domingo, 23 de septiembre de 2012

Ese ojo, no, el otro

Hace años, más de una década, o quizá dos, había un hombre mayor, jubilado, al que le salió una catarata en un ojo. Este señor, que jamás había necesitado gafas, de pronto se encontró con que su visibilidad se reducía considerablemente, y tenía que guiñar –él decía cucar- un ojo para poder distinguir lo que tenía por delante. Como es de prever, el sujeto caratático acudió al médico, y tras varios volantes, visitas y vueltas logró arrancar a uno de aquellos tipos de bata blanca la promesa de que sería operado y que quedaría bien. Lo que no le explicaron convenientemente es que había una lista de espera para este tipo de intervención de entre uno y dos años.
Cuando el jubilado descubrió el ardid, lleno de ira y medio ciego, corrió cartilla en mano hacia una clínica privada y, sacándose de encima los cuartos ahorrados “por si algún día pasaba algo”, pues ese día había llegado, en menos de dos meses ya tenía el ojo aviao.
Pero, hete aquí que la desgracia es el pan común de los pobres, o que hay gente que nace de espaldas, porque una maldita –segunda- catarata empañó el cristalino del ojo bueno del abuelo. Y amigos, ahora no había perras en la caja de ahorros que pudieran darle arreglo rápido a la vista, así que volvió a reiniciar la tourné de médicos, pruebas, salas de espera y demás zarandajas, con el bajón anímico de saber que aquello iba para largo.
Mas, oh sorpresa, que resulta que durante todo este tiempo su nombre no había dejado de subir en la primera lista de espera del quirófano –del primer ojo, eso sí-, y por fin, casi diez meses después de su inclusión en aquella lista, casi un récord de celeridad, le avisan, oiga, que tiene usted que venir al hospital para la operación el próximo día 15. Y para allá que se fue el pensionista, con su bolsica de aseo y una muda porque no sabía si le iban a ingresar o no, que esas cosas se ve que no te las contaban por teléfono. Pero hombre prevenido, tuerto o no, vale por dos, y para allá que se fue, y de momento sí que le dieron una cama en una habitación, y le cambiaron de ropa y le prepararon para tirarle de bisturí y fue en ese momento, al presentarse el cirujano, cuando se descubrió el pastel. Porque el abuelo creía que iban a operarle el segundo ojo, mientras que el cirujano decía que no, que era el otro. Y el debate se enzarza entre si el que es operable es el derecho o el izquierdo, estando uno bien y otro mal, y teniéndolo bien claro el paciente y no mucho el doctor, este último concluye en que no opera porque la realidad diverge de sus informes, y en estos casos, prima lo puesto en negro sobre blanco que lo que diga un paciente sexagenario.
Y la cosa se complica, porque el señor mayor dice que, por sus cojones, y después de diez meses de espera, se le opera allí y ahora del ojo malo, y los papeles se los puede meter el médico donde le quepa, que si esos informes no valen, vaya a buscar los del otro ojo catarático, que también estarán en su historial, y que de allí no lo saca ni dios. La cosa se pone difícil, jodida, pero, ya sea por buena voluntad, por no armar más escándalo, o porque no era tan inviable la cosa, al final se llega a un acuerdo y se aplaza a la tarde la intervención. Y después del telediario de las tres, el ojo fue operado y adiós catarata.
Y la historia, real, concluye aquí, sin otro epílogo que el que, desde entonces, los descendientes de este señor que han tenido la desgracia de ir a quirófano han sufrido extrañas confusiones de lateralidad, previas a la intervención, donde, en los papeles del médico, siempre aparece como operable el lado que no es, o sea, el bueno, ocasionando múltiples trastornos, confusiones y embrollos varios. Una maldición hemicuérpica que acojona lo suyo.

http://www.youtube.com/watch?v=L-ql9C_itQw&feature=youtube_gdata_player

El Pueblo de Albacete, 24 de septiembre de 2012

3 comentarios:

  1. Señor Juan, esta historia me recuerda a la mia. Yo entre para operarme la cadera derecha( como bien sabe usted), y me operaron de la izquierda. Todos los papeles los tenía firmados para la prótesis en la pierna derecha, pero como soy zurdo de pierna en el quirofano dije que la izquierda, y me operaron la izquierda, y despues firmé los papeles. A los dos días de la operación.
    Un saludo

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