miércoles, 6 de mayo de 2009

Vas a saber tú más que el médico...


Pues a veces, sí. Más que nada por cansancio, por repetición, y porque llevo más años yendo a consulta que ellos. Algo se aprende, por lo menos en lo tocante a dolencias reiterativas, como una bronquitis, gastroenteritis o una lumbalgia, nada de morirse -en un principio-, pero que sí te tienen un par de semanas jodido. Para males mayores no tienes más remedio que acudir a médicos de verdad, en el hospital, o directamente a urgencias.
Lo que ocurre con los médicos de cabecera es un misterio más complejo que por qué roban mecheros las mujeres, pero apuntaré aquí un par de ideas que podrían explicar las razones que han llevado a estos personajes a pulular por nuestros centros de salud.
Los médicos de cabecera son la base de la pirámide de nuestro sistema sanitario, de ahí que no comprenda que éstos sean los peores doctores que te puedes encontrar.
Y es que si fueran buenos, tendrían consultas privadas y estarían forrándose a nuestra costa. El hecho de que, en lugar de tener una bella enfermera en la puerta con una amplia factura en la mano, haya media docena de abuelas con achaques interminables esperando para ser auscultadas nos dice que estos individuos acabaron la carrera con la nota justica y se dan con un canto en los dientes. Seguro que eran los cachondos de la clase, los tunos o los porreros, los que se metieron a esto para tirarse a las mozas de Enfermería o para casarse con un médico de verdad. Como los que estudiaban Empresariales o Magisterio de Primaria en mis tiempos.
Y hablando de tiempo, ¿cuántas horas de tu vida pierdes en la sala de espera de una consulta? Primero, vas antes porque tu madre te ha enseñado que si falta alguien a la cita te puedes colar, aunque eso ocurre una de cada mil veces y siempre al abuelo de enfrente o al fritilla del chandal blanco que no ha soltado el móvil desde que entró. Puedes intentar distraerte con un libro, pero los chillidos de los niños que aguardan en pediatría te lo impedirá, sino lo hace antes la tertulia de dos mujeres mayores a voz en grito que hacía semanas que no se veían. Las salas de espera de los ambulatorios son como las cafeterías de las estaciones de autobuses, la fauna allí reunida es única y espeluznante.
Luego cuando entras, estás de dos a cinco minutos, paracetamol y a la calle, cuando el abuelo que estaba delante de ti ha tardado veinte minutos -eso si no se te ha colado uno de esos que "sólo viene a por dos recetas" y parece que le haya explicado El señor de los anillos en verso al médico-.
Para los médicos de cabecera, o de familia, el enfermo no es más que un obstáculo temporal en su larga carrera hacia el bar o las vacaciones, y les da igual lo que les cuentes porque para todo aplican remedios genéricos. Los analgésicos son su mejor aliado. Yo no sé cuántas veces me han recetado paracetamol, ibuprofeno -o jarabe para la tos-, sin que ni siquiera haya terminado de explicarle lo que me pasa. El paracetamol debe ser el bálsamo de Fierabrás del siglo XXI, según tu médico, sirve para el 90% de las enfermedades, es barato y dicen que no daña el estómago, pero a mí no me hace nada. Yo he visto el grueso vademécum que tienen en la estantería, o los más aparentes encima de la mesa, y debe de haber más medicamentos que éste, salvo que sea un libro falso de esos huecos que sirven para guardar cosas. Para que te receten antibióticos tienes que ir con cuarenta de de fiebre, un muestrario de flemas y una recortada.
Ahora que lo tienen todo informatizado es casi peor que antes. Ya ni se molestan en mirarte a la cara, ponerte el estetoscopio o meterte en la boca el palo del polo ese. Te hacen las diez preguntas del test del suplemento médico de la Mujer Hoy mientras miran absortos la pantalla del ordenador y saben si tienes gripe, almorranas o polimenorrea. Se supone que consultan tu historial médico, pero yo he visto el icono del emule alguna vez en la barra de herramientas. Supongo que luego entran al Receteitor 2.0, y pulsan Aceptar en la ventana “Recetar paracetamol”.
Si necesitas acudir a un especialista date por jodido, existe una rivalidad intrínseca entre el médico de cabecera y el especialista que solo puede explicarse con lo que señalaba antes de los tiempos de la facultad. El hecho de que a House lo castiguen a pasar consulta no hace más que ratificar esta teoría. El especialista, que trabaja en un hospital rodeado de enfermeras y con una clínica privada, le devuelve ahora todas las putadas al festero de entonces y nosotros quedamos como las víctimas colaterales de aquellos tiempos, clamando por un volante para una cita que tardará tres meses en llegar, cuando para entonces ya estés curado o muerto. El paciente (por definición, una persona cargada de paciencia) se convierte en una pelota de pin-pong entre ambos doctores, el primero se resiste a darte el volante, porque sería reconocer su inferioridad, y el segundo te remite al de cabecera a los tres minutos porque “no estás tan mal” o lo que tienes no corresponde a su especialidad. La historia que nunca acaba, como darse de baja en ONO. Vuelta a empezar.
El día que a los españoles les dé por coger un rifle y liarse a tiros, los centros de salud serán los primeros objetivos.
Y de Urgencias hablaremos otro día.

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