Frank Zappa no deja de sorprenderme y no sólo por su música, sino por lo que pasa a su alrededor, con cualquier cosa que se relacione con su nombre, como si, en efecto, todo el universo formase parte de su Continuidad Conceptual.

Hará unos siete años que iba caminando por la avenida de San Vicente, en Valencia, y al asomarme al interior de una papelería -no recuerdo qué iba buscando- descubrí que tenían unas cuantas casetes de la colección llamada “Los Grandes del Rock”, que sacaba Fabbri Editori y distribuía Orbis. También los habían editado en cedés, a pesar de que en algunos casos la calidad de sonido fuera menos que aceptable. Mi novia tenía uno, que llevaba canciones de los Beatles, Doors, Rolling Stones y varios más, así que sabía lo que eran: una colección de directos piratas, o no oficiales (colecciones privadas decían ellos), que en su día habían ido acompañados de unos fascículos (¿escritos por Sierra i Fabra?), en total creo que eran 100, perdidos ahora en la noche de los tiempos.
El caso es que, después de mucho pensar, y de contar y recontar las pocas monedas de mi bolsillo como si así fueran a multiplicarse, decidí llevarme a Jethro Tull y a Frank Zappa.
Lo de Jethro era el Aqualung en directo. Una verdadera pasada. Disfruté como un enano dándole vueltas a la cinta para escuchar esos solos de flauta y la voz de Ian Anderson. De Zappa no había oído nunca nada. Sabía que era un músico de los 70, un tipo raro con un curioso bigote. Su cinta era la número 28 y se titulaba My Guitar. En la portada aparecían las siguientes canciones:
Little house I used to live in / Penis dimension
Would you like a snack?
Holiday in Berlin
Cruising for Burguers
My Guitar Wants to Kill Your Momma
Uncle Meat /King Kong
Big Leg Emma

Yo no sabré mucho inglés, pero desde luego capté enseguida que tenía entre manos algo distinto. Sensación que se vio incrementada cuando vi que las pistas numeradas eran CUATRO. Es decir, la cosa quedaba así:
1. Little house I used to live in / Penis dimension - Would you like a snack? - Holiday in Berlin - Cruising for Burguers (18’36’’)
2. My Guitar Wants to Kill Your Momma (9’02’’)
3. Uncle Meat /King Kong (24’03’’)
4. Big Leg Emma (2’12’’)
Los lugares y años de grabación eran: Nueva York, 1970, para 1, y Boston, 1968, para el resto.
Zappa no me defraudó. Era un disco extraño, lleno de matices, de instrumentos, de voces... A mí me sedujo desde el primer momento, pero hubo gente a la que se lo hice escuchar que no lo soportaba más allá de diez minutos. He observado que la ópera suele causar este mismo efecto, y no es casualidad, porque es música que requiere un esfuerzo por parte del oyente, un trabajo previo (como leerse el libreto).
Durante años, este "Guitar" fue mi único disco de Zappa, pero ahora sabía que detrás del bigote había un genio.
El Tercer Poder me dio toda la información que necesitaba para conocer al maestro. Me abrió más si cabe el apetito. Quería oírlo todo, ver 200 Motels, ponerme una camiseta de Zappa... Me conformé con encontrar a alguien que supiera de quién coño estaba hablando, y entretanto, me puse a ahorrar -la discografía de Z tiene más de 100 discos oficiales-.
Pues mire usted por donde que resultó que Daniel L.A., hermano de Alberto, es un gran fan del creador de los Mothers, con lo que ya tenía a quien darle la paliza.


Y más o menos, por la misma época en la que hacía estos descubrimientos, andaba oyendo un disco titulado En las Nubes, de un tal Sobrino del Diablo. Me lo había grabado mi buen amigo Rafa de Madrigueras y estaba lleno de buenas y curiosas canciones. Me gustó tanto que lo pedí por correo (y he repetido con los dos siguientes), y al trastear en las webs en busca de una dirección a la que remitir mi dinero, descubrí que el Sobrino (Juan Gómez) no sólo era un fan de Zappa, sino que hasta había escrito un libro sobre él (también tiene otro sobre Thin Lizzy. Más monstruos del Rock), libro que vi en un viaje a Madrid y que estuve a punto de comprar, pero que al final no -las monedas seguían sin críar en mis bolsillos-.
Pero vuelvo a El Tercer Poder, donde me decían que había una cita de un tal Edgar Varèse en el primer disco (Freak Out!) de Zappa: “The modern-day composer refused to die”, y un artículo escrito por el mismisimo bigotes titulado nada menos que Edgar Varèse: El Ídolo de mi Juventud. Así que me lancé a ver quién era este buen hombre y me topé con un compositor moderno (y semi-olvidado) que metía sirenas de policía en sus partituras y percusiones imposibles. Como el Zappa adolescente, me puse a buscar sus discos, y cuando los tuve, y los escuché, me hinché a aplaudir.
Varèse, que habla de sí mismo en esta página, explica su concepto de música, y habla de la complejidad de ritmo y forma:
“Se confunde tan a menudo el ritmo con la medida, con la métrica, que sería bueno encontrar de una vez por todas, una definición. (...) El ritmo, en música, da a la obra, no solamente la vida, sino la cohesión. Es el elemento de la estabilidad. Tiene mucho que ver con la cadencia, la que es la sucesión regular de tiempos y de acentos.”
“(...)se concibe a la forma como un punto de partida, como un modelo a seguir, como un molde a llenar. La forma es el resultado de un proceso.”
Estoy de acuerdo, y extiendo el comentario a la poesía. Varèse señala sin pretenderlo lo que a mi juicio falla hoy en día en lo que se hace (y se nos vende)como poesía. Estos dos elementos son esenciales para saber escribir poesía, y por desgracia, muchos no tienen ni idea.
Digamos que, para cotejar esta premisa, buscando otras formas de comprender la poesía, he dado con la poesía fonética y conocido a los dadaístas alemanes Hausmann y Schwitters. De este último, espero oír muy pronto su Ursonate.
Profundizando un poco más en este movimiento y en sus autores, ¿adivinan con quién me he encontrado? Sí, el bueno de Frank también los había estudiado e incorporado a su forma de concebir la música. Supongo que sentía bastante afinidad con los principios dadaístas.
Zappa está por todas partes. O al menos, en las que yo miro. Su música es un género propio, y a pesar de sus discos insufribles, que los tiene, merece la pena hacer el esfuerzo e incluirlo en nuestras vidas.