Desde hace unas semanas, la página albaceteliterario.com ha dejado de existir, y con ella toda la información asociada a esta web (fichas de autores, críticas, noticias,etc.). También, no sé si como daño colateral, se ha esfumado la página personal de Alberto López Aroca (que no su blog). Por suerte, arrebuscando en el caché de google he recuperado el interesantísimo texto del señor ALA relativo al protagonista de La Saga de la Ciudad Oscura que paso a (re)poner a disposición del público.

ACERCA DEL INSPECTOR SERRANO
por Alberto López Aroca

Aunque mi buen amigo Juan García Rodenas insiste en lo contrario, tengo buenos motivos para creer que el personaje del Inspector Serrano, debido a su pluma (o sus teclas de ordenador, vamos), no es tan ficticio como quiere hacernos pensar.

Veamos.

En algunas ocasiones, Juan ha intentado colarnos a nosotros, sus lectores, algunas historias completamente falsas por ciertas. Es el caso de El que Camina entre Nosotros, publicado en 2001. Esta obra era una de las enésimas reescrituras de uno de sus relatos, titulado originalmente El nombre de Verónica. El texto (y creo que también, en alguna parte de la cubierta) contenía algunas notas del autor donde nos explicaba que la historia estaba basada en hechos reales, y que la documentación que se adjuntaba -declaraciones por escrito, textos legales y policiales- era auténtica. Cualquier lector se daría cuenta en su momento, y también ahora, de que aquello era un fraude.

Esto es sólo un ejemplo, claro.

Y luego están las historias del policía más misterioso de nuestra literatura, el inspector Serrano.

Tengo fundados motivos para creer que Serrano existe, al igual que el señor Philip José Farmer, de Peoria (Illinois), tiene buenas razones para creer que John Clayton, Lord Greystoke, más conocido como Tarzán, existe. De hecho, Farmer tuvo ocasión de entrevistarse con él en 1972. El señor Farmer asegura que Edgar Rice Burroughs se vio obligado a disfrazar la identidad y los hechos concernientes a este "Lord Greystoke" en sus novelas sobre Tarzán de los Monos. Los estudiosos holmesianos y sherlockianos juegan a algo muy parecido (algunos con desaforada fe) con los textos de Arthur Conan Doyle dedicados al señor William Sherlock Scott Holmes, el primer detective consultor de la historia. Estos investigadores aseguran que Conan Doyle no era otra cosa sino el agente literario (y quizá, corrector de pruebas) del doctor John H. Watson, cronista del Gran Detective. (Como ya apunté en otro lugar, no estoy de acuerdo con esta teoría: pienso que la labor de Doyle fue mucho más importante, pues fue él quien redactó los cuentos y las cuatro novelas sobre Holmes; Watson se limitó a esbozar las historias a partir de sus múltiples cuadernos de notas. Ya el mismo Holmes se quejaba de la escasa calidad de los escritos de su buen amigo, cosa que no hubiera hecho de haber leído los relatos de Doyle, de indudable calidad).

Los lectores de las aventuras de Serrano han disfrutado con estas historias de Juan García desde que en 1995 vio la luz Ácido Fórmico. Estoy seguro de que nadie se ha cuestionado la posible realidad de los hechos que narra, y mucho menos la existencia de Serrano. Juan ni siquiera se ha molestado, como hizo con El Que Camina Entre Nosotros, en intentar vender la moto del ya clásico "basado en hechos reales", aunque ha demostrado sentir cierta debilidad por esa pantomima. Yo me pregunto: ¿cómo es posible que no haya obrado del mismo modo con su personaje más célebre?

Por si alguien ha tomado una idea equivocada, le sacaré de dudas: no existe ningún agente de la Policía Nacional de nuestro país que esté especializado en temas paranormales, que resida en Albacete, y que además se llame "Serrano".

Porque su nombre es otro.

Hasta la fecha, en lo que en adelante llamaremos "El Canon de Serrano", Juan García ha facilitado muy poca información sobre la historia personal del personaje. Sin duda, no le habría supuesto ningún esfuerzo referirse a su familia, sus orígenes, etc, cosa que habría aportado todavía más verosimilitud a sus historias. ¿Por qué el autor ha preferido adoptar una pose estética mucho más cercana al pulp, a las contradictorias novelas de Tarzán y Doc Savage, a las recurrentes incongruencias del Canon holmesiano? Precisamente por la misma razón que Burroughs, Dent y Doyle: porque el inspector Serrano está basado en una persona (que no un personaje) real como la vida misma, y al menos parte de las historias que Juan García cuenta sobre él, son ciertas, y lo más importante, susceptibles de permanecer en el más estricto de los secretos.

Una técnica clásica de desinformación, utilizada por todos los gobiernos del mundo desde hace siglos, es la de desacreditar hechos reales. El caso más escandaloso, tanto por su magnitud moral como por la temporal, es el de los contactos con seres extraterrestres a lo largo de nuestra Historia. Existen docenas de obras "de ficción" que relatan hechos reales increíbles, y que por ello mismo han pasado a la posteridad como novelas de fantasía e imaginación. (Estoy pensando, sobre todo, en la invasión marciana que tuvo lugar hacia 1899 en Inglaterra, que el señor H.G. Wells, quizá por orden del gobierno británico, representado por Mycroft Holmes, se encargó de exagerar y enmarañar en una novela).

El caso de nuestro inspector Serrano es semejante, y por algún motivo, Juan García Rodenas ha sido el encargado de "ficcionalizar" una serie de acontecimientos trascendentes, censurados y eliminados de los medios de comunicación, y ahora reconvertidos por la pluma de un escritor en hechos enteramente falsos. Cualquier testigo de los hechos narrados en La Saga de la Ciudad Oscura (por poner como ejemplo el texto más extenso del Canon de Serrano) quedaría ridiculizado por completo si declarara que alguna de las historias reflejadas en esas novelas de aventuras y entretenimiento es cierta.

No obstante, y aunque el autor se ha curado en salud, eludiendo hábilmente fechas y trastocando los nombres de algunos lugares, así como el de los actores, un lector sagaz puede desentrañar ciertas verdades si estudia atentamente estas "novelas de a duro".

Así, podemos decir que el falso apellido de "Serrano" (cuyo nombre de pila, por cierto, Juan García nunca menciona) es en realidad una clave escogida cuidadosamente para indicar la verdadera relación de este excepcional agente con el Estado español. Creemos que se debe a la figura de Ramón Serrano, ministro de Prensa del régimen franquista, y cuñado del Generalísimo. Conociendo la política secretista del dictador, no nos extraña que pusiera en manos de uno de sus hombres de mayor confianza el control sobre los medios de comunicación... y probablemente, la responsabilidad sobre las actividades encubiertas de la OCE (Oficina para la Conservación de las Especies) en España. ¿Qué mejor nombre que el del responsable del filtro informativo para encubrir a un individuo que, en cierto modo, posee en parte sus mismos atributos?

(Entrando en el especulativo y cenagoso terreno de la mitología creativa, podríamos establecer una genealogía que emparentara de forma directa al inspector con el ministro Serrano, pero siempre nos quedaría la duda de quién fue en verdad su señora madre... a no ser, claro está, que Juan García nos diera esa información).

Ya desde un principio, el autor realizó un intento de ocultamiento bastante obvio cuando, en las primeras historias de Serrano, lo llamaba teniente, una graduación que no existe en la Policía Nacional de nuestro país. Juan García ha hablado después de "un error técnico" que acabó por subsanar, pero nosotros no lo creemos así. En realidad, García Rodenas pecó de "exceso de celo" en su afán de ocultamiento, hasta el punto de que esas primeras ediciones (hoy inencontrables y desaparecidas, por algún extraño motivo) resultaban sospechosas... Sólo podemos suponer que "alguien" llamó la atención del autor sobre este punto y le pidió -quizá de modo expeditivo- que no adornara innecesariamente sus "ficciones": la realidad es, en verdad, bastante increíble por sí misma.

Recomiendo a los lectores aficionados a la serie negra, el terror, la fantasía y el misterio que se detengan a leer las aventuras del inspector Serrano. Estoy seguro de que, si no ahora, en el futuro habrá quien se aventure a desvelar las medias verdades ocultas tras ese pesado telón rojo que tanto le gusta a David Lynch, y que Juan García levanta, con cierto esfuerzo, aunque sólo sea un poquito, para que podamos vislumbrar los horrores verdaderos que se encuentran al otro lado.

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