miércoles, 27 de octubre de 2010

Estado: lector

A pesar de que la mayor parte del sueldo siempre se va en lo mismo, pagar recibos y más recibos, reservo una pequeña cantidad para mis caprichillos, que suelen dividirse en tres categorías: tebeos, novelas y juegos de mesa. Salvo los juegos, que suelen caer muy de tanto en cuando, la lectura fluye y circula por casa mes tras mes. Y a veces, como ha ocurrido ahora, me posee un impulso lecto-berseker y manda a tomar por saco todo el presupuesto. Ea.
En lo que llevamos de octubre, sólo en libros, he adquirido -y leído- el quinto de Dresden (Máscaras de muerte); la edición bolsillera del necesario Playback, de Raymond Chandler; de Roald Dalh pillé el imprescindible Relatos de lo inesperado (leído) y El cambiazo (estoy en ello); y me he dejado para noviembre un inminente viaje a otros mundos con Hyperion y La caída de Hyperion de Dan Simmons. Escribo de memoria, pero creo que están todos.

Me compré el Chandler de bolsillo de Alianza. La edición de la imagen, aunque rentable en cantidad/precio, me resultaba ilegible por lo voluminoso y pesado del tocho en cuestión (otra víctima del Síndrome de la Edición Absolute).
Por otro lado, abandoné al segundo intento El nombre del viento. Este libro, que anda por su 16 o 17 edición, lo adquirí en las navidades pasadas empujado por las buenas críticas que vi por la red, y no he conseguido que me entre de ninguna manera. Tras una primera intentona frustrada, lo dejé correr unos seis meses, pero tampoco en esta ocasión he podido con él, así que lo relego ahora un año. Si entonces tampoco logra atraparme, irá a parar a la estantería de los libros malos, a coger polvo. Creo que el constante, e injustificado, cambio de narradores y una historia que ya tengo muy vista, son los culpables de mi rendición.

Sigo sin saber si me han timado o no con este libro.
A medias, o mejor dicho, interrumpido por el arrebato lector de los antes mencionados, tengo el duro y acojonante primer tomo de Príncipe de Nada -En el principio fue la oscuridad-, de R. Scott Bakker, una obra maestra que vuelve a demostrar lo sobrevalorado que están los tochos de Falcon Crest medieval de RR Martin. Lo tengo a medio porque éste es de los que hay que leerse despacio, bien despierto, y además está en casa de mis padres.
Para el mes que viene ya tengo la lista hecha, que incluye el sexto de Dresden y uno de Carl Sagan.
Esto es un vicio más caro que la heroína. Quizás sí me salga rentable, por lo menos en cuestión de espacio, comprarme un Kindle ahora que están baratos...

1 comentario:

  1. Mi señora está como Vd. leyendo a C. Sagan, ¿qué os ha dado ahora?
    Y sí, eset vicio es una kk. Ayer mismo me cargué más de 30 euracos en tebeos (vale, para mí, la señora y los niños) y no me dolieron en absoluto. Luego me cobran 5 céntimos de más en la leche y me mosqueo, jajajajjaja.
    Buenas recomendaciones.
    Sí, señor, cómo se nota que estamos en periodo navideño (estadounidensemente hablando, claro)

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