domingo, 30 de diciembre de 2012

Follas menos que Solitario George

La fecha fatídica fue el domingo 24 de junio de 2012.
Esa mañana, Fausto Llenera, cuidador del Centro de Reproducción y Crianza de Tortugas, en la Isla Santa Cruz, en el Parque Nacional Galápagos, llegó al recinto del animal más famoso de todo el archipiélago para descubrir, horrorizado, que la tortuga gigante de la que había estado encargado desde 1983 no acudía a recibirle como siempre. Llenera, con lágrimas en los ojos, vio confirmados sus peores temores cuando, junto al bebedero, se encontró con el cuerpo sin vida de Solitario George.
En las islas Galápagos habitan entre 15.000 y 20.000 tortugas de diez especies diferentes. En el Centro de Reproducción hay 70 tortugas adultas y más de mil pequeñas, nacidas en cautiverio y con los mejores cuidados, pero sólo había un Solitario George. En todo el mundo. Su muerte fue, pues, planetaria.
Solitario George, de 88 kilos y un caparazón de un metro de largo, fue hallado en 1972 en la isla Pinta cuando se creía que su especie estaba totalmente extinguida. Como último superviviente macho de su especie, la Chelonoidis Abingdoni, durante cuatro décadas fue objeto de múltiples programas que trataban por todos los medios de procurar su reproducción con alguna de las especies genéticamente más próximas, pero nunca funcionó. Convivió con dos tortugas hembras de la especie del volcán Wolf, con quienes consiguió aparearse después de 15 años de convivencia, pero los huevos resultaron infértiles. Posteriormente se colocaron en su corral hembras genéticamente más cercanas a la tortuga, con las que se encontraba hasta el día de su muerte, sin que tampoco se obtuvieran resultados positivos. Se ofreció incluso una recompensa de 10.000 dólares para los zoólogos de todo el planeta que encontrasen una hembra con la cual George lograra reproducirse. Se esperaba que hubiera una hembra de su especie entre los ejemplares sacados de Galápagos que están en zoológicos y colecciones privadas en el exterior. Tampoco hubo suerte.
Las primeras informaciones apuntaron a que George, que rondaría los cien años de edad, habría fallecido debido a una insuficiencia cardíaca. No obstante, durante tres horas dos biólogos y una veterinaria examinaron su cuerpo y tomaron muestras de sus órganos y tejidos para analizarlos en laboratorio, con la presencia de un fiscal del medio ambiente. La única anomalía que encontraron fue que su hígado mostraba “una coloración fuera de lo normal”, pero que también sería algo propio de la edad. Después, se anunció que aquel que en vida fue visitado por miles de turistas, sería embalsamado y permanecería en el Parque Nacional Galápagos.
Sin embargo, la muerte no ha frenado los esfuerzos por evitar la extinción definitiva de la especie de George. Ya en 2003, se le planteó al investigador inglés Ian Wilmut, conocido como el padre de la oveja Dolly, la posibilidad de que Solitario George fuera clonado. Y de hecho, durante su autopsia, a George le extirparon y congelaron las gónadas, para intentar obtener descendencia mediante técnicas de inseminación artificial. Aunque no hay ninguna garantía, todo el mundo espera que la reproducción in vitro consiga salvar esta especie.
En las Islas Galápagos, que sirvieron de base para la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin, habita una gran variedad de tipos de tortugas junto a flamingos, piqueros, albatros y cormoranes. Cuatro de las 14 especies de tortugas gigantes que conoció Darwin se han extinguido en las últimas décadas por culpa de la caza y la competencia por los alimentos que sufrieron por cientos de cabras introducidas allí en la década de los 50, los ataques de perros, y la acción de los balleneros, que también las cazaban masivamente en el siglo XIX.
Los pésames y muestras de duelo que hubo ese mes en el archipiélago ecuatoriano, no solo de la comunidad científica, sino que llegaron de todo el mundo, dan buena muestra de lo que este tortugo representaba. Sin embargo, quizás quién más lamentó la pérdida del bicho fue Llerena, que se vistió de luto durante semanas, y que no dejaba de repetirle a la gente que, muchas veces, la tortuga alzaba el cuello y abría la boca, como si quisiera decirle algo.



La gallina 4/ El Pueblo de Albacete, 31 de diciembre de 2012

domingo, 23 de diciembre de 2012

Muerte al falso friki

Diez años. Es la fracción de tiempo que un buen amigo les daba de vida a los frikis. Después de ver el trailer de la nueva película de Star Trek, suspiró y lo vio claro: en una década los frikis se habrán extinguido. Supongo que se refería a los verdaderos frikis, los de toda la vida, los auténticos. No es tan descabellado que estos acaben perdidos, disueltos en el marasmo populachero del falso frikismo, si entendemos lo que diferencia a uno de otros.
Para entender lo que es un verdadero friki, primero hay que tener en cuenta, como punto de partida, que la voz “friki” surgió como un insulto. A nadie se le escapa que es una españolización de “freak”, siendo lo freak raro, anormal, monstruoso. Preguntadle a Tod Browning. En realidad, en EEUU, lo que nosotros entendemos por frikis (freaks) allí son nerds, una figura que el cine y la televisión norteamericana siempre se ha empeñado en ridiculizar. En algún momento a principio de los dosmiles el neologismo cuajó en nuestro país, y a todos los raritos, fans de cosas extrañas o bizarras (otra voz que ha cambiado de significado en los últimos años), comienza a llamárseles frikis como un insulto, pero venido a menos. Como la gripe zombi, el término se expande con sorprendente velocidad gracias a que los aludidos adoptan el concepto y se muestran orgullosos de él. Jugador de rol o de videojuegos, fans del anime, lectores de cómics, expertos en cine italiano de los setenta, coleccionistas de bandas sonoras de Goblin... Todos ellos dejan de ser los cabizbajos “raritos” para alzarse como orgullosos frikis.
El problema radica en que, en unos años, el término se universaliza tanto y se aplica a tantas cosas que pierde su significado, su esencia. Ahora resulta que todos somos frikis. Esta homogeneización ha absorbido a los frikis primigenios, muchos de los cuales comienzan a rebelarse ahora categorizando a las masas en dos bandos, los genuinos y los ful, y casi proclamando, a lo Manowar, muerte al falso friki.
En origen, el friki siempre ha sido un colectivo minoritario, a pesar de que hubiera millones de personas participando de un modo u otro en él. Los gustos, los intereses y conocimientos de los primeros frikis se desvían de lo común, de lo popular, de lo que gusta y sabe todo el mundo, para ser muy concretos, muy específicos, muy anómalos. Especial, que en el fondo es como le gusta sentirse. Mientras las modas y los caprichos de las multinacionales rigen los gustos de masa, el friki extrae quirúrgicamente lo que le interesa y lo atesora, para compartirlo solo con sus afines. Para ello, para ocuparse de lo atemporal, el friki debía situarse más allá del underground, marginado, apartado de la sociedad mainstream.
Pero digamos que este discurrir en paralelo no resistiría los embates del capitalismo. Unos tipos capaces de gastarse todos sus ahorros en los chismes más absurdos, como el primer número de Superman, de comprarse una y otra vez cualquier mierda con el sello Star Wars, de recorrer cientos de kilómetros para acudir disfrazados a una convención, etc, parecían un blanco fácil. Los frikis dejan de ser esos seres ridículos, interesados en cosas infantiles, para convertirse en objeto de deseo. El problema para obtener brutales beneficios radica en su reducido número y en su “mala imagen” –amén de las reticencias de los propios implicados-, pero hete aquí que la industria saca de la cueva a los frikis y sus cosas y los muestra al mundo diciendo, no os riáis de ellos, porque ellos son los que molan ahora.
Y así comienza la conspiración de frikizar a la humanidad, cuyo punto álgido es la producción multimillonaria de las grandes obras del frikismo, siendo el gran punto de inflexión El señor de los anillos. Cuando la saga de Tolkien, idolatrada por frikis durante generaciones, es adaptada con éxito al cine, y evidencia que lo friki vende, es el principio del fin. La señal de hasta qué punto llega la comercialización del frikismo la encontramos en la serie de televisión The Big Bang Theory, donde los arquetipos frikis, en lugar de ocupar su habitual papel secundario de desahogo cómico, son los verdaderos protagonistas, presentados además como personajes de éxito profesional y sentimental: todo un giro copernicano del hasta entonces paradigma del friki.
Si a ello le sumamos el efecto internet, donde a través de blogs y foros los frikis han ido volcando todo su conocimiento, solo para exhibirse como pavos reales ante la plebe, tenemos que cualquiera con una mediana conexión a la red y media hora libre puede hablar como un verdadero experto, un verdadero friki, de casi cualquier tema, difuminando la frontera entre el friki originario, por convicción, y el que lo es por moda. Entre el verdadero y el falso. De aquí surge el conflicto, y la reivindicación del genuino friki, convertido a su pesar en un borrego más del rebaño. Porque para acabar así, siendo uno más del montón, no hacía falta aprender a hablar élfico, conocer cuántas naves Enterprise ha destruido Kirk, en qué se diferencia la armadura Mark III de la Mark IV de Iron Man, o saber que Morricone compuso la banda sonora de Hundra (o qué es Hundra); bastaba con leer el Marca y ver Telecinco.


El Pueblo de Albacete, 24 de diciembre de 2012

jueves, 20 de diciembre de 2012

La profecía de los Mayos

Aquellos que pedíais un adelanto del Reto Fanzine habéis sido escuchados. Y para ello, y aprovechando que mañana es la findelmundo, os dejo con este texto de nuestro corresponsal Sir Walter Heiss, que ha tenido a bien enviarme este sabroso documento: 

Los MAYAS o ¿Los Mayos?
¿La profecía maya? Creo que nos estamos liando…¿los Mayas? Centrémonos. Si los es un artículo masculino plural, no es común que el sustantivo al que precede sea femenino, y es por lo que digo yo que si no serán las mayas o los mayos.
Eso me cuadra más, los mayos, esos cantes y coplas que se dedican a la madre naturaleza, a las mozas del lugar para poder emparejarse (aunque luego los siglos de cristianismo los hayan camuflado con alabanzas y piropos a la virgen) o a la autoridad competente si se encuentra presente, y que tienen lugar la noche del 30 de abril. Por si alguien quiere tomarse esto de la profecía maya de otra manera, se hace saber que en la localidad de Navas de Jorquera se cantan unos peculiares mayos de invierno que algo o mucho tienen que ver con esa profecía que se empandemia por las redes. En Navas de Jorquera tienen su sede, a nivel nacional, los seguidores del culto a Odín, o los odinistas como los llaman en el pueblo. Ahí va su tradicional mayo que cantan en el paraje de los Humeros:


MAYO ODINISTA DE NAVAS DE JORQUERA (ALBACETE)

Mayo con jota
Ya estamos a veinte
De diciembre cumplido,
Mañana entra Loki
Con mallas vestido.

Bienvenido Loki,
Bienvenido seas,
Quemando Manhattan,
Tokio y Madrigueras.

Prepara el Valhalla
Y una buena cena
Que estamos llegando
Con hambre de hiena.

Thor en el chapista
Tiene su martillo,
Se le sale el mango
Igual que a un cepillo.

Odín a la puerta
Saca la mistela,
Nosotros venimos
A pedir licencia.

Danos la licencia
Pa cantar el mayo,
Aunque sea diciembre
No nos lances rayos.

Con cuerno de vino
Está colorado
Y es señal, valquirias,
Que licencia ha dado.

Ya nos despedimos
Hasta otro año
Que otro Ragnarok
No nos hará daño.

(Jota)

Si el mayo no ha sido a gusto
Castíganos con Gungnir
Y si la lanza no tienes
Envía a la Guardia Civil. 


lunes, 17 de diciembre de 2012

Antes del Fin del Mundo

Anda todo el mundo medio idiota con esto del fin del mundo. Aunque casi nadie se lo toma en serio –hay quien sí-, se ha convertido en un tema recurrente de conversación. ¿Qué vas a hacer el día de antes del fin del mundo?, te dicen, y uno se muerde la lengua hasta averiguar si estás ante un cachondo o un imbécil para poder responder en consecuencia. Y es que a quien te lo inquiere de broma, aunque no tenga gracia, siempre puedes devolverle la intención espetándole cualquier réplica disparatada.
Pero, ojo, con ese que parece buscar sentido a la vida en tu contestación. ¿Qué harías un día antes de que todo se fuera al pijo? Sinceramente, nada bueno, pero eso no lo puedes decir, claro, no puedes dejar entrever la negrura del alma humana que llevas dentro y sueltas algo del tipo “reunirte con mis seres queridos” o algo así, que no tiene por qué ser del todo mentira pero, sí acaso, tampoco iba a ser lo primero en el orden del día.
“¿Cómo sabes que el fin del mundo no ha sucedido ya?”, me decía alguien el otro día, y me citaba a Aldous Huxley para reforzar su idea: “¿Cómo sabes si la Tierra no es más que el infierno de otro planeta?”. Hombre -le dije-, primero, porque no se está tan mal, y segundo, porque sigues aquí de una pieza. Ay, ese lado malo que tenemos todos, alimentado de traumas, rencores, frustraciones… Esos deseos insatisfechos, envidias y venganzas serían lo primero que aflorarían en nuestras últimas horas sobre la Tierra. El caos, la devastación y los ríos de sangre correrían por las calles desde el último amanecer hasta nuestra última hora de vida, en la que, entonces sí, correríamos a abrazarnos a nuestra madre, pareja o el perro. Pero hasta la llegada de ese momento de súplica y rendición a lo inevitable, bien seguro que a todos nos gustaría ajustar algunas cuentas, no vaya a ser que en el Juicio Final también haya abogados.
La milonga de las escenas de pánico del año 1000, que nunca existieron, iban a hacerse ahora realidad, solo que en lugar de dejarnos llevar por el terror ante el advenimiento del Anticristo,nos liaríamos la manta a la cabeza para ir tachando nombres de nuestra lista negra a golpe de faca y recortada. Porque así somos los humanos, rencorosos cual ángeles vengadores, cabrones como perros del hortelano del infierno. Aquí no sobrevive ni Dios.
Pero tranquilos, que como pasó con el Efecto 2000, ese que iba a dejar caer a los aviones sobre nuestras casas, no pasará nada. El sol saldrá, el paro aumentará y la vida seguirá su discurrir habitual. Y los agoreros apocalípticos de turno se sacarán de la manga dentro de unos meses un almanaque azteca, un párrafo bíblico o cualquier otra sandez con sabor a antiguo, que ya se sabe que cualquier mierda, cuanto más vieja y oriental sea, más axiomática tiene que ser, y volveremos a estar como los galos de Asterix,temiendo que el cielo se desplome sobre nuestras cabezas.


El Pueblo de Albacete,  17 de diciembre de 2012

domingo, 2 de diciembre de 2012

Románticos, pasando por París

En mi barrio somos tan románticos que todavía vamos al videoclub. Incluso hay quien usa el móvil solo para hablar por teléfono, que lo he visto yo. No está nada mal eso de que, de vez en cuando, echemos el freno de mano para tener tiempo para paladear un momento de nuestro pasado más cercano. Quizás en los pueblos baste con darse una vuelta por las eras, o ir a la matanza de la tía Agustina, para sentir en las entrañas que, a pesar del 3G, hay cosas que no cambian, pero en la ciudad, aunque esa ciudad sea nuestra paleta Albacete, hay que escarbar un poco más. Y es que, de tanto en cuando, necesitamos ese reconfortante vistazo atrás, satisfacer el ansia de nostalgia, y sentir la seguridad que da la familiaridad, lo reconocible, para poder tirar para adelante.
Porque ser romántico está bien. Es bueno dejarse llevar por el sentimentalismo, y más en otoño. Y sí, se puede ser romántico, sentimental y soñador cerca de casa. No hace falta ir a París. Qué demonios tiene París que todas las mujeres quieren ir para allá. Ojo, y no de visita normal, en plan vacaciones, sino de visita “romántica”, entendida desde el punto de vista del “amor”. Porque, de alguna manera, lo de “París, ciudad del amor” se ha insertado en el cromosoma X desde hace generaciones, y por ello, cada año cientos de miles de hombres son arrastrados contra su voluntad a hacerse la foto de enamorados con la Torre Eiffel de fondo. Si te fijas bien en estas fotos, por cierto, verás en los ojos de ella un brillo demente de satisfacción; en los de él no se aprecia más que cansancio.
¿Y aparte de la visita a la torre de acero más famosa del mundo, que tiene su aquel a pesar de las largas colas, y de la obligada cena en el Sena con velas y una reforzada tarjeta de crédito, qué se hace en París que sea romántico y amoroso? La respuesta es pasear. Pasear cogidos de la mano.
Pasear desde la plaza Abesses, en Montmartre, a Saint-Germain, pasando por el Marais, callejeando de plaza en plaza, viendo escaparates de cosas que no puedes pagar, menos después de la cena romántica, y cafés con historia, donde artistas de los que apenas has oído hablar se cogían sus cebollazos hace cien años. Pasear por las orillas del Sena, sin dejar de cruzar ni un solo puente: el Saint-Luis, el Des Arts, el Del Alma… Pasear por delante del Louvre, de Notre-Dame, de la ópera, del café de Amelie. Pasear por los Campos Elíseos, que no son pequeños… Pasear por todos y cada de los rincones de la ciudad con capacidad para parecer nostálgicos, evocadores y sentimentales.
Y así, venga a andar, venga a pasear, con el brazo dormido hasta el hombro, a lo largo de interminables kilómetros y kilómetros de París, como intentando recolectar las partículas de amor que deben desprender estos sitios, hasta que, de puro agotamiento, comiences a sufrir un colapso por fatiga extrema, que es un mal muy de atletas, con mareos y alucinaciones, empieces a contagiarte del entusiasmo romántico de ella hasta perder el control, y -¡es una trampa!- acabes pidiéndole que se case contigo en cualquier rincón parisino que parezca sonarte de alguna película que has visto en su sofá. Un consejo: para no tener que comprar un anillo lo mejor es entrenar en maratones y llevar un buen puñado de frutos secos para evitar el bajonazo de la hipoglucemia.
Y mientras te atiborras de almendras a escondidas, y te encuentras como si hubieras participado en el Iron Man de Hawai, piensas si de veras era necesario patear una ciudad que no es la tuya hasta el delirio para sentirte febrilmente enamorado. Las vejigas de tus pies dicen que no. Qué tiene de romántico París, que en Albacete no tengas, casi lo mismo, pero más corto. Hay parques, hay edificios con historia, músicos callejeros, café del caro, el Depósito del Agua para hacerte fotos… Si quieres río y velas, a cenar a las Mariquillas. Y si te sientes bohemio, pues vas al videoclub y alquilas Moulin Rouge. O Amelie.

Según A.L.A., "el romanticismo es lo de antes de follar".

El Pueblo de Albacete, 3 de diciembre de 2012

Reto Fanzine 2023

 Bueno, pues parecía que no pero al final sí, así que... Queda convocada la 19 edición de nuestro Reto Fanzine para el VIERNES 29 de diciemb...