domingo, 30 de mayo de 2010

Apuntes para un estudio del Satanismo en Mortadelo y Filemón (Sesenta mil satanases 14)

A Friker Jiménez
Francisco Ibáñez Talavera (Barcelona, 1936) es un controvertido historietista
español de fama mundial. Entre sus muchos galardones, destacan el Gran Premio del
Salón del Cómic de Barcelona al conjunto de su obra y la Medalla de Oro al Mérito de
las Bellas Artes (2001). Sin duda, se trata de un icono infantil para muchas generaciones
de lectores que aún de adultos siguen deleitándose con sus creaciones. Por supuesto, los
responsables de tamaño éxito son en gran medida Mortadelo y Filemón.
La archiconocida pareja cómica nació en la revista Pulgarcito en 1958, y desde
entonces llevan publicados más de 170 álbumes en una veintena de idiomas. Tanto
Ibáñez como sus personajes se han sobrepuesto a las inclemencias del negocio, así, el
dibujante sufrió en sus carnes la pérdida de los derechos de autor sobre Mortadelo y
Filemón cuando abandonó Bruguera en 1985, y no los recuperó hasta tres años después,
cuando entró en la nómina de Ediciones B. También ha tenido que hacer frente a la
indiferencia y hasta el rechazo de gran parte del gremio de dibujantes de comics patrio,
que lo tachan de anticuado e infantiloide, amén de las críticas recibidas por su tendencia
a homenajear en exceso viñetas, y páginas enteras, de su colega galo Franquin, autor,
entre otros, de personajes de fama internacional como Spirou o Tomás el Gafe.
El objeto de este breve inciso es la más que sospechosa relación de Mortadelo con la
tradición satanista española, llegando a la conclusión de que este simpático protagonista
no es sino una representación edulcorada y camuflada del mismísimo Satán. Mortadelo,
ser de origen impreciso según el tebeo que se lea, viste hábito negro como un sacerdote
(el demonio imita a Cristo); su nariz eminentemente fálica (muy apropiada para los ritos
del Sabbat, según la tradición nigromántica) sobre la que sustenta unas gruesas gafas
demasiado alejadas como para poder ser útiles, pero que, según nos cuenta Cumont en
su tratado Recherses sur le manichéisme sobre lentes infernales, donde éstas sirven a
las brujas para ver el alma de las personas.
No serán estas las únicas referencias brujeriles que encontramos. La permanente
presencia del gato negro, icono hechiceril donde los haya, en casi todas las páginas de
Ibáñez no es casualidad.
Pero sin duda la cualidad más famosa de Mortadelo es la de “disfrazarse”,
transmutarse en cualquier cosa, o como escribe De Lancre: “El rostro del demonio es
múltiple, indeterminado, mutable. Su forma escapa a cualquier intento de precisión”. En
el Libro de los Exemplos se nos narra cómo el demonio se aparece bajo multitud de
formas distintas para tentar a los inocentes, acarreando siempre desgracias para estos.
Aquí es donde Mortadelo deja de ser el simpático rey del disfraz y pasa a ser el rey de
los infiernos.
De Filemón, aunque podríamos caer en la tentación de pensar en referencias más
cristianas, como bien podría ser la epístola de San Pablo, nos inclinamos más por el
Filemón griego que acabó convertido en roble por una gracia de Zeus. También cabe
señalar la similitud algo más que nominal con Filotano (Philotanus), un demonio de
segundo orden, teniente de Belial, que según aparece en los viejos tratados, induce a la
sodomía.
Por último, y para los que todavía dudan de esa mano negra que hay tras los lápices y
tintas de las historietas de la TIA, indicar que tras el atentado terrorista a las Torres
Gemelas de Nueva York del 11-S en 2001, hubo quienes acudieron a falsas profecías de
Nostradamus con el objeto de demostrar que el ataque había sido pronosticado. En
cierta manera era verdad, pero estaban mirando el libro equivocado. Sólo Ibáñez, de
forma precisa y detallada, describió el atentado al World Trade Center, como puede
comprobarse en la última página del álbum 35 Aniversario, de 1993.
El diablo aparece en la historia de España por doquier, nos ha tuteado a lo largo de
los siglos, también lo hace ahora por medio de divertidas viñetas.

El Pueblo de Albacete, 30 de mayo de 2010
Barcacola 2007

sábado, 22 de mayo de 2010

Canguros del infierno (Sesenta mil satanases 13)

En Australia, el canguro, el mayor y más famoso de los macrópodos, es un símbolo nacional -aunque los furtivos los cacen como conejos-. Se trata de un animal que, en un principio, nos cae simpático, a pesar de que parecen ratas gigantes con cabezas de ciervo sin cuernos, llevan a sus crías en una bolsa en la barriga, se ponen de pie como los humanos y saltan como las ranas.
Sin embargo, en Estados Unidos existe sobre los canguros una larga leyenda negra que perdura hasta hoy día, y que los equipara poco menos que a criaturas infernales sedientas de sangre. Se trata de los phantoms kangaroos.
Los canguros fantasmas han sido vistos en una variedad de entornos urbanos y rurales y se dice que son particularmente hostiles. Los testigos los han descrito como seres de hasta 1,60 metros de altura, con ojos rojos y con ciertas características sobrenaturales como su velocidad para desvanecerse. Estos marsupiales del infierno han sido culpados de mutilaciones de ganado y de matar a numerosos perros, gatos, conejos, aves y otros animales pequeños; unos ataques espeluznantemente semejantes a los del chupacabras, con quien se equipara y confunde. De acuerdo a la Guide to North American Monsters, el primer avistamiento de un canguro fantasma fue el 12 de junio de 1899 en Richmond, Wisconsin.
Sin duda, el más famoso es el canguro asesino de Tennessee. A mediados de enero de 1934, un enorme canguro sembró el terror entre los agricultores, matando y devorando parcialmente a varios perros -un pastor alemán y un alsaciano-, gansos y patos. Un grupo de búsqueda rastreó al canguro hasta una gruta en la montaña, donde las huellas desaparecieron. El presunto canguro asesino nunca fue detenido.
De 1957 a 1967, uno o varios canguros fantasmas atormentaron Coon Rapids, Minnesota, y fueron vistos por numerosos testigos, que acabaron por apodarlo Big Bunny.
Cientos de personas fueron testigos de un canguro fantasma en Chicago, Illinois, el 18 de octubre de 1974 y un avistamiento famoso en Menomonee Falls, Wisconsin, que dio lugar a una fotografía borrosa tomada el 24 de abril de 1978, donde se ve una figura caída que se asemeja a un canguro, y que es muy famosa en los círculos Forteanos. En 1980, un canguro se dedicó a rondar el San Francisco Golden Gate Park. En 1981 hubo un extraño avistamiento de esta criatura en el norte de California en 1981, después de que se escuchasen unos gritos similares a la berrea de los ciervos durante varias noches en los bosques cercanos. Ese mismo año, uno de los marsupiales misteriosos fue presuntamente golpeado por un automóvil. Sin embargo, tanto el cuerpo del animal como el conductor anónimo que informó del accidente desaparecieron antes de que pudieran ser investigados.
Hoy en día siguen apareciendo informes sobre canguros, o criaturas parecidas, o huellas de estos, donde no debería haber ninguno, ni tampoco hay zoológicos, ni circos, ni poblaciones de canguros salvajes cerca. ¿Canguros salvajes? En efecto, porque estos bichos serán autóctonos de Australia, pero no sólo existen allí. En Escocia, la isla de Inchconnachan, en el lago Lomond, tiene una población de canguros desde 1920. En Francia hay otra comunidad de estos marsupiales en estado salvaje en el municipio de Émancé, a una hora de París. Estos son descendientes de una recua que se escapó durante un intento de robo en un zoo en 1970. En Alemania, antes de la Primera Guerra Mundial, hubo una colonia de canguros en Prusia, creada por un cazador que vivía allí. Cuando éste murió, los animales se convirtieron en presa fácil de los cazadores locales.
A pesar de estos antecedentes, no hay informaciones respecto a asentamientos de canguros salvajes en todo Estados Unidos, con lo que la hipótesis queda descartada. De todas formas, las teorías de los escépticos tampoco explicarían los extraños poderes que estas criaturas parecen tener.
El único caso documentado de manera fiable de un ataque de canguro que acabó con una vida humana ocurrió en Nueva Gales del Sur, en 1936, cuando un cazador resultó muerto después de tratar de rescatar a sus dos perros de una pelea en la que se habían enzarzado con el marsupial.
Los últimos descubrimientos de la criptozoología, para más inri, añaden algo de leña al fuego, ya que el Ekaltadeta, un antepasado directo del canguro que vivió hace 20 millones de años en lo que hoy es Australia, se sospecha que era un carnívoro depredador “con grandes colmillos y largos antebrazos, que no podían saltar”.
Así que ya saben, la próxima vez que vean un canguro piensen que detrás de ese rostro de roedor de peluche se esconde un asesino.

El Pueblo de Albacete, 23 de mayo de 2010
y La Gallina nº1

LSCO/7. Mil Trescientos setenta y cinco (Avance)

Capítulo 1
Sábado, 20 de julio. 18:15 horas.
Lo que precedió al fin del mundo fue una sorda onda expansiva que sacudió por entero a Las Pegueras, pueblo encajado en plena sierra del Segura, entre Molinicos y Yeste. Hubo dos efectos inmediatos: a) las máquinas y aparatos en quince kilómetros a la redonda se estropearon para siempre, como por efecto de un localizado ataque de pulso electromagnético; y b) los muertos se alzaron para cobrarse la vida de los vivos.

viernes, 14 de mayo de 2010

La navaja, siempre en el bolsillo, ea (Sesenta mil satanases 12)

Recogían algunos medios esta semana la noticia de la multa que la Guardia Civil de Torrevieja había impuesto, de 301 euros, a un pescador jubilado por portar la navaja que utiliza para reparar redes. No es ni el primero ni el último que se ve en estas tesituras ante la ley aplicada en stricto sensu, o lo que es lo mismo, sin sentido común. Los de aquí lo sabemos bien. Cuando eres de Albacete, donde llevar una navaja en el bolsillo, sin más justificación razonable que la costumbre heredada, es lo habitual, más tarde o más temprano acabas por encararte con este problema.
A un albaceteño puedes cambiarle el nombre de las calles, el sentido del tráfico o la bandera, que lo soportará con paciencia y saliva, pero a lo que no permitirá que le toquen ni un pelo es la Feria ni su navaja. Estoy seguro de que pueden cambiarnos las torres y el murciélago del escudo por antenas de telefonía y un helicóptero, o convertir el Albacete Balompié en un club de curling, pero prueben a quitar un solo un arco o día de la Septembrina, o a prohibir las navajas, y aquí arde Troya.
¿Y para qué queremos llevar una navaja encima? Pescadores, como ese jubilado multado, no somos. Tampoco vamos por ahí emulando al Pernales, por lo que no podemos alegar que es propiamente una herramienta de trabajo. Se trata más bien de algo cultural, porque los de aquí nos hemos criado en tierra de cuchillos y navajas, las hemos visto desde siempre en los escaparates de nuestras calles, en los arcos de la Feria, y forman parte de nuestro acervo atávico, una costumbre que pasa de abuelos a nietos. Estoy seguro que no seré el único en tener el recuerdo del abuelo pelando una manzana con su vieja navaja -de cachas de madera, que las de asta siempre han sido para los forasteros-. El hombre se jactaba de jamás haber necesitado usar un cuchillo ni de beber agua (pero esa es otra historia). Hay más. Cuando antaño se podía hacer un sagato en Los Pinares, los cubiertos que nunca faltaban eran las navajas. Ahora, por aquello de los incendios forestales, en lugar de carne a la brasa toca partir un tomate a la sombra de una carrasca, y parece que luce más si lo haces con la vieja siete muelles. Y así, vamos engarzando buenos momentos asociados a este útil, que sumado a la natural fascinación que el ser humano siente por las armas y las máquinas -y una navaja es una excelente mezcla de ambas-, da como resultado una navajica made in Albacete en el bolsillo.
Pero explíquele usted, no ya a un guardia civil, sino a los juraos de Hacienda o de la estación de Renfe que lleva una faca encima porque también la llevaban su padre, su abuelo, y así hasta el primero de los García, que va a ser que no. Se pone uno en una situación incómoda, donde lo que no es más que un accesorio más en el pantalón, o en la mochila, como bien pudiera ser un mechero, o el móvil, se convierte en un arma, y el albaceteño en poco menos que un terrorista. Las normas son las normas. Por supuesto, si uno va prevenido -lo normal es que no-, se puede recurrir a la picaresca, tratar de ocultarla o escamotearla de los detectores, pero particularmente no lo veo bien porque así sí estás dando argumentos para que desconfíen de ti, y el lío puede ser más gordo. He visto a amigos guardar la navaja en la bota, bajo la gorra, o hasta en los calzoncillos antes de subir a un tren, tren que luego paraba en Alcázar de San Juan, donde -para más inri- subía el navajero de turno con todo un amplio muestrario de aceros.
Terrorista, decía antes, o un cateto, que también se ha dado la circunstancia de, a la vista de la hoja afilada, quien nos tacha poco menos de subdesarrollados, de gañanes de boina a rosca parientes de Paco Martínez Soria o del Tío la Vara, como si empleásemos la navaja para afilar palillos o hurgar la renegror de debajo las uñas. Supongo que sí es incompatible la cheira con las gafas de pasta negra y la bufanda de los modernos. Pues allá ellos.
Los demás llevamos navaja porque somos, irremediablemente, de Albacete.
Así se lo explicó un amigo hace años al guardia de la Biblioteca Nacional de Madrid cuando la suya hizo saltar el detector de metales. Fue lo único que atinó a decir, agobiado por la vergüenza cuando el segurata le preguntó adónde iba con aquello. El hombre, tras ver su DNI y comprobar que no mentía, hizo gala de una gran comprensión y le dejó pasar sin más. Lo que parecía un gesto de compasión hacia un tontaco de provincias se reveló, a la salida, como un guiño de complicidad entre paisanos, puesto que el guardia era de El Bonillo y, aunque mi amigo no la vio, a buen seguro que el bonillero portaba encima su propia navaja.


El Pueblo de Albacete, 16 de mayo de 2010

miércoles, 12 de mayo de 2010

Adiós, maestro

Antonio Ozores ha muerto.

No se me ocurre mucho que decir, sólo que se nos ha ido un emblema del cine español -currando desde 1950!!-, además de un cómico excelente con el que me he reído siempre, hasta en los truños más sórdidos firmados por su hermano Mariano. Le echaremos de menos.
Ver noticia en El País.
Ver artículo en El Mundo.
Su ficha en IMDB.
De regalo, El Equipo Agg (que no le hace justicia, pero ea)

sábado, 8 de mayo de 2010

Toxicidad en prosa (Sesenta mil satanases 11)

Hacer un listado de libros tóxicos es relativamente sencillo, sería más complicado escribir sobre textos malos, porque se editan a cientos todos los días y sus títulos se olvidan conforme pasas la última página. Los malos son matas que no han echado, qué le vamos a hacer. Pero los libros tóxicos, malos de necesidad, los que duelen, y cómo, al bolsillo y aún más al ánimo, se quedan —como las ex— clavados en nuestro cerebro para siempre. Son aquellos en los que hemos depositado algún tipo de expectativa y luego nos hemos encontrado con que son más nocivos que un colacao de lejía. Y para colmo, las más de las veces nos encontramos ante la incomprensión de los demás, que ven en estos montones de hojarasca las obras maestras que han revolucionado su vida. Pues peor para ellos.
En el primer puesto de este modesto ránking personal encontramos la saga Canción de Hielo y Fuego, de George RR Martin. Publicadas en España a partir de 2002, sus hasta ahora cuatro tochos infumables han adquirido en los círculos de los amantes de la fantasía épica la condición de literatura de culto. Pues bien, esta novela río lo es, pero de aguas fecales. Los frikis que se quedaron con más ganas de elfos y espadas tras la trilogía de Peter Jackson disfrutarán más de estos libros que de una personalidad propia, pero las gentes normales sólo tropezaremos con un coñazo eterno, donde las intrigas palaciegas y las vicisitudes de los personajes son una mezcla de Dinastía y los folletines decimonónicos de Eugenio Sue o Dickens. Si a Oliver Twist le pones una espada y un lobo gigante al lado ya tienes un nuevo capítulo de esta historia sin fondo. Si quieres algo bueno de verdad en este sentido, recurre a la Saga de Gerald de Rivia.
En segundo lugar, la trilogía del desastre de la Torre Oscura, (Los Lobos del Calla, La Canción de Susanah y La Torre Oscura) del maestro Stephen King. Aunque los tres son el final de una serie de siete libros, lo cierto es que los fans, que tanto temimos por la salud del de Maine cuando le pilló la furgoneta -y tanto padecimos con la posibilidad de que tan magna obra quedase inconclusa-, cuando leímos el final lamentamos que la hostia no hubiera sido un poco más fuerte. Porque es para matarlo. Tropecientas mil páginas hechas a desgana y a destajo, para más inri a partir de la guía recopilatoria que le hizo un negro (literiario), para sacarnos los cuartos y acordarnos de la señora King (madre). Aunque el de Maine ha hecho amagos por redimirse a posteriori, lo cierto es que el trauma de la furgoneta se deja notar demasiado en sus historias. A lo mejor con otro viaje lo enmendábamos…
Si los libros de autoayuda ya son de por sí despreciables, Es fácil dejar de fumar si sabes cómo se ha coronado como el rey de la bazofia para débiles mentales. Dicen que ha salvado vidas y pulmones, puedo creerlo porque hay gente que necesita continuamente lo que tienen que hacer, decir y pensar, pero un homo sapiens sapiens no alienado no encontrará en estas páginas más que los típicos consejos de perogrullo, apelaciones a tu fuerza de voluntad y lavados de cerebro al más puro estilo sectario. Encuentra tu ex fumador interior, podía haberse titulado. Si quieres dejar de fumar, yo te diré cómo: no fumes.
Los eventos históricos son una buena ocasión para sacar tajada. Y si no que le pregunten a Pérez Reverte. El antiguo reportero más dicharachero de Barrio Sésamo se casca unas novelas de encargo por efeméride que da gusto, embolsándose una buena cifra a costa de políticos con ínfulas culturales. Ahí tienen la del Dos de Mayo, ahora esa de Cádiz, pero antes fue Cabo Trafalgar. Lo único bueno que tiene este libro es que es corto, pero es lo único. Tirando de lenguaje barriobajero, entresacado del Diccionario Chelí de Ramoncín, más unas pinceladas de su sapiencia náutica, logra trazar un episodio nacional en donde ingleses, franceses y españoles de dos cojones se parten la cara en el mar sin que el lector se entere de nada. Aquello es como el guión de un capítulo de Física o Química que transcurriera en el mar (“Cabano, tron, que nos cañonean los guiris y eso no mola nada”).
Y para terminar, el éxito de la temporada. Crepúsculo, una historia de vampiros más sobada que el reposacabezas de un autobús de Alsa, sólo apta para las hijas de Zapatero y criaturas afines, que encima se ha convertido en saga literaria y cinematográfica. Los monstruos de siempre, pero ahora transubstanciados en adolescentes depresivos de tez fosforescente, con el mismo interés literario que el prospecto del paracetamol. No se dejen engañar, los libros estos son iguales a los de la sección Romanticismo de la estantería del Carrefour, esos de letras doradas y portadas con hombres de torso desnudo junto a un caballo blanco, pero con licántropos y nosferatus luchando por el amor de una niña de la generación ipod.
En resumen, con libros como estos hay que tener cuidado. Algunos son tan perniciosos que hasta me han dado ganas de encender la tele.


El Pueblo de Albacete (9 de mayo de 2010)

miércoles, 5 de mayo de 2010

Piraticas

Permitidme un mínimo aporte medianamente relacionado con el post anterior.
Leo, en el boletín de junio de CEDRO, que " La piratería de libros en la red alcanzó un valor de 200,5 millones de euros en el último semestre del 2009", lo que supone "una tasa media de piratería del 19,7%".
Como me aburro con estos calores mortales, me da por hacer cuentas, y si, a modo orientativo, cojo el dato mencionado en el informe de Comercio Interior de 2008 que mencionaba en el post anterior que dice que "En 2008 la cifra de facturación obtenida por ventas de libros en el mercado interior, calculada a precios de tapa, I.V.A. incluido, ha sido de 3.185,50 millones de euros", me sale que lo pirateado es más o menos un 6,3% del total facturado.
Mis matemáticas no son lo que eran, y como bien señalaba Ventayol, sociólogo no soy, pero no parece un porcentaje apocalíptico de no-ganancias. Sobre todo, teniendo en cuenta que los datos los dan ellos y no tienen por qué ajustarse a la realidad.
Cosas del lobby lagarto-editorial españó, supongo...
Por cierto, Trapiello tampoco parece ajustarse a la realidad.
P.D.: Una curiosidad, ¿alguien puede explicarme, brevemente o no, cómo se calcula una "tasa media de piratería"?
P.D.2: Esto de regalo:

domingo, 2 de mayo de 2010

Enchufa, webón


La cosa esta tiene tres años, y lo que yo me pregunto es cómo no he dado con ello antes. Probablemente sea lo más bizarrángano que han visto y oído en mucho tiempo.
Y lo peor es que no me lo saco de la cabeza.
Denle caña a los altavoces y abran sus mentes...


Muere, Trololo!! Llega Benni!!!

Reto Fanzine 2023

 Bueno, pues parecía que no pero al final sí, así que... Queda convocada la 19 edición de nuestro Reto Fanzine para el VIERNES 29 de diciemb...