lunes, 7 de enero de 2013

Cuidado con los Rods

Dentro de la estupidez paranormal me llama poderosamente la atención el caso de los llamados RODS, de los que no tenía el gusto de conocer, y mira que uno creía haber leído casi sobre todos los monstruos y teorías raras que pulular por la red.
Si buscamos en la Wikipedia qué es esto de los rods, explican que “son errores de observación descritos por algunos seguidores de la criptozoología y la ufología, como supuestos fenómenos o criaturas pseudocríptidas; que se dice que son detectadas en cambio en la forma de ciertas distorsiones apreciables en los paisajes, especialmente  en grabaciones de video o fotografía». Dicho en cristiano, esas motas raras que salen de pronto en las fotografías y vídeos, que parecen bastoncillos (rods, en inglés) y que la lógica, la razón y los estudiosos serios definen como “errores de interpretación de artefacto”, o sea, cosas que la cámara no acaba de captar bien, cuando no directamente ilusiones ópticas.
Sin embargo, existe otra postura, a priori más divertida pero más difícil de demostrar, que habla de que se trata de animalicos extraños. Los rods fueron descubiertos en 1994, con la comercialización de las cámaras de vídeo de alta velocidad. Aparecen en los fotogramas de vídeo como objetos largos con una especie de aura borrosa que muchos interpretan como una especie de aleta. En función de donde aparezca, el observador puede hacer una valoración de su tamaño, que parece rondar desde los diez centímetros a los tres metros. Jose Escamilla fue la primera persona
en hablar al mundo de los bastoncillos voladores. Este sujeto se dedicaba a la noble tarea de filmar el cielo en busca de ovnis. Revisando en su estudio una grabación que había realizado un año antes en Roswell, nada menos, se topó con unas manchas misteriosas que cruzaban la escena, así que, llevado por la curiosidad, se puso a repasar fotograma a fotograma qué pijo era eso. Su primera conclusión fue que volaban rápido, tan rápido que son imperceptibles al ojo humano. Oliéndose el filón delvdescubrimiento, se arrojó a revisionar más películas, a la caza de lo que él denominó “peces voladores”.
Desde entonces, los rods han sido capturados en vídeo por miles de personas, en interiores, al aire libre y bajo el agua. Borrones alargados que aparecen fugazmente en videos caseros y para los que nadie parecía encontrar justificación. Algunos dicen que los bastones voladores son máquinas autónomas interdimensionales, espíritus, fantasmas, ovnis o criaturas desconocidas para la ciencia. Explicaciones más jugosas que el paso rápido de un pájaro, un insecto o un simple error del aparato, claro que sí. Los amigos de la maravilla hasta tienen como prueba concluyente un perfil tipo, que explica que los rods son “criaturas de forma cilíndrica que varían en longitud de unos 10 centímetros a 3 metros, y pueden viajar a velocidades de hasta 300 kilómetros por hora.
Parece que vuelan por el aire mediante el uso de una membrana ondulante sólida que vibra muy rápidamente a cada lado de su cuerpo, como una sepia larguirucha”. Que, a partir de esta información haya quien especule que guardan similitudes con la familia de los cefalópodos, es todo uno. La teoría de los calamares voladores tiene la ventaja, además, de explicar por qué, si son seres vivos, nunca hemos visto el cadáver de un rods en la Historia, ya que al no tener partes duras en el cuerpo podrían descomponerse sin dejar rastro. Y señalan al anomalocaris, literalmente “gamba extraña”, un fósil de hace más de 500 millones de años, como su posible antecesor evolutivo. Con dos cojones.
En 1997, el señor Escamilla produjo un documental titulado “Rods: Mysterious Objects Among Us!” donde mostraba su famoso video de Roswell, así como los de otros cazadores de ovnis amigos suyos. Un año después, sacó la continuación, “Rods: The Smoking Gun Evidence!”, con más supuestas pruebas de la existencia de estas criaturas. Como parece que este tinglado no ha dado demasiados frutos, Escamilla ha vuelto a sus orígenes ufológicos con otros dos documentales a lo Juan Palomo con los que se ha hecho popular a nivel mundial sobre la «verdad ovni» y cómo, los gobiernos y la NASA, conspiran para ocultarnos la realidad. Su último trabajo, estrenado en 2012 y llamado “Celestial”, intenta demostrar que la Luna es azul en lugar de gris y que posee grandes edificios y construcciones. Y que está ahuecada artificialmente.
Con Escamilla fuera de órbita, parece que los rods han caído en el olvido estos últimos años. Podemos señalar dos culpables. Uno, el uso extendido casi masivamente de cámaras digitales en los últimos años, que ha familiarizado a mucha gente con conceptos como velocidad de obturador, tiempo de exposición o compresión de video, y lo que ocurre cuando se retrata un insecto o un pájaro en movimiento. Y dos, en 2005, un documental de la China Central Television, donde investigaban unos misteriosos rods que aparecían en las grabaciones de seguridad de la Compañía farmacéutica de Tonghua. Ajustando la velocidad de grabación, se vio que se trataba simplemente de polillas.
Aun así, algunos forofos de lo oculto todavía insisten de vez en cuando en ellos, con la excusa de que en la naturaleza no hay nada imposible. Ni siquiera los calamares fantasmas que vuelan a 300 kilómetros por hora bajo una luna azul.




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