domingo, 18 de septiembre de 2011

En el cielo sí hay alcohol (Sesenta mil satanases, 80)

Fue en 2006 cuando unos astrónomos británicos del Observatorio Jodrell Bank anunciaron el descubrimiento de una nube de alcohol metílico, de unos 463.000 millones de kilómetros de extensión, en una zona de la Vía Láctea. Se equivocaron, pues, tanto Pabellón Psiquiátrico como Kase O.
Así a ojo, calculo que en nuestra Feria andamos de alcohol a pizcaspajas con nuestra galaxia, y si me apuran un poco, a tenor de algunos cubatas que he tenido la desgracia de probar, con más metílico que etílico.
La Feria nos destroza, de un modo u otro. Los bolsillos, el hígado, el sueño..., a propósito o sin querer queriendo, el caso es que el ciudadano sufre la frenética hiperactividad de estos diez días feriados de los que, casi, se necesita del resto de septiembre para recobrar la rutinaria normalidad con la que se ha de convivir el resto del año. En Albacete, pues, el Año Nuevo comienza el día 18, después de un cotillón de dos semanas en una vorágine de comida y, sobre todo, bebida como si no hubiera un mañana. Es este particular sistema solar que es el recinto ferial, todo gira en derredor del condumio y el bebercio. Si antaño esto era una feria ganadera, hoy por hoy es el ganado humano quien se ha apropiado del lugar, en busca de un conveniente abrevadero en el que meter el hocico.
Que sí, que me dirán que hay más actividades en la Feria, que se bailan manchegas, se visita a la Virgen, se compran artículos de broma y hasta alguna navaja, hay conciertos, y atracciones, pero estos vecinos van y vienen. Los que se quedan en los redondeles emulan con gran precisión a los peces del villancico.
Desde el tiento de la bota que ayuda al paso gaznatil de la berenjena de Almagro, al par de chatos de vino de la borriquilla que activa la circulación, unas sidras con los miguelitos, y una botellica de orujo miel del templete. Cerveza a litros –aunque recomiendo siempre de bote-. Mojitos aliñados con resaqueitor. Cubalitros importados desde Fukushima.
Esto por lo “legal”. Porque lo tradicional desde unos atrás es el botellón. Y ojo, este no se circunscribe a los alrededores de la plaza de toros, sino que se extiende, como el chapapote en el mar, a cualquier escenario más o menos cercano a los redondeles. Portales, plazas, cabinas de teléfonos, todo vale. Sorprende ver cómo en las paradas del autobús, gratuito, que lleva al personal a la Feria se agolpa la juventud cargada de bolsas repletas de alcohol, refresco y hielo. Los mismos que no ayudan a su madre con la compra, cargan con media docena de botellas de Brugal y un saco de cubitos. El transporte público parece, entonces, una auténtica discomóvil, donde por supuesto no falta la música, por obra y gracia de sus infernales teléfonos móviles.
Para amortiguar el efecto alcohólico sobre el estómago, lo habitual en estos casos es acabar comprando a lo largo de la noche un bocadillo de pseudojamón, morcilla o guarra, aunque por aquello de la variedad cultural, ahora se puede recurrir a un kebab, pizza o hamburguesas. Ojo, no confundir este momento con el de retirada, en el que, emprendiendo el largo camino a casa, no hay más remedio que detenerse en el puesto de las hamburguesas Uranga para llevarse una puesta.
Escribía el año pasado que en Feria todo está permitido, como si hubiera bula papal, y como a todos los tontos les da por lo mismo, quizá sea por eso por lo que aquí, en lugar de alancear al Toro de la Vega nos luce castigamos el hígado trasegando más alcohol que un cosaco en la fábrica de Knebep. Diez días inmersos en nuestro personal “Living Las Vegas”, naufragando en un vaso de plástico que dicen que es de litro pero que no lo es y devorando frutos de gorrinera a deshoras. Ríase usted del triatlón Ironman ese, esto sí que es una prueba de triple resistencia: física, mental y gástrica. Y si en lugar de durar semana y media, hubiera un mes de Feria, tal y como deseaban algunos el año del Centenario, pues ahí que los tendría usted, a los ferieros con sus bebidas espirituosas, noche tras noche, seres inamovibles frente una fuerza imparable. Tan a gusto, en su cielo. Ea.

El Pueblo de Albacete, 18 de septiembre de 2011



1 comentario:

  1. A partir de ahora seguro que todos se portan mejor (bueno, todos no, solo algunos), para ir al cielo a encontrarse con esa nube de alcohol.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Reto Fanzine 2023

 Bueno, pues parecía que no pero al final sí, así que... Queda convocada la 19 edición de nuestro Reto Fanzine para el VIERNES 29 de diciemb...