lunes, 30 de agosto de 2010

(Intento de) Romance del futbolista y el aspersor



Ante un calor que quemaba,
en un campo abrasador,
tenía sed, quería agua,
y me acerqué al aspersor.
De éste el agua manaba
en un gran chorro a presión,
le seguí en su ruta de riego
y me sumí en el frescor.
Mojado de pies a cabeza,
gracias al buen surtidor,
me sentí reconfortado
y dije adiós al calor.
Adiós al fuera de juego,
y al gol que no llegó,
lo único que apaciguó mi alma,
esa tarde, fue el aspersor.
(Fotografía Carmen Cebrián)
El Pueblo de Albacete, 30 de agosto de 2010

sábado, 28 de agosto de 2010

El domingo, las pistolas y tu padre (Sesenta mil satanases, 26)

Uno de los buenos detalles que se recuperan en verano es ver una película del oeste con tu padre.
Tiene mucho de especial ese momento después de la cabezada de sobremesa cuando, huyendo del vocerío televisivo habitual, ese señor que es tu padre cambia al canal regional, o a algún otro de esos nuevos y recónditos que nos ha traído la TDT, para visionar un western. Apoltronados en el sofá, con el ventilador cerca, pero no demasiado, comienzan a desfilar ante nosotros los familiares paisajes polvorientos del Lejano Oeste, el relincho de los caballos, las mesas de póquer del saloon, el whisky de trago y los revólveres. Como viejos amigos, nos reencontramos con John Wayne, Randoph Scott, Clint Eastwood..., y ya metidos en el Mediterráneo, a Fernando Sancho, Franco Nero, Terence Hill y Bud Spencer..., y toda una legión de secundarios dispuestos a caer bajo los tiros del Peacemaker, el Winchester 73 o las flechas de los sioux.
Nadie discute la valía de las cintas de John Ford o Howard Hawks, pero nuestro espíritu friki se alimenta mejor de los spaghetti western, que a fin de cuentas es lo que más prolifera en nuestros televisores. Puede que Tarantino les redescubriera a sus paisanos el género con el pseudohomenaje de Kill Bill, pero aquí nos hemos criado con duelos bajo el sol de Almería, qué le vamos a hacer.
Son las violetas producciones italoespañolas las que nos sacan del sopor y nos ponen en comunión con nuestro progenitor, que suele acompañar los primeros compases del filme con frases como “ésta es buena”, o “ésta la vi en el cine de verano”, y aprueba con un ademán el escote de la Cardinale. El calor que sientes lo comparas con el que sufre el pistolero. Esa mosca que ronda bajo el ala del sombrero se parece a la que te zumba junto a la oreja. Se reaviva en ti el espíritu infantil de cuando jugabas a indios y vaqueros, o cuando te disfrazaste de cowboy en carnavales con un poncho que no se parecía demasiado al del Hombre sin Nombre. Comienza la melodía de Morricone o de cualquiera de sus muchos imitadores, y sabes que antes de que aparezca el FINE muchos van a morir.
La magia del western logra esa conexión intergeneracional con tu progenitor, casi como si se tratase de un rito de iniciación, una comunión donde las hostias las reparte el pistolero de negro y son del calibre 45. Por desgracia, parece que esta forma de entender y entenderse gracias al cine se está perdiendo por la corrección política, la prevención de traumas infantiles y vaya usted a saber qué más. Algunos padres modernos han satanizado las pistolas de juguete, por aquello de no fomentar la violencia, y supongo que tampoco les dejarán leer a Lucky Luke o a Blueberry. No es de extrañar que en unos años estos vástagos no entiendan qué representa exactamente el Woody de Toy Story.
Pero de momento, a nosotros -que no hemos salido tan mal- nos encantan estas producciones de bajo coste que, sin embargo, no desmerecen en calidad y originalidad a muchas revientataquillas de hoy en día. Las historias de venganza siempre despiertan nuestra empatía, quizá porque el género humano es un poco hijoputa, y por eso, de ojo por ojo están las videotecas llenas. También nos gustan esos pistoleros solitarios sin afeitar, héroe (que no el bueno) entre los malos malísimos, que a través de la violencia, el polvo y el sudor buscan algo tan comprensible como es la justicia. No hay que olvidar que muchas de estas historias esconden también un trasfondo social, de lucha de clases, como el rico terrateniente que se impone al campesino, o de la cobardía de las masas ante un dictador que rige el pueblo con mano de hierro. Admiramos a Leone y su trilogía del dólar, a Corbucci, a Castelari... Nos fascinan esos títulos llamativos, descriptivos e irrepetibles como Django, Siete mujeres para los Mc Gregor o Si te encuentras con Sartana ruega por tu muerte.
Y así, echamos la tarde hasta la hora de las cañas. Y nos volvemos a casa con la paz de espíritu que sólo dan la comida casera de mamá y el disfrutar con el viejo de El bueno, el feo y el malo. No es mal plan para un domingo.

jueves, 19 de agosto de 2010

Apuntes vacacionales (Epílogo): Esto lo he escrito yo

Aunque hace ya unos días que se terminaron mis días de asueto, no podía dejar sin cerrar estas minicrónicas con un aporte de calidad. Todo verano y todo viaje tiene su música. La nuestra ha sido la que da título al post, de tentáculo y letra de Patricio Estrella.
Sí, hablo del personaje de Bob Esponja.
Allá donde íbamos, surgía la canción. Pegadiza como pocas, con una letra que ríase usted de Manolo García, Sabina o Bunbury, alegre e intrascendente, ideal para el verano.
Listos para el rocanrol? Suban los altavoces!

Punta punta punta!!!
PD: ESTO LO HE ESCRITO YO
He hecho un sandwich de paté
de bacon y puré
y lo he llamado Fred
me ha dicho mi mama 
que no huele muy bien
escribir es duro por eso mi lapiz tiene punta
punta punta punta punta pun
¿Qué es eso que huele maal?
SOLO DE BATERÍA
Cabeza con la forma de una punta
punta punta punta punta punta pun
Ya se acabó no pienso decir más
es el final.
BROCOLIIIIII

Jevisaurios!!!!

Bueno, en realidad se llaman HEVISAURUS y son mi descubrimiento de la semana. Los detalles de la banda los podeis leer en http://www.biginfinland.com/?p=1442 , en la Wikipedia, o si sabéis finlandés, en la página del grupo (http://www.hevisaurus.com/) o en su myspace (http://www.myspace.com/hevisaurus). Como sé que sois unos gandules y que pasáis del hipertexto, os resumo que son una banda de cinco dinosaurios -bueno, cuatro y un dragón- que tocan heavy metal para niños. Canciones con reminiscencias clásicas del metal, algunas incluso demasiado "homenajeadoras"  -el tema Jee Hevisaurus es casi un plagio de Heaven's On Fire, a mi entender-, lo que tampoco es un drama en estos tiempos que corren y que a los críos tampoco hará daño.

No podíamos esperar menos del país del campeonato mortal mundial de sauna y Lordi. Hevisaurus tienen un disco publicado y otro en ciernes para septiembre, cuentan en sus temas con colaboradores del ramo, logrando así ser todo un hitmaker en su tierra helada -Sony Music no apuesta en balde-. 


Cinco tíos (cuya identidad permanece secreta, cual superheroes) disfrazados de dinosaurios del metal. Escamas de plástico, cuero y tachas, con nombres aún más ridículos que los de los teletubis, (Herra Hevisaurus, Milli Pilli, Riffi Raffi, Muffi Puffi y Komppi Momppi... ¿no son un encanto?), aunque no menos que algunos seudónimos de sus colegas blackers adultos.
Así están las cosas, mientras nuestros criaturos les venden cantan aquí las tontunas de los Lunnis, la Patito Fea o Juana Montana, en Finlandia hacen cuernos y escuchan hard rock antediluviano con guasa.


¿Tendría fuste esta idea en España? Lo cierto es que a Mago de Coz ya les queda menos para parecer una banda infantil, pero cuesta imaginarse a los Lunnis arrancarse por Barón Rojo u Obús. Si algún directivo patrio se lo está pensando, desde ya le recomiendo a Rosendo como letrista.
Me parece que nuestros hijos tendrán que empezar a aprender las inflexiones del finlandés, o conformarse con tararear hits como el Mapa de Dora exploradora.

lunes, 16 de agosto de 2010

Cuando El Coyote dominaba el mundo (Sesenta mil satanases 25)

Los que llevamos tiempo en esto de desenterrar cadáveres para trazar el árbol genealógico de la literatura, sabemos que la crítica y el público no siempre andan por la misma senda, más bien van a la gresca, sobre todo, porque quienes se dedican a opinar sobre el trabajo ajeno pecan demasiado de snobismo, por aquello de diferenciarse del vulgo. Y si bien suele pasar, más de lo debido, que los libros favoritos de la gente carecen de una calidad aceptable, tampoco hay que colgar de la mesana a cualquiera que huela a best-seller. No tiene nada de malo querer forrarse vendiendo libros, y si quien lo consigue es un tonto a las tres, con más suerte que horas de trabajo a las espaldas, pues como en la lotería, habrá que envidiarle y seguir jugando.
Resulta más molesto, en cambio, cuando en España los expertos rechazan y hasta ignoran una obra que es buena y es comercial –lo que quiere decir que se vende-, sólo porque se trata de las mal llamadas novelas de género. Terror, policiaco, fantástico o del oeste…, géneros malditos para los doctos patrios que las etiquetan como de segunda división, y las relegan al estante del fondo o a la sección de literatura juvenil.
No hay más que ojear una revista literaria para cerciorarnos de que, entre poemas -¿alguien compra poesía?-, y estudios borgianos, jamás veremos reseñas sobre libros de ciencia ficción o fantasía heroica, y mucho menos de autores españoles. Ya puedes recibir premios a espuertas, incluso a nivel internacional, que quedarás relegado a una nota al pie en una enciclopedia, a los cajones de los libreros de saldo y a los blogs de los cuatro frikis que te recordarán de la infancia. Aunque hayas ganado millones, estarás fuera del Olimpo de los autores “buenos”.
A mí no deja de sorprenderme el caso de José Mallorquí. El creador del personaje pulp español por antonomasia, El Coyote, hoy en día no parece más que merecidamente reconocido en internet. Fuera de las webs de algunos fans, y de algún artículo reivindicativo, Mallorquí no existe.
José Mallorquí nació en Barcelona en 1913 y falleció en Madrid en 1972. Fue traductor de obras de Agatha Christie y de pulps norteamericanos, como la histórica revista “Weird Tales”, de cuya versión española llegó a hacerse cargo (aunque nunca llegara a publicarse en España, sí en México y Argentina). Escritor de oficio, tocó todos los palos, desde novelas de misterio, hasta futuristas pasando por el western que es el género en el que cosechó más éxitos y donde, en 1943, creara al inmortal Cesar de Echagüe y su alter ego enmascarado.
El fenómeno Coyote, que nada tiene que envidiar a Doc Savage y The Shadow, supremas majestades en esto del pulp, jamás se ha vuelto a repetir en nuestro país hasta la fecha. En nuestra realidad del siglo XXI somos incapaces de asimilar el logro de Mallorquí, cuyas novelas eran, a finales de los años 40, la obra en lengua hispana más traducida internacionalmente después de Cervantes, o que las historias del Coyote llegase al cómic, al teatro, a la radio en forma de serial, y finalmente, al cine. Ríanse de los vampiros reflectantes de Crepúsculo o el mago cuatro ojos de Harry Potter, que encima pueden contarse sus andanzas literarias con los dedos de las manos. Sólo nuestro amigo Coyote aguantó 192 títulos, hasta 1953. Luego está todo lo demás.
Pero es que encima sus novelas están bien. Buenas historias plagadas de acción, humor, intriga… Hay de todo en el serial de El Coyote. Y están muy bien escritas. La historia del Coyote es la de California después de la anexión a EEUU, de don César, de su familia, y de sus innumerables secundarios que le rodean, a lo largo de los años. Vemos cómo crecen los escenarios y los personajes, como sufren, como, a veces, los matan y los vengan, y otras se mueren y los reemplazan.
Su virtud fue su condena, y es que el carácter de edición popular y barata de sus libros, y la maldición de la literatura de género, a la larga ha sido la losa que le ha negado un lugar junto a Delibes, Cela o Francisco González Ledesma aka Silver Kane, este último, heredero del mismo palo, pero con más suerte gracias al boom en los 80 de la novela negra barcelo-española.
A pesar de todo, los seguidores del Coyote, como los de Conan o Tintín, lo son para siempre, y vemos su influencia en las películas, en los libros y en las series que han venido después. Sin el Coyote no habría Águila Roja, ni capitán Alatriste, ni la Trilogía del Dólar de Leone… El Coyote, para nosotros, siempre cabalga de nuevo.


El Pueblo de Albacete, 15 de agosto de 2010

viernes, 6 de agosto de 2010

Apuntes vacacionales IV: Iron, Lion, Zion

Cambio de destino de última hora: León.
León es la ciudad perfecta para un albaceteño, Tiene ese pasado medieval que tanto añoramos (envidia chinchillana), temperaturas agradables y soportables (aunque los nativos se empeñan en decir que 30 grados es calor extremo!!!) apenas hay cuestas (Toledo, muérete), y cañas con tapa. Maravilla de la humanidad, y no hablo de la catedral, es esa sana costumbre leonesa de poner tapa con la caña, a precios que te hacen pensar que en Albacete son un atajo de ladrones.
Un lugar donde la sopa de ajo es una tapa, como lo también son la morcilla, chorizo, cecina, tigres... no puede ser malo. Hay vermú casero por doquier -y con sifón-. Los leoneses -como los de Ciudad Real- son más de cortos, que es la mitad de una caña estándar albaceteña (o una caña integral madrileña), por lo que los forasteros del Llano nos distinguimos enseguida. Somos los de los vasos grandes y las tapas de gorrino antes que las de ensaladilla o cosas vegetales. Los que pagamos y, con una sonrisa lobuna, pedimos otra ronda y una ración de cecina...
Cañas, vermús, cañas y románico. El paraíso.
Pero hay más.
Hace años, quizá diez, escribí una novela policiaca ambientada en el siglo X. Entonces sólo tenían internet las bibliotecas y los ricos, y procurabas que los datos que bajabas cupiesen en un disquete. Me costó tiempo y dinero, pero para lograr una correcta ambientación leí mucho sobre visigodos, el Camino de Santiago, Claudio Sánchez Albornoz, Almanzor, y por supuesto, León. Pero, a pesar de tirarme casi un año dedicado a recopilar información -y otro para escribir la novela, ya veis para qué- siempre tuve esa espina de no poder visitar los lugares que describía. Pues bien, ha sido un gustazo pisar León y contemplar al fin esos fragmentos de románico, desde la arquitectura hasta los códices de antes del año Mil. Más a gusto en tanto que una capital con semejante valor histórico no ha perdido el norte en tanto a precios, a hospitalidad, a besarle el culo a los guiris... como ha sucedido en Granada, Barcelona... Al menos hasta donde yo he visto.
Y ojo, que León es una ciudad de modernos. No es una pedanía madrileña como Albacete, donde cualquier giliminga con ínfulas gafapastiles se dedica a copiar los looks y ademanes de Malasaña o Chueca, sino que tiene un estilo propio, que sólo puedo definir como No-Gilipollesco.
Me quedo en León por tiempo indefinido, hasta que la tarjeta aguante

El pantocrator pide dos cañas mientras sostiene una tapa de morcilla.

jueves, 5 de agosto de 2010

Apuntes vacacionales II: Paso de la muerte

A tenor de lo que estamos viendo, puedo confirmar que Cantabria es la comunidad autónoma donde los peatones más cruzan las calles por donde le sale de los huevos. Al principio pensé que era cosa de los  turistas, luego de los habitantes de los pueblos pequeños. Tras una visita a Santander nos cercioramos que no, que cruzan a lo loco por donde les da la gana, sin miedo a ser arrollados por un coche.
Que esa es otra, aquí se conduce muy muy rápido, pegándose al coche de delante y metiendo ráfagas cuando creen que no vas lo suficientemente acelerado.
¿Pa qué las prisas?

Cruzar por los pasos de cebra es de cobardes.

lunes, 2 de agosto de 2010

Apuntes vacacionales I: Deluxe


Amigos, he de informarles que la cerveza en general (y la mahou en particular) de a tercio es un artículo de lujo en Cantabria. O al menos te la cobran como si lo fuera.
Vamos a tener que plantearnos el comer con agua.

La tapa es una rulaja salchichón

Reto Fanzine 2023

 Bueno, pues parecía que no pero al final sí, así que... Queda convocada la 19 edición de nuestro Reto Fanzine para el VIERNES 29 de diciemb...