lunes, 6 de febrero de 2012

Si lo escupe, te quiere. Si se lo traga, te ama

Muchas, las más de las veces, cuando pensamos en el intercambio de fluidos nuestras mentes abotargadas por el porno van directamente a pensar en los efluvios genitales, y sin embargo, los primeros que conocemos, los más habituales, los más ansiados, vienen a través de la boca, del beso. Beso francés, con lengua, a rosca-chapa, ese morreo con el que soñamos en la adolescencia y que cuando llega, joder, es orgasmático y adictivo. Queremos otro, y otro y, quizás, a la vez, un palpe de teta… Porque un buen beso con saliva y danza de lengua es lo más parecido a follar con los pantalones puestos.
La teoría de los vasos comunicantes nos dice que cuando vertemos un mismo fluido dentro de varios vasos de diferentes formas comunicados entre sí, la altura que alcanza el fluido es la misma para todos ellos. En un morreo en condiciones, sabemos que el precario equilibro de saliva se acaba rompiendo cuando uno de los dos traga más que el otro. Ese es el momento decisivo para saber quién domina la relación, quién será el dominado.
Pero antes de entrar en detalle, detengámonos en ese líquido corporal que nos echamos al cuerpo, el primero después de la leche materna. Sabemos desde aquellas clases de ciencias escolares que la saliva forma parte del proceso de la digestión, que la producen las glándulas salivales de la boca, que su composición es en un 99% agua y el resto, sales minerales y algunas proteínas —incluida, como veremos más adelante, la testosterona—. Una persona segrega entre 1 y 1,5 litros de saliva al día.
La saliva se traga o se escupe. El escupir siempre ha sido visto como una costumbre reprobable, de mala educación, y sin embargo, también es un hecho antropológico que se escupe, los hombres sobre todo, como un gesto de establecimiento de territorio, una manera de aparecer más fuerte y marcar su espacio.
En cuanto a tragar, la universidad de Albany realizó un exhaustivo estudio sobre la saliva y los besos, obteniendo importantes conclusiones. El morreo, cuanto más húmedo y con más lengua mejor, es una base de datos bioquímica que la hembra procesa inconsciente, pero sin piedad. Es su modo de obtener información sobre las condiciones físicas de cualquier candidato, así sea remoto, a padre de sus hijos. También los machos humanos pueden sonsacar con beso de tornillo hasta qué punto las zagalas son fértiles, incluso si están más cerca o más lejos de la menstruación. Según los de Albany, "como los hombres tienen menos sensibilidad bioquímica que las mujeres, necesitan muestras más grandes. Esto explicaría porque los hombres prefieren los besos de tornillo, hasta el fondo de la garganta, y con la boca abierta al máximo".
Es evidente que además de estas funciones de las que no somos conscientes, el beso supone un intercambio hormonal, donde el macho logra introducir testosterona en la boca de una mujer por el camino fácil, lo que mejora la receptividad sexual de ésta. O eso dicen los expertos.
La saliva, entonces, no sólo está relacionada directamente con la digestión, sino también con el acto sexuar. Lo que comienza como un escupitajo de lubricante gratuito y primigenio para las masturbaciones iniciáticas, acaba formando parte importante del sexo.
De hecho, existe la salirofilia, que Wikipedia nos explica que consiste en la excitación provocada por saborear fluidos corporales salados, como la transpiración, al ser escupido en el cuerpo o directamente en la boca, ingiriendo la saliva de la pareja. En el léxico angloparlante del sadomasoquismo, se le denomina comunmente spitting o silver shower (lluvia plateada), aunque también es una práctica realizada por actores y actrices de películas pornográficas con mayor o menor grado de contenido escatológico. Uno de los riesgos que conlleva esta práctica es la posibilidad de contraer mononucleosis; pero esto nos puede ocurrir con un simple besuqueo, que por algo se la conoce como enfermedad del beso.
La salirofilia puede derivar, o viajar en paralelo, al snowballing, práctica sexual familiar para los pornófilos, pero que el profano captará enseguida su significado con la mera traducción del nombre. Y es que en el cine porno de los últimos años la saliva ha cobrado gran relevancia por su componente psicológico guarrillo, sus propiedades lubricantes y su viscosidad y parecido con cierto fluido testicular.
Es curioso cómo algo tan biológicamente natural como la saliva nos perturba. Nos incomoda, nos da asco, o nos excita, nos pone cachondos como perros de Paulov. Nos remite a esa dicotomía de tragar o ser tragado. Escupir o ser escupido.
Pero nunca, nunca, dejar que se te caiga la baba.








El Pueblo de Albacete, 5 de febrero de 2012.

2 comentarios:

  1. Ummm, ¿te estás autoplagiando? el comité organizador del Reto F. está detrás de Vd...

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  2. Me estoy publicando, que no es lo mismo...

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