lunes, 12 de enero de 2015

Quiero la mostaza que me corresponde

(Inauguro el nuevo aspecto del blog con esta entrada publicada en La Gallina nº6 del último Reto Fanzine)

El 6 de noviembre de 2010 publiqué en uno de mis difuntos blogs (y un día más tarde en el periódico) un furibundo artículo de opinión acerca de lo que me parecía la política de empresa de las cadenas de hamburgueserías Burger King y McDonalds de racanearte la mostaza. Básicamente, una puta mierda. En aquel momento ya les di la fórmula mágica para calcular cuánta mostaza necesita un ser humano con su comida, fórmula que voy a repetir: para 1 hamburguesa, 2 sobres de ketchup y 1 de mostaza; para 1 ración de patatas, 1 sobre de cada. No es tan difícil, ¿verdad? Sin embargo, a día de hoy sigo recibiendo entre 6-12 sobres de ketchup y 3 de mostaza, pida lo que pida. En un McDonalds de París me cobraron la salsa de las patatas deluxe, pero no las otras dos salsas, que volvieron a darme en proporción de 3 a 1, con lo que he comprobado que el extraño fenómeno se da, cuanto menos, a escala europea.
Sé —lo he visto con mis propios ojos— que los encargados le dicen a los empleados que nunca se dé mostaza a menos que el cliente la pida expresamente. Lo que no entiendo es que, aún pidiendo un poco más, o qué coño, directamente diciéndole al chico que quiero ocho sobres de mostaza, siempre acaben por echarme los que les sale de las pelotas, que por lo visto, es un número inferior a lo que pido.
Puedo jurar sobre la tumba de quien haga falta que he peinado internet en busca de una respuesta, una justificación, una aclaración, el puto porqué de racanearle la mostaza al cliente, sin hallar absolutamente nada, más allá de la frase «política de empresa». En serio, necesito una explicación.
He buscado motivos económicos, pero hasta donde sé, no parece que el coste de producción de la mostaza sea superior al del ketchup, aunque sí es cierto que las bolsitas amarillas contienen la mitad de gramos (5g) que las de tomate (10g). Si así fuera, no tiene sentido que las regalen, aunque sea con cuentagotas. Dado que Canadá cultiva el 90% de toda la semilla de mostaza para el comercio internacional, tendría que haber un siniestro complot internacional contra ellos para justificar lo de los sobres, pero podemos descartarlo porque el problema del racionamiento sólo se circunscribe únicamente a las grandes multinacionales de la hamburguesa.
Pensé en motivos de salud. Ahora que los burguers quieren ir de modernos y sanos, podría pensarse que es que meten bajo la alfombra todo lo que huela a gordo. Este estúpido afán por ir de enrollado es un escupitajo en la cara del cliente fiel, ese que se deja los cuartos en dos menús para él solito, más el postre. Como Judas, los burguers han vendido su alma por cuatro perras a los hipsters, padres treintañeros y gilipollas chupaensaladas, abandonando en el mostrador a quienes, año tras año, se han dejado en sus mostradores sus dineros y sus siluetas.
Y retomo el hilo para indicar que lo de la mostaza no es por no atascarnos las arterias. La mayonesa es la salsa más letal de una hamburguesería y te la ponen hasta en la cocacola. Hace unos meses, un estudio determinó que era la salsa favorita de los americanos para los bocatas. La mostaza, en cambio, contiene 60 calorías por envase, 0% colesterol y posee propiedades antisépticas y digestivas. O sea, que es buena.
¿Puede que yo sea el único tarao que pida más mostaza? Lo dudo. Está claro que se consume más ketchup que mostaza, porque, en general, a la gente le gusta más uno que otro, y si no mirad por ahí la pasta que gana Heinz sólo vendiendo ketchup en los USA (se estima que venden 1,8 millones de botellas al día)… En los Estados Unidos el consumo de la salsa de tomate alcanza niveles estratosféricos, mientras que la mostaza suele quedar relegada a un tercer o cuarto plano. Los americanos siempre han sido más de dulce o picante que del agrio, y los expertos de Yahoo answers se suelen mostrar de acuerdo en que el tratamiento que se le da a la mostaza en las cadenas de fast-food obedece simplemente a que existe una menor demanda de la salsa amarilla (a la que, además, denominan «diarrea de elefante»). Y es que el color de la mostaza, por lo visto, también tira para atrás al comensal estadounidense. Eso, y que, al contrario que sucede con el ketchup, no existe un solo tipo; si allí Heinz es EL ketchup, con una receta que apenas ha cambiado en ciento treinta años, de mostazas hay decenas, centenares, de variedades que confunden —y ralentizan— al consumidor medio.
El humorista y actor Michael Ian Black, en su lúcido artículo Mustard Is the King of Condiments, and I Will Prove it, Dickhead, califica al ketchup de simple, perezoso, banal. «La mostaza, por el contrario, es una perfecta expresión de los ideales americanos de individualismo, reinvención y fortaleza. Es el condimento para aquellos que forjan su propio camino en la vida, aquellos para quienes comer es una aventura tan vasta y variada como las exploraciones de Lewis y Clark». No le falta razón.
El mismo artículo razona por qué es necesario que el consumidor cambie de salsa, un párrafo que me viene al pelo para reclamarle a los burguers que se dejen de hostias y nos den la mostaza que nos toca. Dice Black que «Estados Unidos —y el mundo occidental, añado yo— está en una ciénaga. Para salir de ella, necesitamos menos dulce, más picante. Menos confort, más aventura. Menos status quo, más revolución. Es por eso que necesitamos la mostaza, el condimento de los buscadores de la libertad, los que cuestionan la autoridad, y los amantes del sexo. Es a la vez clásica y posmoderna, el tónico perfecto para una nación que ha crecido demasiado satisfecha de sí mismo, demasiado complaciente, demasiado tosca. La mostaza pondrá pelo en nuestras caras en un momento en que los estadounidenses están desnudos y asustados. Es el rey de los condimentos como Elvis era el rey del rock'n'roll. La mostaza es la cura para lo que nos aflige, como ya sabían Lewis y Clark la primera vez que trazaron nuestro camino de un jodido mar al otro».

domingo, 4 de enero de 2015

Albaville agotado!

Pues sí, amigos. Hoy hemos presentado el libro y se han vendido todos! Tengo que daros las gracias por vuestro apoyo y vuestra amistad. No se venden 50 libros en menos de dos semanas así como así...
A los que os habéis quedado sin ejemplar, os pido disculpas y os propongo una solución. Si juntamos a 50 personas que quieran el libro me comprometo a sacar una segunda reimpresión. Mandadme un mail a cizallax@hotmail.com y a ver qué pasa. De todas formas, siempre os queda leerlo aquí, en el blog.
Sea como sea, os vuelvo a dar las gracias a todos. Se os quiere, pijo.

EDITADO (12-1-2015): Como puede verse en la columna de al lado del blog después de tunearlo, he colocado una barra de progreso para ver cómo va la demanda de una segunda reimpresión de libros. Hasta el momento tengo 5 peticiones, con lo que estaría muy lejos de poder pedir una cantidad decente, qué le vamos a hacer.
En cuanto a la segunda parte, pues hasta que no pase San Antón no vuelvo a tocar una tecla, pero estoy seguro de que en febrero habrá sorpresas. 

Reto Fanzine 2023

 Bueno, pues parecía que no pero al final sí, así que... Queda convocada la 19 edición de nuestro Reto Fanzine para el VIERNES 29 de diciemb...