domingo, 14 de agosto de 2011

La conspiración del grunge (y II) (Sesenta mil satanases,75)

La revista Entertainment Weekly comentaba, acertadamente, y quizás en más sentidos de lo deseado, en un artículo de 1993 sobre el grunge y la Generación X, que "no se había dado esa clase de explotación de una subcultura desde que los medios descubrieron a los hippies en los 60".
Existen, y muchos, antecedentes de la CIA en cuanto a su intervencionismo social a través de los movimientos culturales asociados a la música. La Operación MK-Chaos ejemplifica a la perfección su manera de hacer las cosas, en este caso, terminar con el movimiento hippie desde dentro, o al menos, volverlo inofensivo.
En una nación convulsa como era los Estados Unidos en los 60, donde afloraban con demasiada premura los objetores de conciencia subversivos, en lugar de buenos y sanos tragakelloggs con ánimo de matarse en Vietnam, la Agencia dirigió laboratorios clandestinos que abasteciesen el mercado de la droga, e incluso se instituyó una mafia hippie, La Hermandad del Amor Eterno, que llegó a hacerse con el monopolio del tráfico de LSD en Estados Unidos, sustancia directamente relacionada con las pruebas del programa de control mental archiconocido como MK-Ultra.
El contexto histórico de EEUU de principios de los 90 guarda muchas similitudes con el final de la década hippie. Altas tasas de desempleo y criminalidad, desencanto con el gobierno y el trasfondo de una nueva guerra, la del Golfo, y su televisiva Operación Tormenta del Desierto, un conflicto motivado por fines económicos que poco o nada tenía que ver con el pasado bélico norteamericano, y que nadie sabía ubicar en un mapa.
En este escenario, las letras del gangsta rap eran un factor de cohesión dentro de la comunidad afroamericana más castigada, como antaño hicieran los Black Panther, enfocada a la desobediencia civil, exaltando la vida fuera de la ley de las bandas callejeras,  que no sólo desafiaba el statu quo de la población blanca  -en cuestiones como el alistamiento militar, donde el 22% del ejército  estadounidense es negro- sino que, además, como moda, amenazaba con extenderse a la población blanca, y eso era algo que las autoridades no podían consentir.
Recordemos, asimismo, el "incidente" Rodney King, víctima de la brutalidad policial de cuatro agentes blancos de Los Ángeles en 1991, cuya paliza fue grabada y emitida en todo el mundo, y la oleada de indignación que produjo la absolución de estos al año siguiente, que condujo a cuatro días de disturbios civiles que se saldó con 55 muertos, 2.300 heridos y más de un billón de dólares en daños para la ciudad. Las letras del gangsta rap se hacían realidad.
El grunge, en cambio, era la perfecta antítesis, en lugar de salir a la calle a tirotear a la policía, hablaba de sentarse en un rincón oscuro a lamentar ser el bicho raro de la clase. Al mismo tiempo, fomentaba la apatía política y el consumismo, con lo que la inversión quedaba cubierta, y encima generaba más dinero. Al menos por un tiempo.
Y cuando llega el momento de ponerle punto y final a sus programas, la CIA parece recurrir siempre a lo mismo, descabezar al líder. Dentro de la Operación Caos de los setenta, se puso en el punto de mira a Jimi Hendrix, a quien ciertos autores dan por asesinado, como también ocurre con Morrison. Tampoco la muerte de John Lennon a manos de Mark David Chapman está libre de sombras, puesto que su asesino había recibido adiestramiento por parte de la CIA, y hay quien ve en él a un perfecto "candidato de Manchuria" (ver El mensajero del miedo, versión 1962).
El 5 de abril de 1994 muere Kurt Cobain, a los 27 años, de un disparo en la cabeza, aunque su cadáver no se encuentra hasta tres días después. Los teóricos de la conspiración, y las incoherencias de los informes, siempre han señalado a Courtney Love, su esposa, como la "suicidadora" a través de una tercera persona, y a la mano de la Agencia, como el contacto necesario de la cantante de Hole para poder desviar la investigación policial, manipular la declaración de un forense y hacer desaparecer pruebas y testigos, hechos todos presentes en la muerte de Cobain.
En la misma línea del plan MK-Chaos, le tocó el turno al gangsta dos años después del tiro de Kurt y posterior desplome del grunge. Tanto el rapero Tupac Shakur, como su contrapartida, The Notorius BIG, fueron acribillados a balazos en un intervalo de seis meses, en pleno auge del hip hop racial y gangsteril. Asesinatos con suficientes sombras que, si bien se señala como culpables a las distintas bandas de pandilleros, aún hoy permanecen oficialmente abiertos y sin resolver.
Desde entonces hasta ahora, la Agencia parece haber encontrado un mejor aliado en internet y sus memes para crear cortinas de humo y devolver el rebaño a su redil, y a nosotros, un puñado de buenos discos y una pequeña irritación de consciencia.

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