jueves, 30 de junio de 2011

Pelirrojas en 3D

Se quejaba por impaciente el Amigo Peralta el otro día vía facebook porque lo que quería ver ya era Brave, de Pixar, y no Cars 2. Cosa comprensible, y más después de leer la ensalada de hostias que le ha dedicado la crítica americana a la secuela de Disney de los cochecitos.

De Brave (Indomable, en cristiano; y antes The Bear and the Bow)) no hemos visto mucho por la red, salvo algunos bocetos de diseño de personaje y un trailer. Lo que más me ha llamado la atención es la diferencia entre los primeros artwork de los protagonistas, dibujados y pintados a mano, y el resultado final a ordenador, en el que vemos que no han respetado la cara tipo princesita disney de la protagonista (Merida, creo que se llama la moza).

Y por encima de todo esto, encontrarme con que la Mérida esta es mi Lady Marian.
Los que me conocen y siguen este blog saben de mi devoción absoluta por la serie ochentera Robin Hood (Robin de Sherwood), donde aparecía Judi Trott como la pelirroja de mis sueños Lady Marian. Pues la de dibujos es clavadica, al menos hasta donde he podido ver, a la real. O eso o es mi mente enfermiza.
Juzguen ustedes:


martes, 28 de junio de 2011

Ya lo decía yo

Lean esta interesante noticia sobre Las cinco mentiras de los virus en Internet. En resumen, les diré que todo el mundo (90%) se cree -erróneamente- que sabe cuándo su ordenador está infectado y que la mayor parte de malware, viruses y demás viene oculta en las redes sociales y en páginas web "adulteradas", mediante "descargas silenciosas". Ni por mail, ni por emule, por abrir páginas y tener facebook.
Pero lo más importante, y cito (copy&paste) literalmente:
La quinta y última leyenda urbana afecta a las páginas de pornografía, que suelen ser consideradas más peligrosas que el resto. El  37 por ciento de los encuestados considera que hay mayor peligro de infección en web con pornografía que en el resto de sitios web, quizás por la reputación dudosa del contenido pornográfico.
La realidad, sin embargo, puede ser la contraria según G Data. La industria del porno genera mucho dinero y el propietario de una web dedicada a explotar estos contenidos vive de su correcto funcionamiento y, por eso mismo, suelen encargar su programación, mantenimiento y seguridad a profesionales.
Seguro que os dejo más tranquilos...

lunes, 27 de junio de 2011

Cultureta victimista (Sesenta mil satanases, 68)

En nuestra sociedad, son los políticos los que ostentan el poder por delegación nuestra. Son nuestros representantes, y están ahí porque se les presupone una cierta capacitación; es más, les hemos atribuido unas cualidades por encima de la masa, que los convierten en seres superiores con el simple contacto del escaño. Por tanto, son el público elitista que busca el “intelectual”.
El “artista intelectual”, que no es un ente distinto del artista a secas, sino de un grado superior, es aquel que selecciona su auditorio, el que cambia el aplauso del “público”, por el de “lo público”, el que no necesita el reconocimiento de los demás, del espectador, del lector, y huye de la condición de “popular” en el sentido de pertenencia al pueblo —que a sus ojos sigue siendo llano, vulgar y analfabeto—. Así pues, el artista intelectual camina en pos del poder, quiere convertirse en artista “oficial”.
El poder político es Poder en abstracto, y es innegable que el Poder atrae. Y el Poder perdura. Los nombres de los que mandaron alguna vez presiden calles y plazas, grabados en placas de metal o de mármol, y resisten el paso del tiempo. A esto me refería cuando hablaba de las aspiraciones metafísicas del artista, él también ansía cierto grado de inmortalidad, puesto que el artista es cobarde por naturaleza, tiene miedo a la muerte, a perderse en el tiempo, a dejar de existir. A un nivel más terrenal, y puesto que ha renegado -o es incapaz por sí mismo de obtenerlo- del público, el artista necesita el dinero de los poderosos, de lo público.
De ahí que estos “artistas intelectuales” nos hayan hecho creer que la Cultura, en mayúsculas, necesita del Poder. Nos lo cuentan los representantes oficiales de uno y otro bando, pero es una falacia. La Cultura, y no es lo único, adolece de un enfermizo victimismo que la ha anclado en una permanente actitud de queja. El victimismo, no ya cultural, sino a todos los niveles, es un modelo humano mezquino, débil, dominado por su afición a renegar de sí mismo, convirtiendo cualquier dificultad en pleito. El victimista se autocontempla con indulgencia, escapa de su verdadera responsabilidad, y suele acabar pagando un elevado precio por representar su papel de maltratado habitual. Promueve su mentalidad quejica, donde se nos señala como a unos desgraciados que, en nuestra ingenuidad, no tenemos conciencia de hasta qué punto nos están tomando el pelo. En nuestro caso, el artista, el intelectual, el crítico, tan por encima del hombre corriente, llora como una niña ante la desatención
del ayuntamiento, del gobierno, del Poder. El Poder es el verdugo de la Cultura, señalan los gurús espirituales de la sociedad, sin los cuales la pobre gente nos abocaríamos a la barbarie y la anarquía, viendo la paja en el ojo ajeno e ignorando la viga en el propio.
El éxito del pensamiento victimista procede de su carácter incomprobable: no es fácil confirmarlo, pero tampoco desmentirlo. Es una actitud que induce a un morboso afán por descubrir agravios nimios, por sentirse discriminado o maltratado, por achacar a instancias exteriores todo malo que nos sucede o nos pueda suceder. ¿Les suena?
Claro, con esta mentalidad es muy complicado alcanzar los objetivos que tanto se ansían, y la frustración resultante vuelve a alimentar el victimismo, en un patológico círculo del que casi no es posible escapar. La cultura de la queja engrandece la más mínima adversidad, y desarrolla una extraña pasión por aparecer como víctima, por denunciar como perversa la conducta de los demás; se buscan denodadamente responsables de nuestra desgracia. Para quienes poseen esta actitud, todo lo que les hacen a ellos es intolerable, mientras que sus propios errores o defectos son simples futilezas sin importancia. También está ese otro estilo victimista más hostil, aquel que en nombre de las desgracias del pasado, se arroga una especie de patente de inmunidad con la que justifican su actitud.
Su susceptibilidad les lleva a reaccionar con crispación ante la más mínima crítica. El menor reparo que se ponga a sus acciones es inmediatamente elevado a la consideración de gran ofensa. Enseguida ven malas intenciones en las personas que están a su alrededor y, progresivamente, en todo el mundo. Por doquier intuyen complots y hostilidad. Están persuadidos de ser objeto de desprecios y vejaciones sin tregua ni descanso. En los casos más extremos, piensan que el mundo entero los sataniza (curiosa paradoja la del satanizador satanizado) y, aquejados de una sorprendente megalomanía, tienen constantemente presente el pensamiento de la conspiración.
Y así estamos, con los artistas, y todos los agentes implicados en el mundo de la Cultura, dedicados a rumiar sus dolencias respectivas, incapaces de superar las desavenencias recíprocas, haciendo de “el que no llora no mama” su lema vital en lugar de ponerse a trabajar.


El Pueblo de Albacete, 26 de junio de 2011

domingo, 19 de junio de 2011

Una aproximación ontológica a El Nota (Sesenta mil satanases, 67)

Si  hay un personaje cinematográfico que ha marcado a toda una generación ese es El Nota. The Dude, en versión original, interpretado magistralmente por Jeff Bridges, es para el pobre mortal que lo desconozca, el protagonista de El Gran Lebowski, obra maestra del cine contemporáneo dirigida por los hermanos Coen allá en el lejano 1998. Desde entonces, ha llovido mucho, pero aún podemos aferrarnos a nuestros dvd y aprender mucho del Nota.
El Nota es un vago –“el hombre mas vago del condado de Los Angeles lo cual le convierte en favorito para el título de hombre mas vago del mundo”-, jugador de bolos, fumador de marihuana, fan de la Creedence, y ex activista de la era Nixon en los agitados noventa de Bush padre. Aspecto último este que, en muchos aspectos, lo define todo, puesto que, como bien señala el estudio Psychological analysis of the Dude, de James Kerr,  parece que El Nota no haya cambiado de personalidad, o madurado en los últimos 20 años. Entre otras cosas, se ha tachado al personaje de personificar la informalidad de América, y por extensión, culpa de la colonización cultural yanqui, de Occidente.
Ojo. En torno a este personaje se han creado dos multitudinarios festivales, uno en Louisville, Kentucky, localidad donde se filmó la cinta –que cumple 10 ediciones-, y otro en Londres, se editan sobre él decenas de libros y ha sido citado en cientos de tesis doctorales y trabajos académicos en la última década,  su merchandising siga reportando beneficios como si fuera una producción de George Lucas, y ha inspirado todo un estilo de vida del mundo real encarnado en una suerte de religión, el Dudeism. Quienes abrazan el Dudeísmo “viven en armonía con su espacio natural y se toman la vida siempre con calma” y “juegan a los bolos y fuman algún canuto”, detalla el Dudely Lama. En su decálogo online proclama además ser “la religión que crece más lenta”, una filosofía milenaria “que predica no predicar, y practicar lo menos posible”.
¿Pero qué tiene de atractivo El Nota? O lo que es lo mismo, cómo es posible que un, a priori, parásito social se haya convertido en un modelo de vida.
El Nota tuvo su momento de lucha, de reivindicación, cuando era joven, pero luego todo se fue al pijo, como suele pasar, y ahora sólo queda relajarse ante la vida y disfrutar de las cosas pequeñas, eso que siempre se dice en las películas pero que sólo en el retrato de Lebowski vemos y entendemos: los bolos, los rusos blancos, fumar marihuana, un buen baño y una alfombra que dé ambiente a la habitación. Frank Miller señala en su Daredevil que “un hombre sin esperanza es un hombre sin miedo”, pero este no es el caso. Tampoco es un tema de conformismo extremo, o de pasotismo. Elegir no actuar es en sí mismo un acto, y en El Nota hay una voluntad consciente e intencionada por dejarse llevar adonde sople el viento, como una planta rodadora.  El Nota es pues “un hedonista en la medida en que se esfuerza por los placeres efímeros que, sin embargo, evade las trampas del hedonismo. Porque él es demasiado perezoso para ir tras el placer, El Nota ha aprendido a disfrutar cada momento. (…) Sus gustos sencillos le permiten disfrutar de la vida a pesar de que está en paro y casi no tiene dinero”. (The Dude Abides: An Exploration of the Virtue of Authenticity, de David B.).
Y a este tipo, en la película, se le castiga y se le fuerza a actuar, a salir de su círculo vital, para obligarle a solucionar un problema que él no ha causado, sólo por una mera confusión nominal cuasi burocrática. El descenso a los infiernos de nuestro héroe se realiza a la inversa de lo que estamos acostumbrados a ver en la pantalla. El perdedor profesional sube al Olimpo de los triunfadores californianos: millonarios, artistas de vanguardia, directores de porno, músicos nihilistas Kraftwerkianos, sólo para corroborar que en el mundo real no es oro todo lo que reluce, que tras las lujosas mansiones, las fiestas en la playa, los modernos underground y los ricos filántropos todo es oscuro, caótico, podrido, un Nam social, donde no hay reglas, como en los bolos.
E, increíblemente, toda esta basura le resbala al Nota, no llega a tocarle, porque lo único que quiere es su alfombra, aunque esté meada. Honesto, auténtico hasta el final, El Nota sale triunfante e inmaculado, y vuelve a su bolera, a su vida de siempre. Y eso nos encanta.
El Nota enseña que hay que aceptar los vaivenes de la vida, que hay que asumir tu culpa, y que el sentido de la vida es ser lo más feliz posible en cada situación. “Unas veces te comes al oso, y otras veces el oso te come a ti”. Tan fácil y tan difícil.


jueves, 16 de junio de 2011

Bilbo Vulcaniano

Estas giliflauteces me las suelo guardar para facebook, pero dado los antecedentes literarios del tema, la importancia dentro de la Ci-fFi del cantante, así como su repercusión mundial, era lógico dedicarle qué menos que una entrada en este modesto blog para todos esos amigos que presumen de frikis y, bendita ignorancia, desconocían la existencia de este tema.
Lo dicho, va por ustedes,


Aquí una explicación: http://es.wikipedia.org/wiki/The_Ballad_of_Bilbo_Baggins

miércoles, 15 de junio de 2011

"Para hombres"

Animado por el post anterior, me he animado a hacer yo mismo ese libro que todos los hombres de pelo en pecho estábamos esperando.
Sinopsis: Pepe y Manolo, forofos del Real Madrid, tropiezan con un misterio en las calles de Roma mientras hacían tiempo para asistir a final de la Champions: el perro Mistetas ha desaparecido y nadie lo ha visto. Acompaña a nuestros recios y viriles hombres en su recorrido por puticlús, whiskerías y estancos en un emocionante juego de pistas contrarreloj, que deberán resolver antes de que comience el partido.

martes, 14 de junio de 2011

"Para mujeres"

Echaba un ojo a las librerías el pasado sábado, después de comprarme La voz de las espadas (La primera Ley-1), de Joe Abercrombie, cuando de repente una frase promocional en la portada de un libro llamó mi atención:
"EL CÓDIGO DA VINCI PARA MUJERES"
El libro en cuestión es Juliet, de Anne Fortier, aparentemente una revisitación romanticona de Romeo y Julieta en clave de juego de pistas y misterio a lo Dan Brown. La frase se atribuye al Publisher Weekley.

Como iba con mi señora le pregunté qué le parecía la frase, y no le hizo mucha gracia, no. Más que nada, le pasaba igual que a mí, que no sabía cómo interpretarla.
El texto original señala que "Fortier navigates around false clues and twists, resulting in a dense, heavily plotted love story that reads like a Da Vinci Code for the smart modern woman", que traducido -con ayuda de google- viene a ser "Fortier navega alrededor de pistas falsas y giros, dando lugar a una densa y fuertemente trazada historia de amor que se lee como un Código Da Vinci para la mujer moderna e inteligente".
Y aquí sí que entiendo lo que quiere decir, lo que decía antes,una novela romántica mezclada con un juego de pistas en un escenario como Roma.
En cambio, la simplificada frase estampada en la portada de la edición española, más que adular a la lectora tipo de este género, el romántico, parece dar a entender algo más rancio, más sospechoso... ¿O no? Quizá sólo sea una impresión mía, que tengo la mirada sucia...
En todo caso, me pregunto para cuándo un Codigo Da Vinci para hombres...
Una sinopsis: http://laplazapapeleria.blogspot.com/2011/05/anne-fortier-juliet.html
http://www.planetadelibros.com/juliet-libro-49031.html

lunes, 13 de junio de 2011

Y ahora qué?

Pues eso, desde que acabé el tomo IV de la saga he estado dándole vueltas a qué escribir. He empezado varios proyectos pero lo cierto es que no sé qué camino seguir así que he pensado en vosotros, amigos lectores, que a fin de cuentas sois los que os gastáis las perras en mis libros, para preguntaros qué os gustaría que escribiera.
Así que he elaborado esta estúpida encuesta para conocer vuestra opinión y vuestras sugerencias, así que, hala, votad, aunque tampoco os prometo nada, que ya estamos en verano y el portátil desprende mucho calor...


domingo, 12 de junio de 2011

Pequeñas cosas cabreantes (Sesenta mil satanases, 66)

Todos sufrimos por pequeñas cosas que nos hacen pasar de un estado de mediana indiferencia al cabreo más absoluto. Son esas cosas que nos molestan casi siempre, que nos tocan las narices hasta el punto de obrar el milagro de la transformación de Jeckyll a Hyde en décimas de segundo. Esas manías que rozan lo patológico y que perjudican principalmente al que las sufre, y en segundo término, pero no menos importante, a su entorno más cercano, que debe hacer efectiva toda su capacidad de empatía –que no disculpa- para no acabar descalabrando al interfecto con un cenicero, por ejemplo. A fin de cuentas, nadie se libra de ellas, forman parte de nuestra personalidad, ea, que no sólo de amor y buenrollismo vive el hombre.
El caso es que uno piensa que es un ser humano normal hasta que se plantea elaborar una lista con todas esas cosas que nos sacan de quicio, y entonces descubre que sí, que es un ser humano normal, pero más cascarrabias que un abuelo en la parada del autobús. Así, a bote pronto, tengo en mi haber unas cuantas manías que paso a compartir con vosotros.
Por ejemplo, en lo gastronómico, donde se suele confundir lo que nos molesta con lo que directamente nos es repulsivo e incomible, puedo decir que no me gusta la Cruzcampo, y me molesta mucho que no haya otro tipo de cerveza para elegir. Pero me la bebo. Tampoco es de mi agrado la mermelada ridícula que le echan al queso frito. Esa especie de menstruación coagulada de arándanos, de tomate, o yo qué sé elimina todo el sabor del queso, así que ¿cuándo surgió esta moda y por qué? Pero lo que más me molesta de todo es ese hilillo de líquido oscuro zigzagueante en un plato gigante con cuatro trozos diminutos de comida en el centro. Si ya es del género tonto adornar todo lo de la carta con el chorrillo, si encima éste abulta más que la comida, lo se que merece es que a la hora de pagar chorrees un billete de cinco euros con la reducción esa. Toma la cuenta reconstruida, listo.
De todos los tipos de camareros que hay, ni soporto ni a los que te cansinean con el vino, ni, mucho peor, a los que se pasan de chistosos, que yo he venido a comer no al Club del Chiste. Mas te valdría traerme el pan y la cuenta cuando te lo pido, y no perderte entonces entre la cocina y la calle, con un cigarro.
En los centros comerciales y grandes almacenes sufro en relativo silencio que me acosen los dependientes. Si quiero o necesito algo, ya te avisaré, aunque entonces seguro que te harás el despistado… Tampoco que gusta que me miren en estos sitios como si fuera un parásito social solo porque no he entrado con traje y gomina.
En el cine,  maldigo hasta tres generaciones a aquellos que comen patatas fritas en el cine. No me gusta, pero tolero, el tema de las palomitas y la cocacola, pero… patatas fritas, o bocadillos, y hasta tápers he visto, para eso vete a La Pulgosa a merendar. Será la moda de los gastro-cines… Por supuesto, habrá muerte y condenación eterna para quienes se meten en las salas con el móvil encendido, y se ponen a mensajearse a media película. Sé de un sitio donde podría guardárselo de una patada.
Y es que los malos hábitos de los demás es una fuente inagotable de ira. A esos que vocean en los bares habría que arrojarlos al Canal de María Cristina, por donde va cargadico de aguas fecales, con unos zapatos de cemento; aunque mucha culpa del jaleo la tienen los propios dueños de los locales, por poner el canal latino a todo volumen. Quería echarme un café, no una experiencia dolby surround 7.0 de reggaeton, gracias.
Firmaría con alegría las condenas al paredón para esos otros espabilados que aparcan en doble fila para hablar por el móvil, o bajarse del coche para ir al cajero automático. Si tuviera un Hummer, en Albacete habría muchos menos de estos tipos. Garantizaría fusilamiento sumarísimo asimismo para los que llevan el móvil por la calle como si fueran un gangsta del Bronx. Tengo que decirte una cosa, amigo, no eres guay. Eres tonto. Y molestas. Como los que llevan la radio del coche a todo trapo. Gracias por compartir tu música con los demás, en serio, pero no te molestes. Vete a una era a darle por saco a los grillos con tu subwoofer.
Y aún hay más. Odio hacer cola, para entrar, para pagar, para lo que sea. Es superior a mis fuerzas tener gente de pie parada delante y detrás. Y ya puestos, también a los lados. Por eso no voy a conciertos. Odio que me graben en vídeo. Los programas de ordenador que se caducan a los cuatro días, las señoras que se cuelan en el médico con la historia de que “es sólo un momentito”, que llamen novelas gráficas a los cómics, que en el Mercadona me cobren las bolsas...
Y ya si nos metemos en temas serios, en los grandes temas, como la política, la educación, las tarifas de Vodafone..., ni te cuento.

El Pueblo de Albacete, 12 de junio de 2011

domingo, 5 de junio de 2011

Cerdos en la Luna (Sesenta mil satanases, 65)

Desde los albores de la exploración espacial, nosotros, los humanos, hemos necesitado la “desinteresada” colaboración de los animales para llegar a buen puerto. Antes que Gagarin o Amstrong, volaron en esos primerizos cohetes bichos de toda especie. Recordamos apenas a algunos de estos nobles animales, como la perra rusa Laika o el mono Juan, de Argentina, pero las especies de seres vivos puestas en órbita incluyen moscas, ratones, ratas, ardillas, monos, perros, gatos, ranas, arañas… Sin embargo, nadie se ha planteado hasta la fecha mandar al espacio un gorrino.
Soy consciente de que no corren buenos tiempos para los programas espaciales de todo el mundo. La crisis económica hace que no se vea con ojos amigables destinar millonadas a los proyectos que se ocupan de más allá de nuestra estratosfera, aunque sí pervive en ellos el deseo, quizás impuesto por las necesidades futuras, de colonizar la Luna en este siglo, y desde ahí, alcanzar el hermano planeta rojo.
El primero gran paso se ha dado. Hemos conseguido terminar, con ocho años de retraso, la Estación Espacial Internacional, o eso nos han contado esta semana, con lo que, culminada la misión del Endeavour, habrá que ver qué ocurre en la próxima década.
Lo que está claro, y me sorprende, es que ninguna agencia espacial ha considerado la posibilidad de enviar cerdos al espacio. Sin embargo, considero de vital importancia que una piara de estos animales, los mejores amigos del hombre, sea entrenada para sobrevivir, quizá no en la EEI, pero sí en nuestro satélite, y hasta despúes en Marte. Es en este punto donde España debería dar un paso adelante, ya que si hay alguien capacitado para la crianza de buenos guarros somos nosotros, así que el Gobierno central debería de iniciar cuanto antes un programa de cría de cerdos espaciales, antes de que otras potencias como China caigan en la cuenta de que será el gorrino astronauta la moneda de cambio del futuro de la Humanidad.
Porque, como veremos a continuación, el cerdo es un elemento clave en la futura colonización extraterrestre, tal y como fue baluarte de nuestra civilización en nuestro pasado. Las investigaciones para crear un módulo habitable en la Luna, ya sean en superficie o subterráneas, incluyen en sus cálculos cuestiones de infraestructuras, de la escasez de agua, fuentes de energía, protección contra la radiación solar, posible impacto de meteoritos, pero también el problema de la alimentación, que tradicionalmente se ha solventado con la idea de los invernaderos. Y es una buena idea, pero, seamos serios, no podemos concebir un hábitat humano plagado de vegetarianos. Sería, amén de una sosez increíble, una traición a nuestra carnívora especie, una falaz salvaguarda de nuestra biosfera. Aquí es donde entra el cerdo, nuestro aprovechable, delicioso y entrañable amigo pata negra. Es en el espacio donde podemos apreciar las verdaderas posibilidades de la crianza porcina en gravedad baja. Su tamaño y características le hacen el candidato ideal para el viaje espacial. El cerdo crece y madura con rapidez, tienen camadas numerosas y comen casi cualquier cosa. Pero no sólo nos sirve como fuente de alimentación, que como bien sabemos, se puede cocinar hasta la cuerda; sino que, bien estudiado, un cerdo en la Luna se puede aprovechar como fuente de biomasa (como se pudo ver en la posapocalíptica Mad Max III), o cuero para vestir. Y aún más, dado que ya existen cerdos genéticamente modificados cuyos órganos y tejidos pueden servir para reemplazar a los humanos, tendríamos en la cochiquera no solo una despensa sino también un botiquín. Compensa con creces, pues, la inversión energética que conlleva la ganadería porcina. Por descontado que, con todo esto, no hay que olvidar la buena compañía que un cerdo mascota podría hacer a esos hombres y mujeres tan lejos de sus familias.
Lo siento por los defensores de los animales, de aquellos cuya religión prohíbe el consumo de cerdo, o de los que prefieren cordero, pero no podemos andarnos con zarandajas cuando, no solo el progreso, sino la pervivencia de nuestra especie, está en juego. En el espacio, ya lo decían en Alien, nadie puede oír tus gritos, así que, por lo menos, que puedas comer un poco de jamón.

En Doctor Who ya le han dado la vuelta a esta idea.


El Pueblo de Albacete, 5 de junio de 2011

Reto Fanzine 2023

 Bueno, pues parecía que no pero al final sí, así que... Queda convocada la 19 edición de nuestro Reto Fanzine para el VIERNES 29 de diciemb...