viernes, 6 de mayo de 2011

Adiós, brujo

Por fin he terminado La dama del lago, el último tomo (editado en dos) de la Saga de Geralt de Rivia, al que acusé de flojeras, en su día, de oídas. Una vez leído, y con el calentón de tener las últimas líneas todavía bullendo en la cabeza, creo entender qué le disgustó a este amigo, que suele tener, en estas lides literarias, muy buen criterio.
Lo que digo aquí, y lo defiendo a fuego y acero, es que Andzrej Sapkowski le da sopas con onda a George RR Martin, y si el primero, en lugar de polaco fuera americano, tendríamos merchandising del brujo Geralt hasta en los calzones. Libros bien escritos, mejor traducidos -aunque habré de contar algo al respecto del libro 7-, épicos y divertidos, entretenidos. Una puta obra maestra que, al contrario que la del coñazo de la canción de hielo y fuego, sí está completa.
Sapkowski lidia con la presión de hacer un final que no defraude a los fans, pero con la chulería del que se sabe objeto de deseo y quiere lucirse ante el tendido, nos pega un vacile de chorrocientas mil páginas al más puro Stephen King, con la aparición de decenas de personajes que aportan otros tantos puntos de vista, ojo, incluso desde el futuro, y de otras dimensiones. Aquí, quizás, peca como el Maestro de Maine, de excesividad, porque lo siento, pero la verdad es que me sobran perspectivas, desventuras chorras y tramas paralelas que no van a ningún lado. No me atrevo a decir que estén de relleno, para que la cosa abulte, pero casi casi. La historia central, la de Ciri, la Elegida, la Neo de la saga, se ve constantemente interrumpida por pequeños "cuadros", tantos que uno no sabe ya si saltárselos, como cuando cantan los putos elfos del Señor de los Anillos. Joder, lo que cantan en los libros de Tolkien... Menos mal que uno ya está curtido en estas lides gracias al Rey del Terror, y si de algo me ha servido zamparme La canción de Susannah o los Tommynockers, ha sido para armarme de paciencia y no lanzarlo por la ventana a las primeras de cambio.
Los que somos más del brujo que de la puta cría, a la que llegas a cogerle manía en los tomos 5 y 6, pues nos volvemos a ciscar en ella casi en toda la primera mitad del libro, o sea, el 7.1, en donde Cirila se nos revela como la encarnación del japo de Héroes, aunque la cosa remonta para bien en  el 7.2. Para nuestra desgracia, el de Rivia no pasa de secundario de lujo, y solo retoma algo de protagonismo al final, donde incluso se nos ofrecen algunas escenas dignas de las primeras aventuras de Geralt.
Por sus muchas más virtudes que defectos, el libro es bueno. Merece la pena el esfuerzo, y la resolución es muy digna y deja un buen sabor de boca. Se disfruta con las batallas, con el sentido del humor cabronías del polaco, con las reflexiones sobre la guerra y el mal... Y los detallicos, cientos, anacrónicos, que aportan esa chispa característica de toda la saga. Detalles algunos que uno no sabe hasta qué punto son obra suya o del traductor, como parafrasear al mismísimo Julio Iglesias, entre otros muchos "españolismos" ¿accidentales?
Ha merecido la pena la espera. Lo que ya no tengo tan claro es pagar dos veces por el mismo libro, pero eso es otra historia. Queda pendiente para el verano el releer del tirón la saga completa para sacarle el verdadero jugo. Hasta entonces, adiós, brujo.

3 comentarios:

  1. Alejandro Fernández25 de agosto de 2011, 11:32

    Me acabo de pillar el primero (El último deseo). Ya te diré que tal, le tengo ganetas. PD: El mio se llama Geralt, no Gerald!

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  2. Alejandro Fernández25 de agosto de 2011, 11:32

    Espero que esta saga este mejor que la de George R. R. Martin, la cual he dado ya por (cuasi) abandonada. Confio en usted!

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