martes, 18 de enero de 2011

Breve historia personal y rolera I (Sesenta mil satanases, 46)

Mi primera toma de contacto con los juegos de rol fue en la ya desaparecida tienda ComicRol, que como bien explica su nombre, estaba especializada en cómic y rol, así que cuando uno llegaba a comprarse su tebeo de mutantes, no podía dejar de ver aquellos tomos de sugerentes portadas que prometían una nueva forma de pasarlo bien. La tienda de Javi y Ciro también tenía wargames y figuricas warhamméricas, por lo que también podía haberme inclinado por cualquiera de esas vertientes lúdicas, pero supongo que mi ánimo narrativo me pedía leer una historia, más que avanzar armado por un tablero (lo que no quita que con el tiempo hiciera mis pinitos en Battletech, W40K, o Blood Bowl).
Sin acabar de entender cómo y por qué, aunque sospecho que sería por aquello de que jugar al rol estaba de moda entre los protofrikis de mi época, a mí aquella forma de entretenimiento me atraía muchísimo, a pesar de lo mucho que desconocía de este mundo. Creo que el primer juego de rol que tuve en mi poder fue el D&D edición Dalmau, a fotocopias de esas tan malas que se desprendía la tinta y se calcaban y se pegaban las páginas unas a otras, por lo que, con el paso de los años, su destino fue el contenedor de basura. Lo cierto es que nunca jugué, ni he jugado, a esta u otra versión de la creación de Gygax, no por nada, sino porque nunca surgió. Es un tema pendiente.
Durante meses acudí a la tienda a golismear entre los manuales que, por entonces, atiborraban los estantes de un rincón de la tienda, indagando sobre cuál de aquellos libros tendría más posibilidades en mis manos. El factor económico era decisivo, pues en mi casa no sobraba el dinero, y mucho menos para invertirlo en cosas de ocio (caprichos) -un concepto que los más jóvenes no entenderán-. También estaba el factor Millar. Hasta entonces, lo más caro que se compraba uno con lo poco que conseguía ahorrar costaba a lo sumo treinta o cuarenta duros (un tebeo). Superar la barrera de las mil pelas era raro. Rozar los mil duros era inaudito. Los juegos de rol eran caros para un chaval de primero de BUP de 1990.
También entonces, como ahora, me echaba para atrás el tener que comprarme un manual tras otro, como si se tratase de un juego por fascículos. Y como tercer factor esta el tema de los amigos... El rol no era un juego en solitario (para eso estaba los estupendos libros de Elige tu propia aventura), sino grupal. Necesitabas una buena provisión de colegas sin demasiada vida social para jugar, lo cual no era fácil de conseguir.
Busqué ayuda en las revistas del ramo, concretamente en la Líder, que tenía un precio aceptable y pensé que podía echarme una mano a la hora de decantarme en mi futura adquisición. Lo hizo. Un artículo sobre Traveller atrajo poderosamente mi atención. Como fan de la Ci-Fi, devoto de Asimov, de Star Trek (que la echaban por Canal Nou los fines de semana) y de las novelas de a duro de Torres Quesada y compañía, Traveller parecía tenerlo todo. Además, sólo tenía tres suplementos (en español, ni pensar en leer nada en inglés) que parecían innecesarios, y estaba editado por Diseños Orbitales (¡los de Battletech!).
Compré Traveller. Lo leí de cabo a rabo. Lo menos diez veces. Para los dungeoneros que nunca se han sentado a probarlo, les diré que más que un juego era un sistema muy sencillo (todas las tablas cabían en un par de folios), con una miaja de trasfondo, que me era muy familiar, dados los mencionados antecedentes. Ideal para novatos. Ahora Traveller nos parecería demasiado básico, crudo, escaso quizás, pero lo cierto es que dejaba la puerta abierta a un montón de posibilidades, es decir, a completar sus carencias con todo tipo de escenarios y reglas caseras, como así sucedió. Pero me estoy adelantando.
El juego durmió el sueño de los justos durante casi dos años porque no tenía con quien jugarlo. Esto no quiere decir que me olvidase del rol. Conseguí una copia de El Señor de los Anillos. Compré más Líder. Seguí husmeando entre las baldas de ComicRol las ediciones de Joc...

(Continúa...)

El Pueblo de Albacete, 23 de enero de 2011


1 comentario:

  1. El Diabólico Doctor26 de enero de 2011, 13:01

    ¿Ha pedido usted ya la inclusión del vocablo "golismear" en el Diccionario de la RAE?

    Espero con ansia la segunda parte.

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