villancicos cantados por diablos de voces aflautadas que lo invaden todo -hasta las calles-, los adornos del chino, las luces parpadeantes que convierten cualquier sitio respetable en un burdel de Las Vegas, la tensión de las compras de regalos y de rebajas, la siempre incómoda y agotadora presencia de los parientes... Todo un buenrollismo que se confabula para envenenar nuestra ya de por sí tensa vida diaria, y con el que acaba uno deseando fervientemente convertirse en el Michael Douglas de Un día de furia.
No obstante, como eso de liarse a tiros es muy melodramático, además de estar mal visto y ser perjudicial para la salud, el único recurso que nos queda es el insulto. Es gratis, es fácil y es cómodo. Ordinario y soez, quizá, pero terapéutico.
Y dentro de la amplia variedad de exabruptos que podemos utilizar para golpear, manquesea verbalmente, en defensa propia, los más socorridos y liberadores son los viajeros, aquellos en los que envías al interfecto, ya sea persona, animal o cosa, a un destino no muy halagüeño. Simplificando, mandar a alguien a la mierda.
Las cualidades de la procacidad viajera radican en que no ofende al insultado per se, sino por el destino que se le desea, así, la mierda, en abstracto, no es un final de partida deseado para nadie. Sólo quienes han sufrido los hediondos efluvios del canal de María Cristina, retestinados bajo un sol veraniego, puede hacerse una idea aproximada, de la verdadera dimensión, de lo que sería tomar esta expresión de una forma literal.
Uno puede mandar a otro(s) a muchos sitios, siempre con el sano objetivo de que nos dejen en paz; desde ir a freír espárragos o morcillas, al quinto pino, a paseo, al infierno, a hacer puñetas o a hacer gárgaras, a la susodicha mierda y sus sinónimos, al pijo y sus derivados, y por supuesto, a tomar por culo y sus giros eufemísticos. Vemos cómo el acervo popular combina con sabiduría los más dispares objetivos, ya estén relacionados con la cocina o las funciones corporales, siempre con el ánimo de sacarse de encima, bien lejos, ese lastre que nos oprime, que nos envenena la sangre.
Merece especial atención el dicho metafórico tan nuestro de ir a zurrir mierdas con un látigo, que despierta en nuestra psique una poderosa imagen mental, dado lo escatológico, fatigoso e inútil de dicha tarea, para la que no acierto a encontrar una explicación razonable de su origen, salvo que fuera una especie de tortura medieval, como presumiblemente ocurriera con esa otra maldición albaceteña que habla de meter por vía rectal una caña rajada y llena de hormigas. Escalofriante.
Sin embargo, el destino anal es el preferido por los españoles en cuanto a envíos groseros. Y no precisamente porque se le desee al objeto de nuestras iras una experiencia sexual, sino en una apreciación de lejanía, puesto que "a tomar por culo" siempre se ha equiparado con distancias tales como años-luz. Que luego allí, en lontananza, a uno lo pongan, o no, mirando a Cuenca, es secundario.
Mi recomendación para estas fiestas es que, por higiene mental, todos nos apliquemos el cuento y mandemos y nos dejemos mandar al cuerno, a cagar a la vía, y a tomar por saco. Qué mejor respuesta para esos infumables mensajitos SMS en cadena que nos llenan la memoria del móvil, más falsos que un euro de madera, que una expresión sincera de desahogo. Mande a la mierda al jefe, a la suegra, al Gobierno, a quien quiera, con la contundencia y el savoir faire que Marcial el Gañán (Ernesto Sevilla) le dedicaba a su cuñado (Joaquín Reyes) en Muchachada Nui.
Quizá así cojamos la cuesta de enero con renovadas fuerzas.


El Pueblo de Albacete, 28 de noviembre de 2010

martes, 23 de noviembre de 2010

Reto Fanzine 2010

Tras largas deliberaciones, y tras la votación pertinente:
Se convoca el Reto Fanzine 2010 para el jueves 30 de diciembre.
Lugar y hora: cafetería Aqua, a las 19.30 horas (los jueves hay Mahou Clásica y tapa a 1 euro), con cena en chino posteriormente.
Recordar las Tres Reglas de Oro:
1. Los fanzines no se regalan al público en general, salvo expresa indicación del autor. Los colaboradores son caso aparte. O se intercambian (pero no es obligatorio), o se pagan -en dinero o cerveza-.
2. No es una competición.
3. Se ruega puntualidad.
Fanzineros reuníos!!!

PD: Recordaros también que en diciembre tendrá lugar la presentación de LA SAGA DE LA CIUDAD OSCURA IV, y alguna cosica más que anunciaremos, como siempre, el día de antes.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Reloj, marca las horas (que para eso te pago) (Sesenta mil satanases, 38)

Hay gente que puede vivir sin reloj. Lo cuento aquí porque me parece extraordinario. E irresponsable. Primero, porque los relojes están por todas partes: en el ordenador, en el móvil, en las calles, en los escaparates, en el coche, en el dvd… Ignorarlos a todos requiere de un verdadero esfuerzo de voluntad. Pero es que, además, toda nuestra vida adulta, socializada y moderna está estructurada y sistematizada en función de un rígido horario que te dice cuándo comer y cuándo dormir, cuándo trabajar y cuándo no. Es más fácil renegar de la existencia de Dios que del reloj, de ahí mi sorpresa mayúscula cuando compruebas que hay a tu alrededor, en ocasiones más cerca de lo que crees, personas que marchan por la vida sin preocuparse de la hora en la que viven.
No sé si los envidio o los temo. Para mí son como de otra dimensión, como metahumanos con súperpoderes -de hecho, ¿han visto a algún superhéroe con reloj?, y no me vale Ben 10-. La atemporalidad total es una tentación demasiado peligrosa para arrojarse a ella sin pararse a considerar las consecuencias. Me da que debe ser más complicado que inyectarse heroína con una flauta. Sin horarios, que a fin de cuentas forman parte de la cimentación de la interacción social, uno se aboca a la anarquía, a la confusión, a la destrucción de la propia personalidad y, fi nalmente, a la locura. Ejemplos los hay a patadas.
Sin embargo, por algo los despertadores incluyeron el modo Snooze. Y es que uno se rebela contra la dictadura del segundero con pequeños gestos, las más de las veces involuntarios; llegar tarde a una cita, remolonear en el tiempo del almuerzo, dejar que suene el teléfono tres o cuatro veces, son detalles insignificantes, a priori, que rebelan ese impulso primario de resistencia ante una fuerza externa, en este caso, el mismo tiempo. Puede que el estreñimiento de algunos sea sólo a consecuencia de una dieta escasa en fibra, pero quizá sea la forma que tiene el sistema digestivo de amotinarse contra el yugo mecánico temporal.
Los relojes miden el tiempo en algo más que horas, minutos y segundos. Su esfera, o su pantalla de cristal líquido, también calcula, por ejemplo, lo coñazo –disculpen, feministas- que es algo. Como malo se nos hace eterno, es algo se expresa en horas, o ¿acaso no han escuchado nunca un diálogo tal que así: “-¿Te gustó Luna de avellaneda. -Dura tres horas.” Está todo dicho. También sirven para calcular en qué punto de compromiso estás en tu relación de pareja, porque cuando llega ese momento en que la otra persona te regala un reloj -uno de los caros, de acero o titanio, no una mierda taiwanesa-, lo que en realidad te está dando a entender es que quiere a cambio un anillo de compromiso.
Otro momento típico de la vida que indica un reloj es cuando tus padres te regalan el primero. Sólo es comparable a cuando te hacen un juego de llaves de la casa o cuando te compran tu primera caja de condones. Supone una señal de que estás haciéndote adulto, de que debes empezar a pensar en abandonar Nuncajamás. A los de mi quinta, esos primerizos relojes nos solían llegar como regalo de primera comunión y solían romperse en el primer partido de fútbol que jugabas. Ahí aprendías la fragilidad del tiempo y que las palabras antishock y water resistance son publicidad engañosa. Por supuesto, son indicativo -como el calzado- de a qué clase social pertenece uno. Es algo que saben los narcos, y los ricos en general, por eso, en lo primero que suelen invertir sus pingües beneficios es en lujosos cronómetros de pulsera. Bastaba un vistazo al reloj de tu padre, o al de tu abuelo, para saber qué clase de vida habían tenido y la que te esperaba a ti.
Por cierto, que va siendo hora de acabar, así que concluiré afirmando que el tiempo es lo más valioso que tiene una persona. No controlarlo es como derrochar el dinero, como encenderse puros con billetes de cien. Por eso creo que es necesario tener un reloj. Ahora están de moda. Después de aquellas aberraciones de silicona, ahora le ha tocado el turno a las imitaciones chinas de plástico de colores. Desconfíen de quienes los llevan, porque no ven en ellos más que una pulsera con numericos. Desconfíen, en general de quien no lleva reloj (y de quien no come pan con la tortilla, y de los fumadores con complejo de culpa…); alguien a quien no le importa una de nuestras dimensiones, la temporal, no es un antisistema ni un anarquista, sino un malqueda que nunca llegará a tiempo a las citas. Y a nadie le gusta esperar.

El Pueblo de Albacete, 21 de noviembre de 2010

lunes, 15 de noviembre de 2010

Recuerdos con resquemor (Sesenta mil satanases, 37)

En mi adolescencia, llegó un momento en que, con los dados de diez en la palma de la mano, y a la vista del montón de fotocopias, los libros de reglas, las tablas de críticos y la compañía de cuatro maromos roleros que me rodeaban, había que plantearse echarse novia. No sólo porque era lo que paternal y socialmente se esperaba de nosotros, sino porque el jugar se parecía demasiado a estudiar, y porque había un vacío que llenar dentro de nosotros (o, más bien, justo al revés), que no podían satisfacer ni las novelas, los tebeos o la pornografía. Y es que entonces no había internet.
Es ley de vida que la amistad, forjada en mil campos de batalla, tabernas y tableros hexagonales, sucumbiría ante el poder hormonal. Esas largas tarde-noches de discusiones por la interpretación de una regla, de meriendas insalubres, de buscar el dado perdido por debajo de los sofás, y demás, se perderían, como una meada en la piscina municipal, en cuanto el sexo pasase a ser, de una aspiración, a una posibilidad real en nuestra existencia. Y ya todo estaría perdido cuando el “posiblemente folle” se convirtiera en “con suerte repito”.
El problema, que no era nimio, era cómo se lo iban a tomar los colegas de partida. Todos teníamos asumido que aquello ocurriría, de hecho, todos ansiábamos en secreto que pasase, pero era complejo plantearlo encima de la mesa. Nos mirábamos unos a otros por encima de las hojas de personaje, pensando quién sería el traidor, el primero en dar el paso fuera del sagrado círculo de la mesa de la salita en pos de unas nalgas femeninas. Ese -por pura envidia-, sería estigmatizado, el apestado del grupo. La señal, el séptimo sello roto, de que el fi n del roleo ha llegado.
Y es que el rol es una amante insaciable que exige de sus jugadores dos cosas: tiempo y dinero en exclusiva, lo que resulta imposible de satisfacer si pretendes mantener una mínima relación con una mujer de verdad. Así, tus pobres ahorrillos son intercambiados por unos pendientes de plata, o una cena en un sitio con cubiertos de verdad, en lugar de adquirir un Grimorio de Vampiros, o la fi gura del enano Trisker el Capadragones. Sin que uno se dé cuenta, abandona rituales como acudir a la tienda de tebeos los sábados, por incursiones a establecimientos de ropa femenina, experiencias infernales que ningún diseñador de rol se ha atrevido a plasmar en juego alguno. Así las cosas, comienza uno a faltar a las partidas, lo que dentro del credo rolero es un pecado mortal -y más en plena campaña-, y entonces... llega. Llega la terrible y traumática expulsión del grupo. Y el ennoviado, ese ser feliz y cuasi pleno, con toda su superioridad moral y sexual, siente que ha perdido una parte de sí mismo para siempre. Como si Los Doce del Patíbulo se quedarán repentinamente en once, como si los Siete Magníficos se contentaran con ser media docena, como si faltase el tipo de la ametralladora giratoria en el grupo
del Chuache en Predator. Con la treintena, calvo y casado, este fulano procurará de recuperar ese espíritu jugador con el Colonos de Catán u otros eurogames del estilo pero, igual que ocurre con tu abdomen, ya nunca será lo mismo.
Y ahí estábamos, llevando una doble vida entre el coleguismo más hetero y varonil, y el coqueteo más ridículo con las chicas del instituto o las amigas de tu prima, pasando de hablar del alcance máximo de un arco largo élfico al último disco de Pearl Jam (con suerte) o Manolo García (fail). Alternando las cocacolas y la cerveza con los calimochos; acongojado porque todas esas horas de vuelo teóricas en esos mundos roleros de dios no servían -si acaso La Llamada de Chtulhu- para escudriñar la mente femenina.
Finalmente, ese día llegó. Uno de nosotros se convirtió en Judas, se vendió por la perspectiva de tocar una teta por encima del jersey, un beso con carmín en la oreja, y un refrote en el portal. Adiós a esos mundos imaginarios y a la ficción interpretativa, bienvenida fuera la carne cálida, sonrosada y vibrante de una muchacha.
Dos puntos para acabar. No, no fui yo. Y fue entonces cuando nos pasamos a las cartas de Magic Doom Tropper.

El Pueblo de Albacete, 15 de noviembre de 2010

lunes, 8 de noviembre de 2010

Cuando la RAE se las trae

Al hilo de las últimas noticias, que en realidad no son tales, que han ido apareciendo en prensa sobre los cambios que la RAE piensa incluir en su nueva versión de la Ortografía, quisiera aportar mi modesto punto de vista de escritor y corrector profesional. Para aquellos despistados que no se han enterado de la película, aquí van unos enlaces informativos:
Un artículo resumen de El PAIS: http://www.elpais.com/articulo/cultura/i/griega/llamara/ye/elpepucul/20101105elpepucul_9/Tes
Desde la Fundeu: http://www.fundeu.es/Noticias.aspx?frmOpcion=NOTICIA&frmFontSize=2&frmIdNoticia=3310;
http://www.fundeu.es/Noticias.aspx?frmOpcion=NOTICIA&frmFontSize=2&frmIdNoticia=3309
RAE noticias: http://www.rae.es/RAE/Noticias.nsf/Home?ReadForm
Lo ridículo del tema es que lo que ahora se destaca ya aparecía en la Ortografía de 1999, que supongo apenas tres o cuatro tipos nos hemos molestado en leer, así que a mí no me ha cogido por sorpresa ni me provoca reacción polémica alguna.
Quienes me conocen saben mi opinión de la RAE, que no es demasiado favorable, sobre todo en cuestiones de transcripción de palabras extranjeras al castellano sin respetar la raíz léxica original. O lo que es lo mismo, la RAE, aunque se empeña en decir aparcamiento por parking, cosa que no hace nadie, opta por escribir absurdamente parquin, como si la K no fuera una letra española. Yo le quito la g final y santaspascuas. El caso más flagrante es el de marketing, que no creo que nadie jamás la haya reemplazado por mecadotécnia, y que opino debería escribirse márketin. Y rankin. Sin cursivas ni pollas en vinagre. Porque las cursivas idiotizan al lector, y en una sociedad globalizada, eso de los "extranjerismos" en cursiva no tiene mucho fuste, porque los asimilamos casi instantáneamente. Ahora me dan parcialmente la razón y admiten Irak, en vez de Iraq; veremos qué hacen con las palabras antes mencionadas (y con otras como póker, que siempre me he negado a escribir con q).
Así que, que le quiten la tilde a los demostrativos, pues vale. En realidad, casi nadie lo hacía ya, y quien los ponía solía equivocarse.
Ídem para la ó de 40 o 50. ¿De verdad hay alguien tan idiota de leer ahí 40050? En este error de la ó, por cierto, incurren casi todas las agencias de prensa y organismos oficiales, y es fuente de eterna discusión entre mis colegas de redacción. No sé qué mierdas enseñan en las facultades de periodismo, pero ortografía y gramática no, desde luego. Un último toque para los futuros plumillas: pese a lo que os digan vuestros profesores. LAS MAYÚSCULAS SE ACENTÚAN SIEMPRE (y desde 1974!).
Que la Ch y la Ll no sean letras del alfabeto, eso ya viene de muy lejos y no sorprende más que a los muy abuelos. No hay problema. Otro cantar sería tocarnos la ñ.
Guion y solo. Gilipollez suprema quitarles la tilde por simple vagancia. En el primer caso, podría entender lo de guion como monosílabo, pero que ahora su forma tildada pase a ser falta de ortografía, aquí sí discrepa esta nueva Ortografía de la anterior, y para mí, es pasarse siete pueblos.Otras que pierden su condición de tildadas son hui, riais, truhan y fie.
Respecto a sólo, aquí sí que no han tenido huevos de prohibirla. El consabido, y citado en el artículo de El País, ejemplo del café solo, evidencia que esta tilde sí es necesaria para diferenciar entre solo y sólo. Ellos no la escriben, y casi ninguna agencia de prensa tampoco. Yo sí (y obligaré a hacerlo en mi trabajo).

Pero la soplaflautez suprema, y de la cual me hago objetor desde ya, es llamar "ye" a la y griega. ¿Por qué? ¿Quién ha demandado esto? Es una estupidez que, en un afán por sistematizar en un modelo único nuestro idioma, se impongan los nombres de las letras. Quizás no lo entienda porque nunca he llamado a la V be baja, y a la W la llamo uvedoble, y no dobleuve (como el whisky, y no el ridículo güisqui -inciso: ¿se atreverá la RAE algún día a respetar la W como parece haber hecho con la K, y dejar de reemplazarla con la GÜ?-). Pese a lo que digan, era del todo innecesario.
Sea como sea, espero con verdadera ansia esta nueva edición de la Ortografía, que pagaré religiosamente y estudiaré. Y creo que la próxima edición del diccionario RAE también me la llevaré. Me da en la nariz que va a tener su gracia. Como la tendrá el tener que aprender a escribir un montón de palabras que creíamos conocer.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Más ketchup y mostaza (Sesenta mil satanases, 36)

A mí me gustan las hamburguesas. Eso no quita que las prefiera antes que un bocadillo de lomo o uno de jamón –discusión absurda por otra parte, puesto que cada comida tiene su momento y lugar-, pero lo cierto es que las cadenas de hamburgueserías han salvado mi vida en más de una ocasión. No acabo de entender, si no es como la enésima muestra de esnobismo barato, a aquellos quienes las critican porque alegan que no son sanas –como casi todo lo que nos rodea-, no están buenas –pues mejor que algunos platos de nueva cocina-, las hacen con carne de rata o terneras torturadas –vete al campo, hippy, y fúmatelo-, o simplemente, están afectados por el síndrome de la estupidez antiamericana, que lo mismo te rechazan un Halloween, que Papa Noel. Pues qué quieren que les diga, a mí las hamburguesas me parecen bien. Y puesto que de pequeño me enseñaron a comer de todo, pues no les encuentro ningún problema a esos bocatas redondos que se montan como un lego, se preparan en cinco minutos y son BARATOS.

De hecho, me las como de dos en dos.

Me dan igual las patatas y la bebida del menú, y la ensalada siempre ha sido para mi novia, a mí lo que me gustan son las de ternera, grandes y jugosas, que te chorreen brazo abajo hasta el codo. No hay Feria completa sin aplicarse una Uranga especial de madrugada. El resto del año tenemos cuatro sitios en Albacete donde las preparan estupendamente; dos son públicamente notorios, Pokins y Panchos, y los otros dos me los reservo para que no se me llenen de mordernos gastroturistas. Y por supuesto, también tenemos las nobles franquicias de producción en cadena harburguesil, bien representadas en toda la ciudad.

Estas cadenas me han dado de comer en muchos de mis viajes, porque está muy bien eso de probar la cocina local, pero está mejor mirar por el bolsillo de uno, y ante el dilema de un plato de fabes de quince euros y un MacMenu de siete, pues mandas al pijo las esencias asturianas, que el viaje de vuelta es muy largo, y cuando se trata de dinero, es mejor emular a “El último superviviente” que a Juan Echanove.

También he de reconocer que no me gusta comer en estas hamburgueserías, más que nada por la masificación, y porque parece que comer despacio está mal visto. Prefiero llevarme la comida a la pensión o a un banco de la calle antes que encajarme en esas sillas y mesas pensadas para personas de menor estatura y masa corporal. Además que mi fobia natural a las masas me ha hecho pasar malos ratos en sitios como Madrid y Valencia, donde recuerdo con especial cariño la lucha por una mesa, en el Mac Donald frente a la plaza de toros, más encarnizada y peligrosa que el desembarco en Omaha Beach cierto día D.

Pero lo que más molesta en estos sitios, y lo que ha motivado verdaderos torrentes de furia en mí, es la puta manía de racanear el ketchup y la mostaza.

Veamos, ya me parece indignante que no te den la mostaza si no la pides expresamente, cosa que además no está indicada en ningún cartel –y mira que hay carteles-, pero que

para un pedido normal de dos menús, la cantidad de sobres de ketchup, y en esto coinciden las dos principales cadenas, es dar tres, lo que resulta a todas luces insuficiente y estúpido, puesto que llevas al menos cuatro cosas (dos hamburguesas y dos de patadas) a las que, hipotéticamente, se puede añadir el tomate.

¿Acaso darte más sobres llevaría a la ruina a MacDonals y Burguer King? ¿Es un complot internacional para arruinar a Heinz?

Señores de ambas franquicias, les voy a dar la fórmula correcta para calcular cuántos sobres de ketchup y mostaza hay que darle al cliente: Por 1 hamburguesa, 2 de ketchup y 1 de mostaza. Por cada ración normal de patatas, 1 de cada. Si las patatas son súper o maxis, pues otros 2 sobres más. Y así hasta el infinito.

Porque esta es la cantidad que quiero, y que siempre pido. De hecho, junto a mis pedidos añado la frase “y ocho sobres de ketchup y cinco de mostaza, por favor”, aunque jamás me han hecho caso, lo que me cabrea aún más y ha dado lugar, a mi pesar, a broncas antológicas (con hoja de reclamaciones de por medio y todo).

Es incompresible que pueda elegir el tamaño de la cerveza, de las patatas, los ingredientes, sin pegas, pero cuando se trata de esos diminutos sobrecitos, entonces hay que ponerse a medir quién los tiene más gordos. Repito aquí lo que ya le dije a un encargado excesivamente listo: ¿quieres cobrarlos?, como me cobras la mayonessa, pues échale huevos y cóbramelos. Estoy dispuesto a pagar por ellos un precio razonable, pero no me racanees. No juegues con la comida de un hombre hambriento que no tenía para unas fabes.



El Pueblo de Albacete, 7 de noviembre de 2010

sábado, 30 de octubre de 2010

Viviendo en Ejmólvil (Sesenta mil satanases, 35)

Si son aficionados a los tebeos y/o las series de televisión ha de sonarles, aunque sea por aproximación fonética, esto de Ejmolvil, que no es sino la mancheguización de Smallville, ese pequeño pueblecito donde se crió Clark Kent antes de convertirse en Superman. Déjenme contarles en apenas unas líneas las primeras temporadas de la serie que emite TVE entre los episodios de Bob Esponja y Águila Roja. Básicamente la línea argumental nos cuenta cómo cuando el pequeñó bebé de Kripton aterrizó en la granja de los Kent, múltiples fragmentos del extinto planeta de origen de Kal-el llegaron con él, afectado de forma muy especial a varios cientos de smallvilianos, o smallvitenses. Vamos, lo que viene siendo que unos paletos del medio oeste desarrollan superpoderes por culpa de la kriptonita radioactiva. El adolescente Superman tendrá que luchar contra sus hormonas y su despertar sexual, como el Carlitos de Cuéntame, y además enfrentarse a la muchachada atómica que, por no ser de Marvel, no saben la premisa spidermaniana de "un gran poder conlleva una gran responsabilidad".
¿Y todo este rollo friki a qué viene?, se preguntarán algunos. Pues viene a que Albacete, además de estar hermanada con Vienne, Houndé, y tres o cuatro más, debería hacerlo ya con Smallville, o ya directamente, cambiarse el nombre por el propuesto en el título del artículo, ya que si de algo podemos presumir, además de nuestras navajas y rotondas -elementos mortales, ambas, en malas manos- es de tener el mayor porcentaje de vecinos con poderes que yo haya visto nunca. Para los incrédulos, y a la espera de que Iker Jiménez tome cartas en el asunto, sólo hay que explicarles unos cuantos casos que, por su cotidianidad, no damos importancia. Pero la tiene, y mucho.
Como si los fragmentos de kriptonita hubieran caído en el agua, de ahí su peculiar sabor, muchos albaceteños han desarrollado unos superpoderes como no se han visto en la tele ni en los cómics. Para empezar, está esa capacidad de muchos de conducir un vehículo sin mirar. Guiados por una fuerza mística, ultrasonidos a lo murciélago, o qué sé yo, muchos convecinos circulan por nuestras calles desafiando no sólo las leyes más básicas de la DGT, sino de la misma Física. Sin retrovisores ni intermitentes, ni pollas en vinagre, para un albaceteño a bordo de su albamóvil no hay inercia, ni deceleración, ni ceda el paso, y aún así, conduciendo de modo que haría giñarse encima a un kamikaze, apenas hay accidentes. Estos mismos poderes se trasmutan al llegar la tercera edad, cuando el sujeto es un peatón, siendo ahora la supervelocidad lenta y la capacidad de detener autobuses con la mirada sus principales bazas.
Otro de nuestros dones sobrenaturales más sobresalientes es el del conocimiento absoluto. No hay más que entrar a uno de estos templos del saber que son los bares, para encontrarse con verdaderas wikipedias humanas que, con la chusta de ducados en los labios y una cerveza, son capaces de recordar hasta el dato más nimio o la información macroeconómica más reservada. Por desgracia, nadie acude a ellos, y es que los superpoderes también tienen su lado oscuro.
También tenemos muchos ciudadanos con el don de la invisibilidad. Por alguna razón, este fenómeno suele afectar a empleados públicos, desde policías a encargados de ventanillas municipales, por lo que no se descarta que haya algún vestigio del meteorito mutante en el Altozano o sus inmediaciones. No hay constancia hasta la fecha, pero corren rumores de que en este sector de la población también se han dado casos de personas capaces de viajar en el tiempo, que fichan al salir del trabajo a las tres y llegan a su casa a los dos y media, u otros que, estando de baja, recupera milagrosamente la salud bajo los influjos de la luna, los neones y el Brugal-cola.
En los más jóvenes se han estudiado individuos cuya voz, a altas horas de la madrugada, es capaz de alcanzar más decibelios que el despegue de un bombardero; o mutaciones tales como la posesión de varios hígados, facultad que haría palidecer de envidia a un tornero-fresador de Siberia.
Nuestra clase política tampoco es ajena estos factores, por ejemplo, fuentes no contrastadas hablan de que se ha visto a la alcaldesa inaugurar unas jornadas medioambientales en la universidad al mismo tiempo que departía en el Ensanche con las amas de casa. ¿Ubicuidad o clonación? Quién sabe.
Están entre nosotros, convivimos con ellos, sin que por el momento nos causen demasiados perjuicios. Usted mismo, que lee esta columna, si lo piensa por un momento, seguro que conoce a más de una persona con un poder inexplicable al que hasta ahora no había dado importancia. Quizás hasta sea uno de ellos.
Al que no he visto por ahora es a Superman. Tal vez se haya quedado en su granja -¿de la carretera de Jaén?- a la espera de refuerzos, para crear la Liga de la Justicia de Albacete, o algo similar.
De todos modos, yo siempre he sido más de Batman.


El Pueblo de Albacete, 31 de octubre de 2010

jueves, 28 de octubre de 2010

Star Chess

A ver, frikazos, ¿cuál es vuestro ajedrez favorito?
a) El ajedrez Tri-D

b) El Holoajedrez


Sea cual sea, necesitáis salir más de casa.
(Más variantes y juegos espaciales en http://www.projectrho.com/rocket/rocket3ax.html)

ALA y SB firmando Candy City

Por si no lo han visto en otros blogs amigos, aquí les adjunto la nota de tan importante evento:

El próximo sábado, día 30 de octubre, a las 18.30 horas, la librería albaceteña Legend, sita en la calle Francisco Pizarro nº12, acogerá una sesión de firmas de la novela CANDY CITY, escrita por Alberto López Aroca e ilustrada por Sergio Bleda.
CANDY CITY es una obra de serie negra americana, presentada en sociedad el pasado mes de julio en Gijón, en el marco de la Semana Negra, cita internacional obligada para los aficionados a la novela policíaca. Según López Aroca, esta novela “es una aproximación a la serie negra tradicional, y se adentra en las raíces del gangsterismo anterior a la Ley Seca y a los célebres tiempos de Al Capone”.
Esta violenta novela ha salido a la luz de la mano de la editorial Ilarión Ediciones, y está a la venta en toda España desde comienzos del pasado verano.
Las ilustraciones de Sergio Bleda, uno de los autores de cómics más internacionales del panorama español moderno, se han realizado ex profeso para esta edición, y según López Aroca, “a mí ahora me parecen imprescindibles. Sergio ha realizado una labor de investigación que roza la locura; todo lo que ha dibujado corresponde a la época, todos los detalles son auténticos; esto es una maravilla”.
Alberto López Aroca (Albacete, 1976) es autor de una decena de libros, y es también conocido como investigador sherlockiano. Además de CANDY CITY, entre sus obras destacan El misterio de la Armadura Pródiga (QVE, 2009), Sherlock Holmes y lo Outré, Nadie lo sabrá nunca, Los Espectros Conjurados o la novela El placer según Mateo.
Sergio Bleda (Albacete, 1974) es historietista, guionista e ilustrador, y lleva trabajando profesionalmente en el mundo del cómic desde hace veinte años. Es el autor de la célebre serie El Baile del Vampiro, edita recientemente en Estados Unidos por Dark Horse Comics, y entre sus obras más recientes se encuentra la serie La Conjura de Cada Miércoles, Bloody Winter, Duérmete, niña y las ilustraciones del libro infantil 33 Abuelas, escrito por Luis Cauqui.
Ambos autores estarán presentes en la sesión de firmas de la librería Legend, y dedicarán personalmente CANDY CITY a los lectores que deseen acercarse al acto.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Estado: lector

A pesar de que la mayor parte del sueldo siempre se va en lo mismo, pagar recibos y más recibos, reservo una pequeña cantidad para mis caprichillos, que suelen dividirse en tres categorías: tebeos, novelas y juegos de mesa. Salvo los juegos, que suelen caer muy de tanto en cuando, la lectura fluye y circula por casa mes tras mes. Y a veces, como ha ocurrido ahora, me posee un impulso lecto-berseker y manda a tomar por saco todo el presupuesto. Ea.
En lo que llevamos de octubre, sólo en libros, he adquirido -y leído- el quinto de Dresden (Máscaras de muerte); la edición bolsillera del necesario Playback, de Raymond Chandler; de Roald Dalh pillé el imprescindible Relatos de lo inesperado (leído) y El cambiazo (estoy en ello); y me he dejado para noviembre un inminente viaje a otros mundos con Hyperion y La caída de Hyperion de Dan Simmons. Escribo de memoria, pero creo que están todos.

Me compré el Chandler de bolsillo de Alianza. La edición de la imagen, aunque rentable en cantidad/precio, me resultaba ilegible por lo voluminoso y pesado del tocho en cuestión (otra víctima del Síndrome de la Edición Absolute).
Por otro lado, abandoné al segundo intento El nombre del viento. Este libro, que anda por su 16 o 17 edición, lo adquirí en las navidades pasadas empujado por las buenas críticas que vi por la red, y no he conseguido que me entre de ninguna manera. Tras una primera intentona frustrada, lo dejé correr unos seis meses, pero tampoco en esta ocasión he podido con él, así que lo relego ahora un año. Si entonces tampoco logra atraparme, irá a parar a la estantería de los libros malos, a coger polvo. Creo que el constante, e injustificado, cambio de narradores y una historia que ya tengo muy vista, son los culpables de mi rendición.

Sigo sin saber si me han timado o no con este libro.
A medias, o mejor dicho, interrumpido por el arrebato lector de los antes mencionados, tengo el duro y acojonante primer tomo de Príncipe de Nada -En el principio fue la oscuridad-, de R. Scott Bakker, una obra maestra que vuelve a demostrar lo sobrevalorado que están los tochos de Falcon Crest medieval de RR Martin. Lo tengo a medio porque éste es de los que hay que leerse despacio, bien despierto, y además está en casa de mis padres.
Para el mes que viene ya tengo la lista hecha, que incluye el sexto de Dresden y uno de Carl Sagan.
Esto es un vicio más caro que la heroína. Quizás sí me salga rentable, por lo menos en cuestión de espacio, comprarme un Kindle ahora que están baratos...

lunes, 25 de octubre de 2010

Yo soy tu padre (Sesenta mil satanases, 34)

A mi padre no le gusta nada Star Wars. Hablo de la vieja trilogía. La nueva, como es lógico, ni se ha molestado en verla. Cuando he tratado de analizar las causas de este curioso desprecio, me he encontrado con una serie de contradicciones, no sé si del todo inexplicables.
Para empezar, diré que mi padre, sin ser cinéfilo -líbreme dios- ve y disfruta de casi todos los géneros que ha dado el celuloide, y aunque no retenga el nombre de un solo director, ni pronuncie como es debido los apellidos de sus actores favoritos, hay poquísimas películas que le disgusten tanto como para negarse a verlas. Por lo tanto, no se trata de una cuestión de manía a la ciencia-ficción, pues conmigo ha visto desde 2001 Odisea en el espacio, a Matrix (la primera), pasando por Desafío total.
En segundo lugar, he observado que la trilogía de las galaxias contiene todos los elementos que le gustan a mi padre: monstruos, aventuras, fantasía, duelos con espadas, efectos especiales y explosiones. Sin embargo, en los filmes de George Lucas, dichos ingredientes no han servido para atraerle. Mi padre contempla con desdén las naves estallando en el negro espacio, las batallas en escenarios imposibles, las criaturas extrañas que hablan guturalmente, las ensaladas de tiros láser, y los malos malísimos y sus armas de destrucción masiva.
¿Cómo es posible que una trama parecida, en una película como Excalibur le encante, y aquí no? ¿Por qué disfrutaba con las diatribas filosóficas de la serie Kung fu, con ese Yoda shaolin calvo y ciego, y el asunto de la Fuerza le suena, en verdad, a chino? Quizá su rechazo radique en los personajes. Veamos, sé que le cae bien Han Solo porque es un antecedente de Indiana Jones, pero con Luke Skywalker le pasa lo mismo que con Frodo: ambos le parecen tíos cargantes y sobre todo, moñas. Para mi padre nunca existió el trío amoroso entre la princesa Leia, Han Solo y Skywalker -tenía claro que a la chica le iban los tipos duros y no los jedis ñoños-. No obstante, lo que menos soporta son los robots. La supuesta pareja cómica, estos Oliver y Hardy de hojalata, con sus pitidos uno y su verborrea cursi el otro, no le hacen ni puñetera gracia. Y sobre Darth Vader, yo diría que le fastidia enormemente que el Malo de la película no logre matarlos a todos y que encima, al final, pida perdón y se redima -como pasaba, y a menudo por cierto, con algunos villanos del Guerrero del Antifaz-.
Pero todo esto no creo que justifique su mueca de disgusto ante los ahora continuos anuncios de la saga en televisión, o la rapidez con la que siempre ha cambiado de canal cada vez que han emitido los Episodios IV, V y VI. Tras mucho pensar, y ante su silencio al preguntarle las causas de este rechazo, que a lo mejor ni él mismo sabe explicar, sólo puedo concluir que, simplemente, se aburre.

El Pueblo de Albacete, 24 de octubre de 2010

martes, 19 de octubre de 2010

Reto fanzine 2010 (Buscando fecha)

Muchachos fanzineros, ya estamos otro año programando el Reto Fanzine, con la suficiente antelación para que todo el mundo tenga tiempo de fotocopiar y grapar. Sí, ya sabemos que al final siempre se acaban haciendo las cosas dos horas antes de ir la bar, pero de todos modos, y ante el éxito de la última convocatoria y la avalancha de nacimientos que hemos sufrido este año, agradecerán que les avise con dos meses y pico antes para que puedan organizarse y pedir colaboraciones a los amiguetes, prólogos a ALA y cosas así.
El caso es que, tal y como vienen las fiestas este año, resulta imposible quedar en viernes (24, Nochebuena; 31, Nochevieja) o sábado (día 25, Saturnalia -que además me toca trabajar-; o 1 de enero), así que toca recolocarlo a un día de diario. Se aceptan sugerencias hasta últimos de octubre, que publicaré la fecha oficial en el blog. En principio, los días más interesantes sería o el 23 o el 30, jueves ambos (= copisterías abiertas). El lugar y la hora permanecen, de momento, invariables: 19:30 horas en la cafetería Aqua, y posterior cena en el chino.
Sólo recordar que la cita de 2009 batió el récord de asistencia y ediciones con 11 nuevas publicaciones encima de la mesa. A ver qué ocurre este año.
Espero vuestras sugerencias!

sábado, 16 de octubre de 2010

El horror que vino de las profundidades del armario (Sesenta mil satanases, 33)

Entre las muchas frases lapidarias que me regala mi señor padre a diario, siempre tengo presentes dos: en el bar donde veas policías municipales se almuerza bien y barato; y hay gustos que merecen palos. Me encanta esta última y lamento sinceramente no poder aplicarla a rajatabla cada vez que me doy una vuelta por la calle. Sé que no soy el único que ha deseado convertirse en el Tío de la Vara a la vista de la mucha tontería que se ve por ahí, especialmente en el tema del vestir. Y es que hay prendas que desafían esa falacia popular de lo de sobre gustos no hay nada escrito, porque son objetivamente feas.
Sin que medie explicación racional –de las otras podría aventurar varias, como un sistema de dominación extraterrestre o un experimento de la CIA- de por qué se ponen a la venta, año tras año, estos adefesios, es necesario reconocer que todos conservamos una camisa, unos pantalones u otro ropaje que, a priori nos parecían un puntazo, y que en realidad son una putada. El principal problema reside en que uno no se percata de que viste un horror cósmico, digno de Lovecraft, hasta que se lo dicen. Y a veces ni aún así. Si nosotros nos encontramos seductores, dignos émulos de Brad Pitt, con unos pantalones vaqueros rojos o un polo amarillo, nadie nos va a convencer de lo contrario. Sin embargo, esta perversión de los Pantones supone una agresión visual tan sólo equiparable a la estatua de la rotonda de Pedro Coca con la Circunvalación.
La depravación estética y moral del atavío va más allá de la violación elemental de los cánones cromáticos. Adornos imposibles como hebillas, lentejuelas, correas y remaches infectan como costras purulentas muchas de nuestras ropas. También lo hacen dibujos presuntamente graciosos que invocan a la nostalgia o la friquez y que no hacen otra cosa que estereotiparnos. Por supuesto, no hay que olvidarse de esos diseñadores hijos de puta con ansias de dominar el mundo que se entretienen en coser bolsillos donde no cabe ni un mechero, poner botones infames que se abren solos, idear formas antianatómicas de coser una chaqueta y mil sandeces más, que hacen que, en comparación, los aparatos de tortura de la Inquisición nos parezcan más cómodas que el tresillo de las siestas.
Estas vestimentas llegan a nosotros de dos formas: compradas o regaladas. La primera es la peor, la más ofensiva y la más difícil de erradicar, sobre todo si el esperpento en cuestión nos ha costado un ojo de la cara. Reconocer que has tirado el dinero en algo que te pone estéticamente por debajo del traje de Nochevieja de Paco Clavel es tan duro como un amanecer de resaca en la cama de un transexual filipino. Hasta el momento de la revelación –que habrá de llegar con la madurez, el aumento de talla, o con la Virgen en lo alto de un olivo-, vestirás con orgullo torero tu chaleco de pescador, tus pantalones de cuadros escoceses o tu chándal del Madrid.
Las prendas regaladas, contrariamente a lo que pudiera parecer, se visten más veces que las adquiridas previo pago, por aquello de que no nos han costado un duro. Ojo, no confundir con aquellas ropas, también feas, que hasta nosotros nos damos cuenta de su poder ofensivo y que jamás vuelven a ver la luz. Pero hay otras que, sobre todo a ellas, les parecen que son monas, o que visten mucho, y por eso se convierten en sus prendas favoritas. Pecados mortales, dignos de unos cuantos palos en el lomo, más bien. Lo bueno que tienen es que, como no nos dolió el bolsillo al comprarlas, tampoco nos sangrará el alma al relegarlas al olvido o a la basura. Como si de una desintoxicación se tratase, habrá que prestar apoyo psicológico al que se deshace de la prenda, pues su sentimiento inmediato será comprarse otro trapo igual.
Nadie escapa del horror que habita en el fondo del armario. Quizás un buen sarmientazo en las corvas pudiera ahorrarnos el sufrimiento ocular que estas cosas nos producen, pero me dice mi amigo el policía, mientras almorzamos, que legalmente no estaría bien visto, así que habrá que contentarse con mirar para otro lado y dejarlo correr.



El Pueblo de Albacete, 17 de octubre de 2010

jueves, 14 de octubre de 2010

Paint it Black

Porque ustedes lo han decidido así, nos quedamos con la portada en negro del tomo IV. Esta versión ya incluye un monstruo como está mandado.


Y como la cosa va de finales...
http://www.youtube.com/watch?v=3S7WGfoBa3I&feature=player_embedded

miércoles, 13 de octubre de 2010

Corazón torrao (una conversación sobre cascaruja al estilo Barry Gifford) (Sesenta mil satanases, 32)

Lucas y Elvira estaban sentados en la mesa del fondo de un bar en Arquitecto Vandelvira. El televisor gigante de la esquina proyectaba una serie interminable de videoclips de grupos de reggaeton que, por fortuna, no tenían el audio conectado. Era el partido de la selección femenina de baloncesto, retransmitido en una segunda pantalla de plasma, lo que vomitaban los altavoces. A la pareja no parecía importarles ni el ruido, ni las miradas de reojo cargadas de odio que, de tanto en cuando, les dirigían las dos mujeres de la mesa de al lado.Estaba claro que se trataba de dos exfumadoras a las que se les debía revolver bilis cada vez que Lucas o Elvira daban una calada.
—¿Qué te parece, Bombón? —dijo de pronto Lucas. Había entresacado del plato de revuelto de cascaruja un torrao y lo mostraba como si se tratase de una pepita de oro.
—Un garbanzo, ¿no, cariño?
—Un garbanzo torrao, Bomboncito —lo dejó sobre la mesa con cuidado,en todo el centro, y cogió su Camel y le dio una honda calada—. En Albacete hay dos tipos de revuelto en los bares, con y sin garbanzos. Los baratos llevan garbanzos, y los caros no.
—A mí me gustan los garbanzos,cariño. —Elvira dejó en el borde del cenicero su Nobel y acercó el garbanzo hacia ella con una uña pintada de rojo. Era un garbanzo hermoso, blanco, casi con un rostro propio.
—A casi todo el mundo le gustan los torraos, Bombón. No se trata de eso. Es una cuestión económica. En este tipo de revueltos lo más caro son las almendras. Son ellas las que determinan el precio final de un kilo de cascaruja.
—Pensaba que lo más caro eran los pistachos, cariño.
—Los pistachos, sí. Son caros, pero problemáticos, porque los baratos, lo que van a los revueltos, suelen ir cerrados en un gran porcentaje. Como parecen panchitos, pues los muerdes y se te llena la boca de cáscaras, te haces la dentadura polvo, te cabreas… Una movida. Estoy a favor de los pistachos, entiéndeme, pero las almendras son mejores. No hay cáscara, no hay cosas raras.
Elvira atrapó el garbanzo. Se echó para atrás en la silla, estirando la espalda y sacando pecho. Sus profundos ojos grises iban del garbanzo a Lucas y viceversa.
—¿Y cómo encajan ahí los garbanzos? —dijo con una sonrisa. Él no se dejó engatusar ante la generosa visión del balcón del escote, tan atractivo como una postal de Alcalá del Júcar. Bebió un corto trago directamente de la botella de Mahou y le quitó el garbanzo en un rápido movimiento.
—Está claro, Bombón. Sustituyen a las almendras. Con menos almendras, la bolsa sale más barata, pero tienes que rellenarla con torraos. En resumen, son como el garrafón de la cascaruja —Lucas dio una calada y exhaló el humo por la nariz, lentamente, como un dragón—. De hecho, casi podría asegurar que en un bar, por ejemplo éste, donde sirven este tipo de revuelto con tantos garbanzos, es muy posible que sirvan garrafón.
—Así que puedes deducir lo malas que son las bebidas de un lugar por la cantidad de garbanzos que te pongan de tapa.
—Así es. Pero esto no es una tapa, Bombón. Este platico es un acompañamiento.
—Perdona, cariño, pero no capto la diferencia.
—Esto es cascaruja. Lo mismo que unas aceitunas, una bolsa de patatas, o un puñado de gominolas,que también las ponen por ahí. Para acompañar. No es comida, en un sentido alimenticio de la palabra. Es algo para rumiar, para no beber en vacío, pero en el fondo da lo mismo —Lucas disparó el garbanzo y lo coló con precisión entre los senos de Elvira—. ¿Lo ves? Una tapa sí es comida, está pensada para que te la comas con la bebida. Es una ración.
—Cariño, tú estás pensado en las tapas de Úbeda…
—Y en las de Granada, y en las de Madrid, y las de León… —Lucas aplastó el cigarrillo contra el vidrio del cenicero—. Sí, puede que tengas razón, Bombón. Porque aquello sí que eran tapas y no las de aquí.
Elvira metió la mano por debajo de la camiseta y se sacó el afortunado garbanzo de entre los
pechos. Le dio un suave beso y lo devolvió al plato.
—Si lo encuentras —dijo con una sonrisa picantona— hay premio.
Lucas cogió el plato con una mano. Le tiró un beso a Elvira y se volcó todo el contenido en la boca de una vez. Por fortuna, no había pistachos.


El Pueblo de Albacete, 10 de octubre de 2010

lunes, 4 de octubre de 2010

The Big Bang Psicotronic

Me he quedao sin palabras.


The Hulk Hands Theory (short version) from nunub on Vimeo.

¿Rojo o negro?

Si no tenían suficiente disyuntiva vital entre el bic naranja o el bic cristal, queridos amigos (y fieles lectores de las aventuras del inspector Serrano), quisiera conocer su opinión al respecto de la portada del tomo IV.
He preparado dos bocetos, uno en rojo y otro en negro, y me gustaría conocer vuestra opinión. ¿Cuál os gusta más?

sábado, 2 de octubre de 2010

El estigma melenas (Sesenta mil satanases, 31)

Si hace unas semanas trataba en este espacio de lo que supone llevar gafas, no podía dejar pasar la cuestión del pelo largo. Cuando hablamos de lo que ha evolucionado la sociedad, a veces nos fijamos en grandes palabras como sanidad, educación o porno por banda ancha, pero el verdadero progreso viene dado por pequeños pasos, sobre todo en una ciudad provinciana como ésta, que aunque ahora nos hagamos fotos en el Altozano con el iPhone 4, seguimos meando en los portales y llamando a los amigos por la calle a silbidos pastoriles.
Y aquí, en la capital del Llano, los pelos largos en los hombres nunca ha tenido buena prensa, siendo en setenta cosa del yeyeismo y los progres de pana y Sabina; y ya en los ochenta, exclusiva de los amantes del hard rock, y de los miembros de la noble raza calé. Por aquella regla de tres, el melenudo que no era gitano, era jevi. Por si no quedaba claro, el interlocutor del greñudo le formulaba dos preguntas afirmativas, sin más objeto que para reforzar el axioma antes mencionado. ¿Tú, eres jevi?, decían, entre la maravilla de haber descubierto el último unicornio, y la seguridad de haber resulto el asesinato de Roger Ackroyd. La segunda era “¿a ti te gusta Metallica?”, resumiendo la historia del heavy metal a un grupo del que sólo el vulgo conocía por la camiseta del Master of puppets. Por cierto, que este fenómeno se trasladó a los noventa con el grunge, de tal manera que quien te veía entonces, y no le cuadraba que, siendo un payo melenas, no llevases ni cuero, ni tachas, ni una camiseta negra encima, te inquiría si eras “de los de Nirvana” -porque no sabía decir grunge-, otro grupo reconocible por la camiseta del Nevermind, y más tarde por la lápida de Kurt Cobain.
La problemática absurda de identificar melenudo con delincuente aparecía en cualquier centro comercial al que uno acudiese, siendo legendarios tanto el acoso inquisitorial -¿puedo ayudarle?, ¿puedo ayudarle?- de los dependientes, como las persecuciones a cámara lenta de los seguratas de paisano, de los extintos Galerías Preciados, Simago y el Pryca. Hasta en los primeros Mercadonas se miraba de reojo al melenas de turno, como si debajo de la cortina capilar pudiera ocultarse de estrangis un jamón o una botella de JB.
Los melenas imberbes de mis tiempos institutiles se enfrentaban además a la problemática de ser confundidos con hembras hombrunas por parte, sobre todo, de la tercera edad. A más de uno le ha llamado un jubilado “nenica” en la parada del autobús, y hasta se ha llevado una palmadica en el culo. Surgía así la imperiosa necesidad de una perilla o unas barbas de enano del Caos para defenderse, para lo cual siempre había quien recurría a la leyenda urbana de la corteza de jamón.
Otro estigma muy extendido era pensar que todos los melenas tienen papel de fumar y/o costo, lo cual, cuando uno no ha fumando ni en las bodas resulta muy molesto -a mí, en la Zona me han pedido en una noche más papeles que a Almodóvar en toda su vida-. Cuando quien lo consideraba así era una autoridad de placa y porra, la cosa se volvía humillante.
Pero, sin lugar a dudas, después de Santiago Segura en El Día de la Bestia, los dos peores enemigos del pelo largo de un hombre son dos madres: la propia y la de tu novia. Ambas se emplean a fondo, a través de complejos sistemas de presión y tortura psicológica basados en la reiteración cansina de frases como “pélate como un Hombre”, siendo ese hombre tu padre (alopécico); o en el envío de indirectas ofensivas sin derecho a réplica, no fueras a quedarte a dos velas. Ganar esta batalla otorga una autoestima a prueba de bombas.
Seguro que no han sido pocas las veces que has pensado coger un cortapelo y acabar con todo, pero entonces, te acuerdas de tu progenitor, de tu cuñado el bolabillar, de Braveheart... Gritas ¡Master!, ¡Master! y se te pasa.

(El Pueblo de Albacete, 3 de octubre de 2010)

viernes, 1 de octubre de 2010

Buscando Primigenio

¿Alguien se anima a dibujarme un monstruo?, en concreto a Ns’hagahd, el oscuro dios lovecraftiano de La Saga de la Ciudad Oscura. Sé que a los ortodoxos del canon Cthulhulesco no les hace gracia que uno se invente sus propias criaturas primigenias/profundas/primordiales, pero a veces los cánones hay que saltárselos y más escribiendo pulp patrio.
El caso es que yo me inventé este primigenio/profundo que habitaba -en un principio- en la sierra albaceteña, y no estaría de más tener un retrato suyo para ponerlo en la portada del último libro del inspector Serrano. La descripción del bicho era más o menos así:
"Ns’hagahd, una criatura equiparable a Cthulhu, un gigante de color negro moteado de rojo, con cabeza de babosa que poseería seis tentáculos con ojos en sus extremos y una boca con una lengua aserrada; su cuerpo, de formas humanoides con brazos y piernas, estaría cubierto de gruesas escamas calcáreas, y sus extremidades inferiores tendrían forma de patas de elefante, con nudosas protuberancias alrededor. Viviría bajo tierra, bajo una colina de ubicación indeterminada denominada por el loco Abdul Alhazred como Oahqvv, donde esperaría su Despertar. Ns’hagahd era de alguna manera el lugarteniente de Yog-Sothoth, su maior dominus, el encargado de reunir a las huestes Primordiales".
Casi nada.
Si os animáis, ya sabéis mi mail.

Rechazado

jueves, 30 de septiembre de 2010

Un truño como el puño

O lo que es lo mismo, el estreno más infame del año. El Caballero del Antifaz.
 
Cualquier cosa que pueda decir ya lo han comentado por ahí mejor (por ejemplo, los amigos de Cine cutre o los de Las Horas Perdidas). Tan sólo añadir que me alegra de que no hayan respetado el nombre del personaje original para que jamás podamos asociar el personaje de Gago a esta cosa.
Y por qué será que me da que el Capitán Trueno no va a ser mejor que esto...
Edito: Han mejorando el trailer.

Los Na'vi se lo montan

Los fans de la cinta de Cameron ya sabían que las escenas de sexo, que haberlas haylas, fueron eliminadas del montaje final. Pero lo que no se esperaban, al menos no tan pronto, era que la industria del porno corriera a subsanar este error, eso sí, a su manera.
Desde que la famosa productora pornográfica Hustler anunciara que estaba trabajando en la versión X de Avatar muchas habían sido las expectativas creadas por parte del público, pornófilo y común, por ver cómo se llevaba este proyecto a cabo, puesto que al igual que su original, estaba rodado en 3D. Eso sí, recurriendo al viejo sistema de las lentes bicolores rojo y azul. 
Hustler ya ha puesto en el mercado versiones mucho más subidas de tono, y más humorísticas, de series de culto como Star Trek, Glee, Buffy cazavampiros, o la mismísima Los Monster (aquí ya fueron pioneros en pintarse la piel, de verde), y siempre ha destacado por la calidad de sus productos, por lo que eran los indicados para llevar a buen puerto la historia de amor de la princesa Na’vi Neytiri y del guerrero Jake Sully, y su lucha por la defensa del ecosistema del planeta Pandora contra las fuerzas invasoras.
Finalmente, This Ain’t Avatar XXX, que así se titula el invento, se comercializará este mes. Protagonizada por la afamada pornostar Nikki Hunter, la película ha supuesto para sus intérpretes todo un desafío encarar a unos personajes con los cuerpos totalmente pintados de azul y con el rostro maquillado como los Na’vi.
Avatar, que ya fue el taquillazo más grande de la historia -ha recaudado  más de 2.300 millones de euros sólo en los cines-, y que James Cameron ya ha confirmado que será una trilogía, ha vuelto a reestrenarse esta semana “por tiempo limitado, con casi diez minutos de escenas inéditas y sólo en 3D”, según dicta la propaganda del filme.
Con los números por delante, es normal que todos quieran apuntarse al carro de los beneficios del 3D, entre ellos, los fabricantes de reproductores Blue-Ray y televisores con este dispositivo, y por supuesto, la industria del cine de todo tipo.
Los productores anuncian con énfasis que This Ain’t Avatar XXX sembrará precedentes en este género.

(El Pueblo de Albacete, 1 de octubre de 2010)

Reto Fanzine 2023

 Bueno, pues parecía que no pero al final sí, así que... Queda convocada la 19 edición de nuestro Reto Fanzine para el VIERNES 29 de diciemb...