martes, 28 de julio de 2009

Movilidad sí, pero ¿cómo?

Culminó ayer, con un paseo en bicicleta, la Semana de la Movilidad, una propuesta del Ayuntamiento que, año tras año, trata de concienciar al ciudadano de la importancia de dejar el coche en casa y buscar alternativas para desplazarse. Por economía, por salud y por el medio ambiente. Desgraciadamente, esta iniciativa cae en saco roto, pues vivimos en una sociedad en la que el coche se ha convertido en parte indispensable de nuestra existencia. Resulta complejo renunciar a éste para ir a trabajar, a la compra o simplemente para dar una vuelta, porque nos gusta ir cómodos, oyendo la radio y protegidos de las inclemencias del tiempo, y porque somos un tanto adictos a la velocidad. Y eso, a pesar del tráfico, que en nuestra ciudad es ciertamente insoportable, denso y caótico, los problemas de aparcamiento, y los conductores que piensan que el Código de Circulación no va con ellos.

Pero tampoco es que las opciones que nos ofrecen inviten a cambiar de vehículo. El servicio de autobuses, con las notables mejoras de los últimos tiempos, sigue siendo lento, en buena medida por culpa del exceso de utilitarios. En cuanto al uso de la bicicleta, que en Albacete debería ser el medio estrella, queda relegada al uso de los Tony Domiguers que pasean por el parque Lineal o La Pulgosa, y unos pocos temerarios que se atreven a irrumpir en la vorágine circulatoria, poniendo en juego su pellejo, puesto que montar en bici supone enfrentarse al desprecio de los conductores, al generalizado mal estado de las calles, a un discontinuo y desaprovechado carril bici urbano (que sólo ha servido para eliminar plazas de aparcamiento) y, claro está, a los amigos de lo ajeno que, cizalla en mano, no dejan candado ni cadena a salvo.
Los talleres sobre movilidad y educación vial realizados esta semana se han centrado en los más pequeños, y eso está muy bien, pero es necesario, si queremos pasar de la anécdota y tener una ciudad accesible, extenderlos a los adultos, y apoyarlos desde los distintos ejecutivos con medidas efectivas y reales. Si no, aparca y vámonos.

Foto Raúl Moreno

El Pueblo de Albacete 28-09-2009

Special KK (relato veraniego)

Mi chica tiene un trasero precioso, de esos que si le pasases la tarjeta de crédito por la raja del culo te quedarías sin saldo en la cuenta. Ya se sabe, el que algo quiere, algo le cuesta, y mi tributo a los hados del destino que nos juntaron en una de esas extrañas carambolas del azar son las cenas de Special K. Cada noche, cuando “arribo” a casa, no me espera un capuchino de sobre, sino un descomunal bol repleto de esas oscuras virutas de aglomerado de Kellogg’s. Para adelgazar, supongo.

Miro mi prominente barriga cervecera -aunque ahora los científicos dicen que la birra no es la culpable de este monoabdominal-, miro el bol y miro su culo de vuelta a la cocina y pienso que a las tres de la mañana me despertarán los ronquidos de mi estómago, declarado en rebeldía. La entrepierna rebatirá la cuestión y la cabeza permanecerá al margen, porque con hambre no puedo pensar ni tomar decisiones.
Curiosamente, ella no se mete con lo que desayuno ni con lo que como, así que puedo hartarme de tostadas, magdalenas, churros... y al mediodía, cocidos, macarrones, huevos fritos... Lo que me dé la gana. Sólo quiere que cene con ella estos asquerosos cereales integrales de cartón. Pero ni siquiera me lo ha pedido, una noche me los plantó delante -con unos pantaloncitos cortos, muy muy cortos y ajustados-, y hasta hoy.
Si por lo menos pudiera remojarlos, en leche, o en bourbon, yo qué sé, pero no. Agua, como mucho, para hacerlos bajar por la tráquea. Lo peor es que fui yo quien compró la primera caja de esta bazofia, no sé por qué, por probar. Quizá ella lo interpretó entonces como una indirecta -dios me libre- y ésta es su forma de vengarse. O un castigo por materialista, machista y sátiro. El caso es que ella se los come, sentada en el sofá, con su sonrisa y su culo a mi lado, ante el televisor. Pero mi bol es más grande, lo compré pensado en el tigre, la rana y el mono, no en esta K roja en cursiva, y ahora toca joderse y tragar. En todos los sentidos. ¿Tiene sentido sacrificar la cena tanto por unas nalgas prietas?, me cuestiono a veces, entonces ella se vuelve hacia mí, con un ademán de afecto y su abultada camiseta de tirantes, y en ese momento, el que sonríe mientras mastica soy yo.

jueves, 9 de julio de 2009

Ya tenemos Ayvelar

portada del Ayvelar 17

Julián Cañizares ha vuelto a conseguir lo imposible, sacar su revista de poesía. Esta última edición de Ayvelar sorprende por su cambio de formato, su estilo y su concepto. El grandísimo esfuerzo de Cañizares ha merecido, en mi opinión, la pena pues ha conseguido una obra coherente y de calidad, conceptos ambos muy difíciles de alcanzar en algo tan heterogeneo como una revista (con más de cien autores). A ello ayuda, y cómo, las inquietantes lustraciones de Alicia Gómez, que se conjuntan a la perfeccción con los textos. Un desorden ordenado, reflejado en la portada de Vidal, que hace de Ayvelar 17 una obra imprescindible para cualquier interesado en la poesía actual de la buena.

Encima es barata.

Y si les interesa mi parte lírica, pues ahí me tienen.

miércoles, 8 de julio de 2009

Bestiario de bar (1): El Sabio

Leer la prensa y ver los telediarios no sólo informa, sino que enseña al que no sabe. El efecto secundario de esto es que hay individuos que, tras devorar muchas noticias, se convierten en sabios. De aquí que, los filósofos, los dueños de todo el conocimiento, estén acodados en las barras de los bares.
Estos individuos, seres preferentemente mayores de 50 años, prejubilados o directamente abonados al Inserso, dedican su tiempo de ocio, que suele ser todo su tiempo, a ir a los bares a adoctrinar a las masas. Su primer actividad diaria es leerse los periódicos sin comprarlos, para ello se desplazan a los hogares del jubilado o a las cafeterías. Con el conocimiento vampirizado de la letra impresa, la información recogida en el telediario del mediodía y algo de radio nocturna del día anterior, ya están listos para transmitirnos sus conocimientos, que abarcan casi todos los campos, y es que estos tipos saben son una wikipedia ambulante, aunque suelen especializarse en temas perfectamente definibles según la sección del periódico que más les guste o el tema de moda en los mass media. Cuando Fernando Alonso tenía un coche que corría, todos sabían a cuántas paradas había que repostar en Monza; si se estrella un avión, dilucidan enseguida que se trata de un problema con los flaps... Ahora mismo, la crisis es un filón constante a explotar y desarrollar por los sabios del bar. Si supieran los altos mandatarios la cantidad de expertos en macroeconomía de 60 años que pueblan nuestros establecimientos hosteleros, podrían sacarnos del pozo en veinte días, y sólo a cambio de un cartón de ducados y una arroba de vino. Intuyo que Botín sí conoce este hecho y celebra sus consejos de administración en la versión más cercana a su casa de Vinos el Gordo.
El ojo avizor de estos sabios para el análisis de la realidad les hace, además, los más indicados para descorrer las cortinas de humo y revelar conspiraciones, como la presunta muerte de Michael Jackson (que en realidad, está vivo), dónde esta el dinero de Madoff o quién mató a Roger Rabbit. Sí, amigos, las observaciones de estos fulanos suelen ser más acertadas que las de los tertulianos de Susana Grissom, e hilan con más coherencia los datos más dispares; y todo ello, a base de memoria, no en vano estamos hablando de una generación a la que obligaron a aprenderse de carrerilla la lista de los Reyes Godos y toda la orografía hispana.
Pero su dominio de la actualidad no se circunscribe sólo a lo ya dicho, sino que en su vasta sapienza brillan con luz propia los temas locales, el conocimiento de primera (o las más de las veces) segunda o quinta mano y la experiencia aportan ese cariz especial tan reclamado hoy en día por los gurús del periodismo. Si quiere usted saber por qué no se construyen más zonas verdes, quién y cuánto se llevan en negro los constructores de VPO, qué gustos y otros temas por el estilo referentes a su localidad, vayan a un bar y aprendan.
Si bien la convicción de sus palabras es escalofriante, su principal defecto es que no saben dosificarse. La gente común está hoy en día sobreinformada, así que recibir una lluvia de datos en los diez minutos que tienes precisamente para desconectar y tomar un cortao, no ayuda al reconocimiento de la gran labor social que el sabio de bar desempeña. Aunque pueda sonar extraño, la verdad es que estos prohombres, en la gran mayoría de los casos, se ponen muy cansinos. Pero ellos no cejan en su empeño, ante la falta de público ya se encargan de darle la tabarra al camarero, y aún en el improbable caso de que este se hiciera el sueco, siempre pueden hablar solos, en voz alta, emulando a aquellos profetas que aleccionaron a nuestros ancestros. Su audiencia favorita, como no podía ser de otra manera, son los jóvenes, seres indefensos en un mundo cruel a los que tienen la obligación de abrir los ojos, y éstos, pillados por lo general a traición, o tragan y asienten en silencio, o les preguntan con genuino interés (de que todo hay). Los sabios de bar normalmente admiten derecho a réplica -que no es recomendable hacer-, aunque jamás dan su brazo a torcer. Con el Maestro no se dialoga, se escucha en silencio y se aprende.
El mayor peligro es cuando se topan dos tipos de estos. El duelo entonces puede ser de dimensiones épicas, ruidoso y, en ocasiones, hasta violento. A esto último ayuda si el alcohol forma parte activa de la confrontación de ambos monólogos. En todo caso, es un espectáculo.

Reto Fanzine 2023

 Bueno, pues parecía que no pero al final sí, así que... Queda convocada la 19 edición de nuestro Reto Fanzine para el VIERNES 29 de diciemb...