domingo, 29 de enero de 2012

El Profesor Poopsnagle

La nostalgia, que en el fondo es otro modo de llamar a la mala memoria, nos juega malas pasadas. Creemos añorar algo del pasado no per se, sino por lo que representa, que suele ser, sobre todo, un yo más joven y con problemas más sencillos. Basta echar un vistazo ahora a aquello que nos empeñamos en malrecordar, para comprobar cómo nuestras expectativas caen a ras de suelo, y lo que en nuestra mente era bonito o entrañable, en realidad es un truño de proporciones bíblicas. El fenómeno de la nostalgia, explotado en esta década hasta la extenuación, y dado que el presente está bien jodido y el futuro pinta más negro que el sobaco de un grillo, nos está haciendo echar la vista atrás en busca de ese tiempo pasado que fue mejor. Así que están volviendo a nuestras vidas zurullos de los que ya creíamos que nos habíamos desecho, pero ahora recuperados, edulcorados y rediseñados para volver a hacernos pasar por caja, bajo aquel bonito principio mercantil de pagar dos veces por lo mismo.
Considérese todo este prólogo como una advertencia ante lo que viene a continuación, y que se resume en una sola frase: El profesor Poopsnagle y su autobús volador eran una mierda. Insisto en que no se dejen engañar por sus recuerdos de la infancia, por la dicharachera cancioncilla del bum-bum-chaca-chaca-bumbum. La cosa era un ñordo tal que haría vomitar al mismísimo Cthulhu.
Hagamos primero un somero repaso a la historia de esta serie para oligofrénicos que nos metieron cuando éramos críos, los de mi quinta.
La serie El profesor Poopsnagle y el secreto de las salamandras de oro empezó a emitirse en España en 1987 los sábados por la tarde. No contentos con esto, se volvió a emitir en 1991, y en 1992. Si les parecen muchas veces, sepan que en Reino Unido también tuvo tres pases, 1987, 1990 y 1998, y se la considera una serie de culto.
La cosa era una de esas extrañas coproducciones de los ochenta (1984), en las que se juntaban ocho o diez televisiones nacionales y se sacaban de la manga series para los nenes como Érase una vez… lo que fuera, Pumuki o La tía de Frankenstein. En este caso, Australia era la productora madre a la que se unió, entre otras, nuestra TVE. El profesor Poopsnagle era un spin-off de la serie El valle secreto (1980), ya que aparecían los personajes de aquella serie. Tiene guasa lo del remake porque El valle secreto fue un fracaso comercial en el Reino Unido. Es de suponer que no fue así en el resto de países coproductores y de ahí nació la casi inmediata secuela. El valle secreto iba de un campamento de verano y de sus insoportables y buenrollistas niños que luchaban cual indignados del 15M contra los especuladores y otra banda de zagales malvados, que querían cerrar el tinglado, y construir un macrocasino en Alcorcón o algo así.
El Profesor Poopsnagle… continuaba con las tramas ecocomunistas y los niños pelmas y multirraciales tal que así: el Doctor García -la aportación española resumida en José María Caffarel- decide irse en globo a Australia tras el cierre de Spanair, para encontrarse con su socio, el Profesor Poopsnagle, que ha inventado una fórmula que podría detener la polución del aire. Pero el profesor es secuestrado por el malvado conde Sator, ay, la nobleza, y sus esbirros.
Tras la desaparición de Poopsnagle, que encima es el abuelo de uno de los chicos de Valle Secreto, los críos ayudan a García a tunear su globo como una especie de autobús rojo pegado a un globo aerostático a vapor (el Megavapor). De esta manera comienza su búsqueda, a lo Código Da Vinci, para encontrar seis salamandras de oro, cada una de las cuales contiene el nombre de un mineral para la fórmula secreta. Criptografía pura.
Pues ya está. Luego son todo dar vueltas con el autobús volador, encuentra la salamandra, descifra la clave, ve a por otra salamandra, y bum-chaca-chaca-bumbum. Entre medias, las zancadillas del malo por boicotear el asunto, espiando y puteando al personal, con más gafe que fortuna. Ahí lo tienen. Si leído no parece gran cosa, visto es infumable. Interpretaciones de pena, efectos chuscos, diálogos dignos de una serie española, malos de opereta…
Y, lo peor de todo, que nos estamos comiendo su remake indirecto desde hace un año, pues qué es El barco de Antena 3 si no una variante marítima, musculada y patrocinada, como corresponde a un producto de nuestra época, del puñetero autobús volador. E igual de simple y estúpida.

 El Pueblo de Albacete, 29 de enero de 2012

domingo, 22 de enero de 2012

Softcombat

Excalibur, Conan, Los señores del acero, Los inmortales… Grandes títulos con algo en común: espadas. La fascinación de un chiquillo por estas armas es inevitable. Cuando mides menos de un metro juegas con un palo, o con una tizona de plástico, y te enfrentas al caballero negro, al dragón, a los orcos. Luego creces y esta afición queda relegada a las consignas del mundo real, pero en tu interior sabes que queda latente un guerrero que pugna por salir. Pero claro, nadie con edad para votar juega con un palo, y mucho menos con una espada de plástico. Los adultos no jugamos con juguetes.
¿Entonces? ¿Cómo satisfacemos esa necesidad intrínseca? ¿Nos liberamos de la frustración o la asumimos como parte del proceso de la madurez? No. ¿Entonces qué?
Entonces está el softcombat.
En plan académico, o wikipédico, se define el softcombat como una actividad, juego, o deporte, en el que dos o más personas se enfrentan entre sí usando simulaciones inofensivas e indoloras de armas blancas, normalmente de gran tamaño, como espadas, hachas, lanzas, y escudos, fabricadas en látex y gomaespuma.
En versión corta es pelearse con espadas de coña.
La cosa parece que surge de la necesidad de los jugadores de rol en vivo de desarrollar un sistema de combate para sus partidas lo más auténtico, y real, posible, pero ha desembocado en toda una modalidad cuasi deportiva perfectamente organizada en asociaciones, federaciones y con todo tipo de campeonatos y mundiales. No hay salón del manga que se precie sin su correspondiente exhibición de softcombat. Combinando el modelismo —que es algo de adultos—, con reglas —lo que lo iguala a un deporte—, con algo de recreación histórica —lo que te aleja de la frikez pura y dura—, el softcombat trasciende del mero duelo de espaditas entre flipados de Juego de Tronos o de Rurouni Kenshin para convertirse en algo tan serio y respetable como la práctica del ajedrez.
A día de hoy no existe una reglamentación unificada para el softcombat, pero las asociaciones de jugadores andan trabajando en este sentido, empleando como base la taxonomía clásica de los juegos de rol para clasificar el tipo de armas (a una mano, a dos…), los niveles de los jugadores, o las tablas de daño. Tampoco existe un modelo único de armas, pero dado que la mayoría son de fabricación casera, y van de la cutrez más absoluta de la cinta americana, a los diseños ultracurrados de látex endurecido y pintado; del espadón a dos manos a las gigantescas catanas de Bleach; sí existe una serie de pautas para garantizar que el combate sea lo suficientemente “soft”. Según internet, las espadas estándar de una mano suelen tener medidas comprendidas entre los 80 y 100 centímetros de filo, con 20 centímetros de pomo. Por seguridad, la punta de la espada de softcombat no ha de tener ningún elemento rígido en la punta de su acolchado, a fin de permitir que la estocada de acometida sea segura.
Los jugadores se suelen ordenar en niveles, que se obtienen mediante puntos de experiencia, ganados, habitualmente, mediante retos o duelos, con presencia de un árbitro. Es una experiencia lo más próxima a la esgrima real —hay asociaciones que lo denominan “esgrima acolchada”—. A la hora de esgrimir una espada de gomaespuma hay que tener claro dónde puedes golpear y dónde no. Son válidas barriga, pecho, brazos y antebrazos, piernas, hombros y espalda. En caso de recibir un golpe válido en alguna extremidad, dejas de usarla. Cuando el jugador pierde dos brazos o dos piernas se le considera muerto.
Sintiéndolo mucho por los hijos de Cimmeria, no son válidos el culo, los pies, la entrepierna y el cuello. Si se recibe un golpe en alguna de estas partes, el que ha sido atacado deberá confirmar que ha sido no válido.
La cabeza es intocable. Los genitales también. Uno muere cuando recibe un determinado número de impactos o simplemente cuando es alcanzado en las zonas predeterminadas.
Existe una película americana, una comedieta grosero-simpática, intitulada en el reino Mal ejemplo (2008), protagonizada por Paul Rudd, el gilipollas de American Pie, y el crío gafotas de Supersalidos, donde todas las tramas se resuelven al final en la batalla de softcombat más grande jamás filmada, que no tiene nada que envidiarle a la carga Rohirrin de El Señor de los Anillos o al final de Alatriste.
Y ahora permitan que, mientras suena The Power of Thy Sword de Manowar, vaya ajustarle las cuentas a un Águila Roja. Quién necesita mujeres teniendo cinta americana.


El Pueblo de Albacete, 22 de enero de 2012

domingo, 15 de enero de 2012

La navaja que baila

Cuchillos y navajas hay muchos, pero pocos tienen la autoridad, la presencia, el halo de un balisong. Navaja de abanico, de mariposa…, su verdadero nombre proviene de las islas Filipinas, donde los expertos sitúan, si no su origen, sí a quienes lo han convertido en un emblema nacional desde hace más de un siglo.
El concepto del balisong es sencillo, un cuchillo que se guarda en sí mismo, por lo que gracias a sus dos empuñaduras móviles no necesita funda. Es el mismo principio de las navajas automáticas, con las que comparte algún que otro aspecto, como veremos más adelante. Mientras tanto, no nos llamemos a engaño, lo bonito de este chisme es sacarle la hoja haciendo florituras con una mano, rápidamente. Por eso es el favorito de los artistas marciales.
Un balisong estándar completamente desplegado debería medir 29 centímetros, por cierto, y según dónde tenga montado el clip de cierre puede ser del tipo “batangas”, si está en el lado del filo de la hoja, o “manila”, si está al contrario.
Existen muchas leyendas sobre el uso fabuloso del balisong de los guerreros de Filipinas. La más extendida es la del guerrero que venció a 29 enemigos con su “cuchillo desdoblado”; este número le dio el primer nombre al arma.
Posteriormente tomará el nombre definitivo de un pequeño barrio en la región de Bantangas, (sur de las islas de Manila) donde estaban especializados en la producción de este tipo de cuchillo; según los ancianos del lugar, el arte de la manufactura del balisong fue pasando de generación en generación.
Traducido del tagalo de forma literal “bali” significa romper y “song” se refiere al cuerno con el que se hacían las empuñaduras del arma, de lo que se deduce su significado. Cuando el cuchillo llegó a América, los de allí le dieron otra interpretación, más fonética. También se le conoce como batanga, o balison, sin g, en determinados países de Sudamérica.
Concluida la II Guerra Mundial, los marines destinados en el Pacífico introdujeron en los Estados Unidos este tipo de cuchillos. La mala fama le llegó en los años 50, debido al mal uso que le daban las pandillas de moteros de aquella época, hasta el punto de estar a punto de desaparecer, pues se la consideraba un arma peligrosa en manos de delincuentes. Más o menos, lo mismo que sucedió tres décadas después con las automáticas. Fueron los artistas marciales de los 70 y 80 los que le dieron un impulso al balisong a través del cine de kung fu y lograron reflotar el uso y la fabricación de estas herramientas.
Arma para la defensa personal, su manejo es sencillo, pero requiere práctica y mucho cuidado con la punta y el filo. Los libros de los expertos recomiendan comenzar a emplear una navaja tipo batangas.
Pocos se resisten, cuando tienen una en sus manos, a tratar de hacerla oscilar, balancear su hoja y sus brazos y hacerlos girar entre los dedos, igual que hemos visto hacer, a los malos, en las películas de acción.

El Pueblo de Albacete, 15 de enero de 2012

lunes, 9 de enero de 2012

La increíble historia de los cerdos gadarenos

Uno de los episodios más raros e interesantes, y obsesivos para los fanático-cristianos, es el de los cerdos gadarenos. Como la catequesis nos queda lejos a los frikis en general, refrescaré la memoria con una rápida síntesis de lo narrado en el Nuevo Testamento, que sin pretender ser irrespetuosa, no puede menos que tampoco tomarse en serio.
Jesús desembarca en la tierra de Gadara, lugar que unos interpretan como Umm Qais, en Jordania, a unos diez kilómetros al sudeste del mar de Galilea, y otros como Gerasa, Jerash, también en Jordania, a 50 kilómetros del mar de Galilea. Allí viene a su encuentro un endemoniado. Bueno, uno según Marcos y Lucas, porque Mateo dice que venían en pareja, como la Benemérita.
De momento, por mayoría, pongamos que era uno solo; nos cuentan que, además, vivía en los sepulcros, andaba en pelotas y que ni cadenas ni cuerdas conseguían retenerle. Este remedo de salvaje, o de Hulk, se planta ante Jesús y reconoce al instante en él su poder divino, así que, abrumado, en lugar de entablar combate, o lo que hiciera habitualmente con sus vecinos, se acongoja. Jesús le pregunta cómo se llama.
-Legión- dice el tipo- Porque somos muchos.
Esto ya nos va sonando más, ¿eh?
Los demonios están por irse a toda mecha y le piden a Jesús permiso para salir de ese cuerpo humano y meterse (poseer) a una piara de cerdos que había por allí cerca. El nazareno accede así, sin más. Los cerdos, unos dos mil, posesos, salen como ídem disparados, se tiran por un barranco al agua y se ahogan.
No se vayan todavía, que aún hay más. Las gentes de Gadara, entre asustados y supongo que molestos por quedarse sin cerdos —¿los gadarenos sí podían comérselos?—, acuden al lugar y le piden a Jesús amablemente que se vuelva a su casa. Jesús se larga, yo creo que con algo de prisa, y se deja allí al endemoniado curado —este quería irse con él, ¿por temor a las represalias?, pero el mesías no se lo permite—, y con algo de ropa.
Alucinante.
Tanto o más como las justificaciones e interpretaciones de quienes se creen la biblia a pies juntillas. Es imposible cuantificar aquí, en unas pocas líneas, los debates que esta historieta ha provocado, no ya en la red de redes, sino en la historia. Teólogos, filósofos, políticos… personalidades de todos los niveles, culturas y momentos se han enfrascado en el problema de los cerdos con más ardor que en la cuestión del sexo de los ángeles. Porque preguntas no faltan.
¿Por qué a los Legión no se les ocurrió otra cosa que irse con los cerdos? ¿Quién era y qué pasó con el dueño del hato? ¿Y con el exposeído? ¿Qué significa esto, cuál es la lección a aprender? ¿No parece que Jesús castiga a los gadarenos por criar cerdos para venderlos a quienes sí se los comían?
Otros investigadores, como el teórico de la conspiración bíblica Joseph Atwill, cree que la historia es una representación del conflicto entre las legiones romanas y los insurrectos de Decápolis, grupo de diez ciudades entre Jordania, Israel y Siria al que pertenecían tanto Gadara como Gerasa.
Legión, ciertamente, es un término militar romano que engloba a unos 6.000 efectivos, lo que quiere decir que sí que eran muchos para un solo tipo, y que entre 2.000 cerdos tocaban a tres por gorrino. Quizás se suicidaron porque no soportaban la soledad…
Con todo, aparte de ver cómo el cerdo acaba por ser el malo de la película, es que larelevancia de esta historia, más allá de sus incongruencias bizarras, está muy presente en nuestra cultura occidental. Basten acaso unas pinceladas como muestra de ello.
El “legión” más famoso después de este caso, es el de la novela de William Peter Blatty, secuela de “El exorcista” y que también fue llevada exitosamente al cine. De los cerdos, siempre he visto una relación entre los de este relato y las cosas-cerdo de “La casa en el confín de la tierra”, de William Hope Hodgson.
La repentina invasión de “miles” de criaturas porcinas que emergen del pozo y atacan la casa con furia demoníaca es sobrecogedora. No tan traído por los pelos como pudiera pensarse en un principio, tenemos, en una galaxia muy muy lejana, a unos seres a los que veo muy inspirados en los posesos de Gadara, unas criaturas gorrinescas de afiliación malvada, los gamorreanos -préciese el parecido bíblico nominal-.
Tipos duros y malos que trabajan para criminales como Jabba el Hut. Una razón más para hacerse trekkie. O vegetariano.

El Pueblo de Albacete, 8 de enero de 2012

Reto Fanzine 2023

 Bueno, pues parecía que no pero al final sí, así que... Queda convocada la 19 edición de nuestro Reto Fanzine para el VIERNES 29 de diciemb...