jueves, 2 de abril de 2009

Jungla de Asfalto

Desde que no me quedó más remedio que dejar la bicicleta y hacerme conductor he descubierto nuevos enemigos en las calles de la ciudad. Para empezar, están los baches que parecen multiplicarse como gremlins en un túnel de lavado. Los hay de dos tipos, cóncavos y convexos. De los primeros tenemos la zanja abierta en mitad de la vía, la tapa de alcantarilla que se hunde en el asfalto, el agujero misterioso obra quizá del Hombre Topo que habita el subsuelo albaceteño, jurando venganza eterna contra sus vecinos de arriba... Todos ellos amenazan con tragarte y enviarte al país de los morlocks con coche y todo, aunque lo normal es que las ruedas den un trastazo y te salte el cedé de la Creedence (en el coche siempre hay que llevar a la Creedence, lo dice John McClean). De las que sobresalen, mis favoritas son las zanjas cubiertas con chapas deformes que restallan cual campana del infierno en cuanto las pisas, para gran regocijo de los vecinos a los que les toca en suerte. Obstáculos que con la bicicleta podías evitar con facilitad, a bordo de un automóvil se convierten en trampas mortales ideadas con malicia por el lobby de los amortiguadores. El ayuntamiento se convierte aquí, una de dos, o en víctima de los tejemanejes de esta corporación en la sombra -que ríase usted de los Illuminati-, que contempla con estupor e impotencia cómo las sucesivas y carísimas “operaciones asfalto” son arruinadas por las manos invisibles de estos terroristas viarios; pues eso, que o víctima o cómplice, que pone el cazo y mira a otro lado. O quizá (no, no quiero ni pensarlo), sea el mismo consistorio el que hace los agujeros y los resaltes quién sabe con qué maléfica intención, pues ya les digo que si la cosa de convertir las calles en un bancal a medio arar es por ahorrarse unas bandas sonoras, podían al menos señalizarlos, o ya puestos, arrojar troncos, crear fosos con arenas movedizas, serpientes o lava ardiente y así convertir el trayecto de camino al trabajo en una aventura digna de Indiana Jones. Es lo que falta para convertir esta capital en un verdadero parque temático.
Pero, sin duda, el obstáculo estrella de Albacete son los vehículos aparcados en doble fila. Cualquier vehículo, desde taxis hasta gigantescos camiones de mudanza, hasta carritos de bebé he visto yo en mitad del carril. ¿Qué lleva a una persona a estacionar de cualquier manera, sin ningún respeto por el prójimo, ocupando parte de la carretera por la que tú tienes que pasar? (¡Yipi ka-yei, hijoputa!, que volvería a decir McClean). Desde los que bajan “un momento” para ir al cajero -y no son de los rápidos, sino de los que primero miran el saldo, se estudian en ticket para ver si se han cobrado la luz y luego sacan 20 euros-, hasta los que van a cargar/descargar a la abuela -que por aquello de la edad se le han convertido las articulaciones en madera-, o la compra -seiscientas bolsas del Carrefour y una estantería de aglomerado-. Luego están los que hablan por el móvil y, por aquello de respetar la norma, tiene cojones, detienen el coche para atender la llamada, o los que sacan la pda o la blackberry y se ponen a revisar su correo o a comprobar online si se han cobrado la luz. El grupo estrella, aquellos que merecen ser untados en miel y enterrados hasta el cuello junto a un hormiguero de hormigas de fuego rojas (Solenopsis invicta), lo forman quienes directamente estacionan y se van al bar. Algún cachondo de estos hasta pone las luces de emergencia, y es que todo el mundo sabe que la caña y el carajillo son más esenciales para la vida que el oxígeno. Y ahí nos quedamos los demás, parados en la puta rúa, tirando de intermitentes, a la espera de que el esclerótico tráfico nos abra un hueco para meternos de cabeza en él, cual metáfora de nuestra vida sexual, mientras el fritilla del Seat León que llevamos detrás nos toca el claxon como un endemoniado. La solución, lo tengo claro, no pasa por exigirles a los albaceteños más civismo y responsabilidad al volante -no pidamos utopías-, sino un Turbo Boost.



2 comentarios:

  1. Si ya lo decía mi abuelo, el mejor medio de transporte son tus piernas.
    Felicidades por su nuevo blog. Veo que al final se cambió sabiamente a blogspot,buena elección.
    Espero que sea verdad eso de semanal, estare pendiente, jejejeee.
    Para cuando otra noticia de las suyas sobre el interesante mundo de las ranas, abandonaicas las tienes en el pueblo.
    Un saludo.

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  2. "El lobby de los amortiguadores"
    Impagable.

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