sábado, 30 de octubre de 2010

Viviendo en Ejmólvil (Sesenta mil satanases, 35)

Si son aficionados a los tebeos y/o las series de televisión ha de sonarles, aunque sea por aproximación fonética, esto de Ejmolvil, que no es sino la mancheguización de Smallville, ese pequeño pueblecito donde se crió Clark Kent antes de convertirse en Superman. Déjenme contarles en apenas unas líneas las primeras temporadas de la serie que emite TVE entre los episodios de Bob Esponja y Águila Roja. Básicamente la línea argumental nos cuenta cómo cuando el pequeñó bebé de Kripton aterrizó en la granja de los Kent, múltiples fragmentos del extinto planeta de origen de Kal-el llegaron con él, afectado de forma muy especial a varios cientos de smallvilianos, o smallvitenses. Vamos, lo que viene siendo que unos paletos del medio oeste desarrollan superpoderes por culpa de la kriptonita radioactiva. El adolescente Superman tendrá que luchar contra sus hormonas y su despertar sexual, como el Carlitos de Cuéntame, y además enfrentarse a la muchachada atómica que, por no ser de Marvel, no saben la premisa spidermaniana de "un gran poder conlleva una gran responsabilidad".
¿Y todo este rollo friki a qué viene?, se preguntarán algunos. Pues viene a que Albacete, además de estar hermanada con Vienne, Houndé, y tres o cuatro más, debería hacerlo ya con Smallville, o ya directamente, cambiarse el nombre por el propuesto en el título del artículo, ya que si de algo podemos presumir, además de nuestras navajas y rotondas -elementos mortales, ambas, en malas manos- es de tener el mayor porcentaje de vecinos con poderes que yo haya visto nunca. Para los incrédulos, y a la espera de que Iker Jiménez tome cartas en el asunto, sólo hay que explicarles unos cuantos casos que, por su cotidianidad, no damos importancia. Pero la tiene, y mucho.
Como si los fragmentos de kriptonita hubieran caído en el agua, de ahí su peculiar sabor, muchos albaceteños han desarrollado unos superpoderes como no se han visto en la tele ni en los cómics. Para empezar, está esa capacidad de muchos de conducir un vehículo sin mirar. Guiados por una fuerza mística, ultrasonidos a lo murciélago, o qué sé yo, muchos convecinos circulan por nuestras calles desafiando no sólo las leyes más básicas de la DGT, sino de la misma Física. Sin retrovisores ni intermitentes, ni pollas en vinagre, para un albaceteño a bordo de su albamóvil no hay inercia, ni deceleración, ni ceda el paso, y aún así, conduciendo de modo que haría giñarse encima a un kamikaze, apenas hay accidentes. Estos mismos poderes se trasmutan al llegar la tercera edad, cuando el sujeto es un peatón, siendo ahora la supervelocidad lenta y la capacidad de detener autobuses con la mirada sus principales bazas.
Otro de nuestros dones sobrenaturales más sobresalientes es el del conocimiento absoluto. No hay más que entrar a uno de estos templos del saber que son los bares, para encontrarse con verdaderas wikipedias humanas que, con la chusta de ducados en los labios y una cerveza, son capaces de recordar hasta el dato más nimio o la información macroeconómica más reservada. Por desgracia, nadie acude a ellos, y es que los superpoderes también tienen su lado oscuro.
También tenemos muchos ciudadanos con el don de la invisibilidad. Por alguna razón, este fenómeno suele afectar a empleados públicos, desde policías a encargados de ventanillas municipales, por lo que no se descarta que haya algún vestigio del meteorito mutante en el Altozano o sus inmediaciones. No hay constancia hasta la fecha, pero corren rumores de que en este sector de la población también se han dado casos de personas capaces de viajar en el tiempo, que fichan al salir del trabajo a las tres y llegan a su casa a los dos y media, u otros que, estando de baja, recupera milagrosamente la salud bajo los influjos de la luna, los neones y el Brugal-cola.
En los más jóvenes se han estudiado individuos cuya voz, a altas horas de la madrugada, es capaz de alcanzar más decibelios que el despegue de un bombardero; o mutaciones tales como la posesión de varios hígados, facultad que haría palidecer de envidia a un tornero-fresador de Siberia.
Nuestra clase política tampoco es ajena estos factores, por ejemplo, fuentes no contrastadas hablan de que se ha visto a la alcaldesa inaugurar unas jornadas medioambientales en la universidad al mismo tiempo que departía en el Ensanche con las amas de casa. ¿Ubicuidad o clonación? Quién sabe.
Están entre nosotros, convivimos con ellos, sin que por el momento nos causen demasiados perjuicios. Usted mismo, que lee esta columna, si lo piensa por un momento, seguro que conoce a más de una persona con un poder inexplicable al que hasta ahora no había dado importancia. Quizás hasta sea uno de ellos.
Al que no he visto por ahora es a Superman. Tal vez se haya quedado en su granja -¿de la carretera de Jaén?- a la espera de refuerzos, para crear la Liga de la Justicia de Albacete, o algo similar.
De todos modos, yo siempre he sido más de Batman.


El Pueblo de Albacete, 31 de octubre de 2010

jueves, 28 de octubre de 2010

Star Chess

A ver, frikazos, ¿cuál es vuestro ajedrez favorito?
a) El ajedrez Tri-D

b) El Holoajedrez


Sea cual sea, necesitáis salir más de casa.
(Más variantes y juegos espaciales en http://www.projectrho.com/rocket/rocket3ax.html)

ALA y SB firmando Candy City

Por si no lo han visto en otros blogs amigos, aquí les adjunto la nota de tan importante evento:

El próximo sábado, día 30 de octubre, a las 18.30 horas, la librería albaceteña Legend, sita en la calle Francisco Pizarro nº12, acogerá una sesión de firmas de la novela CANDY CITY, escrita por Alberto López Aroca e ilustrada por Sergio Bleda.
CANDY CITY es una obra de serie negra americana, presentada en sociedad el pasado mes de julio en Gijón, en el marco de la Semana Negra, cita internacional obligada para los aficionados a la novela policíaca. Según López Aroca, esta novela “es una aproximación a la serie negra tradicional, y se adentra en las raíces del gangsterismo anterior a la Ley Seca y a los célebres tiempos de Al Capone”.
Esta violenta novela ha salido a la luz de la mano de la editorial Ilarión Ediciones, y está a la venta en toda España desde comienzos del pasado verano.
Las ilustraciones de Sergio Bleda, uno de los autores de cómics más internacionales del panorama español moderno, se han realizado ex profeso para esta edición, y según López Aroca, “a mí ahora me parecen imprescindibles. Sergio ha realizado una labor de investigación que roza la locura; todo lo que ha dibujado corresponde a la época, todos los detalles son auténticos; esto es una maravilla”.
Alberto López Aroca (Albacete, 1976) es autor de una decena de libros, y es también conocido como investigador sherlockiano. Además de CANDY CITY, entre sus obras destacan El misterio de la Armadura Pródiga (QVE, 2009), Sherlock Holmes y lo Outré, Nadie lo sabrá nunca, Los Espectros Conjurados o la novela El placer según Mateo.
Sergio Bleda (Albacete, 1974) es historietista, guionista e ilustrador, y lleva trabajando profesionalmente en el mundo del cómic desde hace veinte años. Es el autor de la célebre serie El Baile del Vampiro, edita recientemente en Estados Unidos por Dark Horse Comics, y entre sus obras más recientes se encuentra la serie La Conjura de Cada Miércoles, Bloody Winter, Duérmete, niña y las ilustraciones del libro infantil 33 Abuelas, escrito por Luis Cauqui.
Ambos autores estarán presentes en la sesión de firmas de la librería Legend, y dedicarán personalmente CANDY CITY a los lectores que deseen acercarse al acto.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Estado: lector

A pesar de que la mayor parte del sueldo siempre se va en lo mismo, pagar recibos y más recibos, reservo una pequeña cantidad para mis caprichillos, que suelen dividirse en tres categorías: tebeos, novelas y juegos de mesa. Salvo los juegos, que suelen caer muy de tanto en cuando, la lectura fluye y circula por casa mes tras mes. Y a veces, como ha ocurrido ahora, me posee un impulso lecto-berseker y manda a tomar por saco todo el presupuesto. Ea.
En lo que llevamos de octubre, sólo en libros, he adquirido -y leído- el quinto de Dresden (Máscaras de muerte); la edición bolsillera del necesario Playback, de Raymond Chandler; de Roald Dalh pillé el imprescindible Relatos de lo inesperado (leído) y El cambiazo (estoy en ello); y me he dejado para noviembre un inminente viaje a otros mundos con Hyperion y La caída de Hyperion de Dan Simmons. Escribo de memoria, pero creo que están todos.

Me compré el Chandler de bolsillo de Alianza. La edición de la imagen, aunque rentable en cantidad/precio, me resultaba ilegible por lo voluminoso y pesado del tocho en cuestión (otra víctima del Síndrome de la Edición Absolute).
Por otro lado, abandoné al segundo intento El nombre del viento. Este libro, que anda por su 16 o 17 edición, lo adquirí en las navidades pasadas empujado por las buenas críticas que vi por la red, y no he conseguido que me entre de ninguna manera. Tras una primera intentona frustrada, lo dejé correr unos seis meses, pero tampoco en esta ocasión he podido con él, así que lo relego ahora un año. Si entonces tampoco logra atraparme, irá a parar a la estantería de los libros malos, a coger polvo. Creo que el constante, e injustificado, cambio de narradores y una historia que ya tengo muy vista, son los culpables de mi rendición.

Sigo sin saber si me han timado o no con este libro.
A medias, o mejor dicho, interrumpido por el arrebato lector de los antes mencionados, tengo el duro y acojonante primer tomo de Príncipe de Nada -En el principio fue la oscuridad-, de R. Scott Bakker, una obra maestra que vuelve a demostrar lo sobrevalorado que están los tochos de Falcon Crest medieval de RR Martin. Lo tengo a medio porque éste es de los que hay que leerse despacio, bien despierto, y además está en casa de mis padres.
Para el mes que viene ya tengo la lista hecha, que incluye el sexto de Dresden y uno de Carl Sagan.
Esto es un vicio más caro que la heroína. Quizás sí me salga rentable, por lo menos en cuestión de espacio, comprarme un Kindle ahora que están baratos...

lunes, 25 de octubre de 2010

Yo soy tu padre (Sesenta mil satanases, 34)

A mi padre no le gusta nada Star Wars. Hablo de la vieja trilogía. La nueva, como es lógico, ni se ha molestado en verla. Cuando he tratado de analizar las causas de este curioso desprecio, me he encontrado con una serie de contradicciones, no sé si del todo inexplicables.
Para empezar, diré que mi padre, sin ser cinéfilo -líbreme dios- ve y disfruta de casi todos los géneros que ha dado el celuloide, y aunque no retenga el nombre de un solo director, ni pronuncie como es debido los apellidos de sus actores favoritos, hay poquísimas películas que le disgusten tanto como para negarse a verlas. Por lo tanto, no se trata de una cuestión de manía a la ciencia-ficción, pues conmigo ha visto desde 2001 Odisea en el espacio, a Matrix (la primera), pasando por Desafío total.
En segundo lugar, he observado que la trilogía de las galaxias contiene todos los elementos que le gustan a mi padre: monstruos, aventuras, fantasía, duelos con espadas, efectos especiales y explosiones. Sin embargo, en los filmes de George Lucas, dichos ingredientes no han servido para atraerle. Mi padre contempla con desdén las naves estallando en el negro espacio, las batallas en escenarios imposibles, las criaturas extrañas que hablan guturalmente, las ensaladas de tiros láser, y los malos malísimos y sus armas de destrucción masiva.
¿Cómo es posible que una trama parecida, en una película como Excalibur le encante, y aquí no? ¿Por qué disfrutaba con las diatribas filosóficas de la serie Kung fu, con ese Yoda shaolin calvo y ciego, y el asunto de la Fuerza le suena, en verdad, a chino? Quizá su rechazo radique en los personajes. Veamos, sé que le cae bien Han Solo porque es un antecedente de Indiana Jones, pero con Luke Skywalker le pasa lo mismo que con Frodo: ambos le parecen tíos cargantes y sobre todo, moñas. Para mi padre nunca existió el trío amoroso entre la princesa Leia, Han Solo y Skywalker -tenía claro que a la chica le iban los tipos duros y no los jedis ñoños-. No obstante, lo que menos soporta son los robots. La supuesta pareja cómica, estos Oliver y Hardy de hojalata, con sus pitidos uno y su verborrea cursi el otro, no le hacen ni puñetera gracia. Y sobre Darth Vader, yo diría que le fastidia enormemente que el Malo de la película no logre matarlos a todos y que encima, al final, pida perdón y se redima -como pasaba, y a menudo por cierto, con algunos villanos del Guerrero del Antifaz-.
Pero todo esto no creo que justifique su mueca de disgusto ante los ahora continuos anuncios de la saga en televisión, o la rapidez con la que siempre ha cambiado de canal cada vez que han emitido los Episodios IV, V y VI. Tras mucho pensar, y ante su silencio al preguntarle las causas de este rechazo, que a lo mejor ni él mismo sabe explicar, sólo puedo concluir que, simplemente, se aburre.

El Pueblo de Albacete, 24 de octubre de 2010

martes, 19 de octubre de 2010

Reto fanzine 2010 (Buscando fecha)

Muchachos fanzineros, ya estamos otro año programando el Reto Fanzine, con la suficiente antelación para que todo el mundo tenga tiempo de fotocopiar y grapar. Sí, ya sabemos que al final siempre se acaban haciendo las cosas dos horas antes de ir la bar, pero de todos modos, y ante el éxito de la última convocatoria y la avalancha de nacimientos que hemos sufrido este año, agradecerán que les avise con dos meses y pico antes para que puedan organizarse y pedir colaboraciones a los amiguetes, prólogos a ALA y cosas así.
El caso es que, tal y como vienen las fiestas este año, resulta imposible quedar en viernes (24, Nochebuena; 31, Nochevieja) o sábado (día 25, Saturnalia -que además me toca trabajar-; o 1 de enero), así que toca recolocarlo a un día de diario. Se aceptan sugerencias hasta últimos de octubre, que publicaré la fecha oficial en el blog. En principio, los días más interesantes sería o el 23 o el 30, jueves ambos (= copisterías abiertas). El lugar y la hora permanecen, de momento, invariables: 19:30 horas en la cafetería Aqua, y posterior cena en el chino.
Sólo recordar que la cita de 2009 batió el récord de asistencia y ediciones con 11 nuevas publicaciones encima de la mesa. A ver qué ocurre este año.
Espero vuestras sugerencias!

sábado, 16 de octubre de 2010

El horror que vino de las profundidades del armario (Sesenta mil satanases, 33)

Entre las muchas frases lapidarias que me regala mi señor padre a diario, siempre tengo presentes dos: en el bar donde veas policías municipales se almuerza bien y barato; y hay gustos que merecen palos. Me encanta esta última y lamento sinceramente no poder aplicarla a rajatabla cada vez que me doy una vuelta por la calle. Sé que no soy el único que ha deseado convertirse en el Tío de la Vara a la vista de la mucha tontería que se ve por ahí, especialmente en el tema del vestir. Y es que hay prendas que desafían esa falacia popular de lo de sobre gustos no hay nada escrito, porque son objetivamente feas.
Sin que medie explicación racional –de las otras podría aventurar varias, como un sistema de dominación extraterrestre o un experimento de la CIA- de por qué se ponen a la venta, año tras año, estos adefesios, es necesario reconocer que todos conservamos una camisa, unos pantalones u otro ropaje que, a priori nos parecían un puntazo, y que en realidad son una putada. El principal problema reside en que uno no se percata de que viste un horror cósmico, digno de Lovecraft, hasta que se lo dicen. Y a veces ni aún así. Si nosotros nos encontramos seductores, dignos émulos de Brad Pitt, con unos pantalones vaqueros rojos o un polo amarillo, nadie nos va a convencer de lo contrario. Sin embargo, esta perversión de los Pantones supone una agresión visual tan sólo equiparable a la estatua de la rotonda de Pedro Coca con la Circunvalación.
La depravación estética y moral del atavío va más allá de la violación elemental de los cánones cromáticos. Adornos imposibles como hebillas, lentejuelas, correas y remaches infectan como costras purulentas muchas de nuestras ropas. También lo hacen dibujos presuntamente graciosos que invocan a la nostalgia o la friquez y que no hacen otra cosa que estereotiparnos. Por supuesto, no hay que olvidarse de esos diseñadores hijos de puta con ansias de dominar el mundo que se entretienen en coser bolsillos donde no cabe ni un mechero, poner botones infames que se abren solos, idear formas antianatómicas de coser una chaqueta y mil sandeces más, que hacen que, en comparación, los aparatos de tortura de la Inquisición nos parezcan más cómodas que el tresillo de las siestas.
Estas vestimentas llegan a nosotros de dos formas: compradas o regaladas. La primera es la peor, la más ofensiva y la más difícil de erradicar, sobre todo si el esperpento en cuestión nos ha costado un ojo de la cara. Reconocer que has tirado el dinero en algo que te pone estéticamente por debajo del traje de Nochevieja de Paco Clavel es tan duro como un amanecer de resaca en la cama de un transexual filipino. Hasta el momento de la revelación –que habrá de llegar con la madurez, el aumento de talla, o con la Virgen en lo alto de un olivo-, vestirás con orgullo torero tu chaleco de pescador, tus pantalones de cuadros escoceses o tu chándal del Madrid.
Las prendas regaladas, contrariamente a lo que pudiera parecer, se visten más veces que las adquiridas previo pago, por aquello de que no nos han costado un duro. Ojo, no confundir con aquellas ropas, también feas, que hasta nosotros nos damos cuenta de su poder ofensivo y que jamás vuelven a ver la luz. Pero hay otras que, sobre todo a ellas, les parecen que son monas, o que visten mucho, y por eso se convierten en sus prendas favoritas. Pecados mortales, dignos de unos cuantos palos en el lomo, más bien. Lo bueno que tienen es que, como no nos dolió el bolsillo al comprarlas, tampoco nos sangrará el alma al relegarlas al olvido o a la basura. Como si de una desintoxicación se tratase, habrá que prestar apoyo psicológico al que se deshace de la prenda, pues su sentimiento inmediato será comprarse otro trapo igual.
Nadie escapa del horror que habita en el fondo del armario. Quizás un buen sarmientazo en las corvas pudiera ahorrarnos el sufrimiento ocular que estas cosas nos producen, pero me dice mi amigo el policía, mientras almorzamos, que legalmente no estaría bien visto, así que habrá que contentarse con mirar para otro lado y dejarlo correr.



El Pueblo de Albacete, 17 de octubre de 2010

jueves, 14 de octubre de 2010

Paint it Black

Porque ustedes lo han decidido así, nos quedamos con la portada en negro del tomo IV. Esta versión ya incluye un monstruo como está mandado.


Y como la cosa va de finales...
http://www.youtube.com/watch?v=3S7WGfoBa3I&feature=player_embedded

miércoles, 13 de octubre de 2010

Corazón torrao (una conversación sobre cascaruja al estilo Barry Gifford) (Sesenta mil satanases, 32)

Lucas y Elvira estaban sentados en la mesa del fondo de un bar en Arquitecto Vandelvira. El televisor gigante de la esquina proyectaba una serie interminable de videoclips de grupos de reggaeton que, por fortuna, no tenían el audio conectado. Era el partido de la selección femenina de baloncesto, retransmitido en una segunda pantalla de plasma, lo que vomitaban los altavoces. A la pareja no parecía importarles ni el ruido, ni las miradas de reojo cargadas de odio que, de tanto en cuando, les dirigían las dos mujeres de la mesa de al lado.Estaba claro que se trataba de dos exfumadoras a las que se les debía revolver bilis cada vez que Lucas o Elvira daban una calada.
—¿Qué te parece, Bombón? —dijo de pronto Lucas. Había entresacado del plato de revuelto de cascaruja un torrao y lo mostraba como si se tratase de una pepita de oro.
—Un garbanzo, ¿no, cariño?
—Un garbanzo torrao, Bomboncito —lo dejó sobre la mesa con cuidado,en todo el centro, y cogió su Camel y le dio una honda calada—. En Albacete hay dos tipos de revuelto en los bares, con y sin garbanzos. Los baratos llevan garbanzos, y los caros no.
—A mí me gustan los garbanzos,cariño. —Elvira dejó en el borde del cenicero su Nobel y acercó el garbanzo hacia ella con una uña pintada de rojo. Era un garbanzo hermoso, blanco, casi con un rostro propio.
—A casi todo el mundo le gustan los torraos, Bombón. No se trata de eso. Es una cuestión económica. En este tipo de revueltos lo más caro son las almendras. Son ellas las que determinan el precio final de un kilo de cascaruja.
—Pensaba que lo más caro eran los pistachos, cariño.
—Los pistachos, sí. Son caros, pero problemáticos, porque los baratos, lo que van a los revueltos, suelen ir cerrados en un gran porcentaje. Como parecen panchitos, pues los muerdes y se te llena la boca de cáscaras, te haces la dentadura polvo, te cabreas… Una movida. Estoy a favor de los pistachos, entiéndeme, pero las almendras son mejores. No hay cáscara, no hay cosas raras.
Elvira atrapó el garbanzo. Se echó para atrás en la silla, estirando la espalda y sacando pecho. Sus profundos ojos grises iban del garbanzo a Lucas y viceversa.
—¿Y cómo encajan ahí los garbanzos? —dijo con una sonrisa. Él no se dejó engatusar ante la generosa visión del balcón del escote, tan atractivo como una postal de Alcalá del Júcar. Bebió un corto trago directamente de la botella de Mahou y le quitó el garbanzo en un rápido movimiento.
—Está claro, Bombón. Sustituyen a las almendras. Con menos almendras, la bolsa sale más barata, pero tienes que rellenarla con torraos. En resumen, son como el garrafón de la cascaruja —Lucas dio una calada y exhaló el humo por la nariz, lentamente, como un dragón—. De hecho, casi podría asegurar que en un bar, por ejemplo éste, donde sirven este tipo de revuelto con tantos garbanzos, es muy posible que sirvan garrafón.
—Así que puedes deducir lo malas que son las bebidas de un lugar por la cantidad de garbanzos que te pongan de tapa.
—Así es. Pero esto no es una tapa, Bombón. Este platico es un acompañamiento.
—Perdona, cariño, pero no capto la diferencia.
—Esto es cascaruja. Lo mismo que unas aceitunas, una bolsa de patatas, o un puñado de gominolas,que también las ponen por ahí. Para acompañar. No es comida, en un sentido alimenticio de la palabra. Es algo para rumiar, para no beber en vacío, pero en el fondo da lo mismo —Lucas disparó el garbanzo y lo coló con precisión entre los senos de Elvira—. ¿Lo ves? Una tapa sí es comida, está pensada para que te la comas con la bebida. Es una ración.
—Cariño, tú estás pensado en las tapas de Úbeda…
—Y en las de Granada, y en las de Madrid, y las de León… —Lucas aplastó el cigarrillo contra el vidrio del cenicero—. Sí, puede que tengas razón, Bombón. Porque aquello sí que eran tapas y no las de aquí.
Elvira metió la mano por debajo de la camiseta y se sacó el afortunado garbanzo de entre los
pechos. Le dio un suave beso y lo devolvió al plato.
—Si lo encuentras —dijo con una sonrisa picantona— hay premio.
Lucas cogió el plato con una mano. Le tiró un beso a Elvira y se volcó todo el contenido en la boca de una vez. Por fortuna, no había pistachos.


El Pueblo de Albacete, 10 de octubre de 2010

lunes, 4 de octubre de 2010

The Big Bang Psicotronic

Me he quedao sin palabras.


The Hulk Hands Theory (short version) from nunub on Vimeo.

¿Rojo o negro?

Si no tenían suficiente disyuntiva vital entre el bic naranja o el bic cristal, queridos amigos (y fieles lectores de las aventuras del inspector Serrano), quisiera conocer su opinión al respecto de la portada del tomo IV.
He preparado dos bocetos, uno en rojo y otro en negro, y me gustaría conocer vuestra opinión. ¿Cuál os gusta más?

sábado, 2 de octubre de 2010

El estigma melenas (Sesenta mil satanases, 31)

Si hace unas semanas trataba en este espacio de lo que supone llevar gafas, no podía dejar pasar la cuestión del pelo largo. Cuando hablamos de lo que ha evolucionado la sociedad, a veces nos fijamos en grandes palabras como sanidad, educación o porno por banda ancha, pero el verdadero progreso viene dado por pequeños pasos, sobre todo en una ciudad provinciana como ésta, que aunque ahora nos hagamos fotos en el Altozano con el iPhone 4, seguimos meando en los portales y llamando a los amigos por la calle a silbidos pastoriles.
Y aquí, en la capital del Llano, los pelos largos en los hombres nunca ha tenido buena prensa, siendo en setenta cosa del yeyeismo y los progres de pana y Sabina; y ya en los ochenta, exclusiva de los amantes del hard rock, y de los miembros de la noble raza calé. Por aquella regla de tres, el melenudo que no era gitano, era jevi. Por si no quedaba claro, el interlocutor del greñudo le formulaba dos preguntas afirmativas, sin más objeto que para reforzar el axioma antes mencionado. ¿Tú, eres jevi?, decían, entre la maravilla de haber descubierto el último unicornio, y la seguridad de haber resulto el asesinato de Roger Ackroyd. La segunda era “¿a ti te gusta Metallica?”, resumiendo la historia del heavy metal a un grupo del que sólo el vulgo conocía por la camiseta del Master of puppets. Por cierto, que este fenómeno se trasladó a los noventa con el grunge, de tal manera que quien te veía entonces, y no le cuadraba que, siendo un payo melenas, no llevases ni cuero, ni tachas, ni una camiseta negra encima, te inquiría si eras “de los de Nirvana” -porque no sabía decir grunge-, otro grupo reconocible por la camiseta del Nevermind, y más tarde por la lápida de Kurt Cobain.
La problemática absurda de identificar melenudo con delincuente aparecía en cualquier centro comercial al que uno acudiese, siendo legendarios tanto el acoso inquisitorial -¿puedo ayudarle?, ¿puedo ayudarle?- de los dependientes, como las persecuciones a cámara lenta de los seguratas de paisano, de los extintos Galerías Preciados, Simago y el Pryca. Hasta en los primeros Mercadonas se miraba de reojo al melenas de turno, como si debajo de la cortina capilar pudiera ocultarse de estrangis un jamón o una botella de JB.
Los melenas imberbes de mis tiempos institutiles se enfrentaban además a la problemática de ser confundidos con hembras hombrunas por parte, sobre todo, de la tercera edad. A más de uno le ha llamado un jubilado “nenica” en la parada del autobús, y hasta se ha llevado una palmadica en el culo. Surgía así la imperiosa necesidad de una perilla o unas barbas de enano del Caos para defenderse, para lo cual siempre había quien recurría a la leyenda urbana de la corteza de jamón.
Otro estigma muy extendido era pensar que todos los melenas tienen papel de fumar y/o costo, lo cual, cuando uno no ha fumando ni en las bodas resulta muy molesto -a mí, en la Zona me han pedido en una noche más papeles que a Almodóvar en toda su vida-. Cuando quien lo consideraba así era una autoridad de placa y porra, la cosa se volvía humillante.
Pero, sin lugar a dudas, después de Santiago Segura en El Día de la Bestia, los dos peores enemigos del pelo largo de un hombre son dos madres: la propia y la de tu novia. Ambas se emplean a fondo, a través de complejos sistemas de presión y tortura psicológica basados en la reiteración cansina de frases como “pélate como un Hombre”, siendo ese hombre tu padre (alopécico); o en el envío de indirectas ofensivas sin derecho a réplica, no fueras a quedarte a dos velas. Ganar esta batalla otorga una autoestima a prueba de bombas.
Seguro que no han sido pocas las veces que has pensado coger un cortapelo y acabar con todo, pero entonces, te acuerdas de tu progenitor, de tu cuñado el bolabillar, de Braveheart... Gritas ¡Master!, ¡Master! y se te pasa.

(El Pueblo de Albacete, 3 de octubre de 2010)

viernes, 1 de octubre de 2010

Buscando Primigenio

¿Alguien se anima a dibujarme un monstruo?, en concreto a Ns’hagahd, el oscuro dios lovecraftiano de La Saga de la Ciudad Oscura. Sé que a los ortodoxos del canon Cthulhulesco no les hace gracia que uno se invente sus propias criaturas primigenias/profundas/primordiales, pero a veces los cánones hay que saltárselos y más escribiendo pulp patrio.
El caso es que yo me inventé este primigenio/profundo que habitaba -en un principio- en la sierra albaceteña, y no estaría de más tener un retrato suyo para ponerlo en la portada del último libro del inspector Serrano. La descripción del bicho era más o menos así:
"Ns’hagahd, una criatura equiparable a Cthulhu, un gigante de color negro moteado de rojo, con cabeza de babosa que poseería seis tentáculos con ojos en sus extremos y una boca con una lengua aserrada; su cuerpo, de formas humanoides con brazos y piernas, estaría cubierto de gruesas escamas calcáreas, y sus extremidades inferiores tendrían forma de patas de elefante, con nudosas protuberancias alrededor. Viviría bajo tierra, bajo una colina de ubicación indeterminada denominada por el loco Abdul Alhazred como Oahqvv, donde esperaría su Despertar. Ns’hagahd era de alguna manera el lugarteniente de Yog-Sothoth, su maior dominus, el encargado de reunir a las huestes Primordiales".
Casi nada.
Si os animáis, ya sabéis mi mail.

Rechazado

Reto Fanzine 2023

 Bueno, pues parecía que no pero al final sí, así que... Queda convocada la 19 edición de nuestro Reto Fanzine para el VIERNES 29 de diciemb...