martes, 27 de julio de 2010

Dresden, más allá del Magia Borrás

Acabo de terminar de leer la tercera entrega de la saga de Harry Dresden La tumba. Esto quiere decir que tengo que comprarme pronto el cuarto El caballero y que La Factoría vuelve a quedarse con 20 eurillos de mi bolsillo que no acaban de merecerse, pero de esto hablaré al final.
Lo primero es presentar al personaje para el que no lo conozca. Harry Dresden es un mago con ínfulas de detective bogartiano, algo así como si la vida hubiera tratado mal a Harry Potter (el parecido no es casual) y el muchacho hubiera acabado emulando a Sam Spade. Como tal, las historias suelen comenzar con la presentación de un caso, siguiendo los cánones de Chandler, Spillane y demás, que se va complicando, y en donde se entremezclan muchos secundarios, a los cuales iremos viendo en sucesivas entregas -por algo es una serie-, hasta el desenlace explosivo, de esos que me gustan a mí, con algún personaje muerto y todo.
Como mandan los cánones, y aquí mandan mucho, Dresden es deslenguado, cínico, divertido, un tanto antihéroe y el narrador de la historia. Novela policiaca de toda la vida, pues, que no acaba de tomarse a si misma en serio, y donde los mafiosos, las drogas, mujeres fatales, secuestros y demás delitos que pueblan las historias hard boiled son aquí protagonizados o sustituidos, en este caso, por la magia, los demonios, fantasmas, y por supuesto, vampiros y hombres-lobo... Lo que se llama ahora fantasía urbana, vamos, categoría en auge gracias, por ejemplo, a esta serie, a los Crepúsculos, a Anita Blake, cazavampiros o la mía del inspector Serrano,  ya puestos.
Estamos ante una serie de novelas entretenidas, con sentido del humor -insisto porque es su toque distintivo-, buenas trazas de género negro, personajes bien dibujados -la mayoría- y un concepto de la magia cercano y más sencillo que el de cualquier juego de rol con dragones de por medio.
La magia es la gran baza de Dresden. El protagonista es un mago, por lo que no pega tiros, ni da palizas, más bien las recibe todo el rato, y usa hechizos, conjuros y talismanes para llegar hasta el fondo del asunto. Como decía antes, se trata de una forma de magia que ya hemos visto en el Potter, muy del palo de los juegos de rol de World of Darkness (Vampiro, Hombre-Lobo...) de los que se ve que Butcher ha jugado y mucho. Para el que no sea rolero, eso del Consejo Blanco y demás le sonará a Sabrina, Cosas de Brujas, En esto del mundo sobrenatural también se nota la influencia de Clive Barker. A fin de cuentas, Barker es quien mejor ha interrelacionado la magia, los demonios y los mundos fantásticos con la realidad urbana. Y si no pregúntele al tipo ese que le hacía las fotocopias a Alan Moore.
En los EEUU la serie goza de gran popularidad, como demuestra la profusión de ediciones, y las adaptaciones a tebeo y TV, que por desgracia han pasado con más pena que gloria. En concreto, The Dresden Files, la serie de televisión, se canceló tras una irregular primera temporada que aquí llegó a emitir la sexta, cuatro o una de esas. A mí, personalmente, que la vi antes de leer nada, me gustó, si bien tras comparar los personajes que ahí aparecían con los de los libros me di cuenta de que no habían respetado una mierda, y eso los fans no lo perdonan. Y sin el respaldo de los fans, quién va a querer ver esto pudiendo ver follar a los vampiros de True Blood o las curvas de Christina Hendricks en Mad Men. La cosa parecía un remedo de Buffy, o aún peor, de Angel.
Intuyo que Jim Butcher (el tipo tiene pinta de venirse al Aqua una tarde de estas) escribe mejor de lo que se le traduce, pero como por el momento no voy a ponerme a leer en inglés, aunque no lo descarto si mi ritmo de lectura sobrepasa al de las publicaciones, y tiene pinta, teniendo en cuenta que La Factoría acaba de reeditar el primero de la saga, un poquico más pequeño y dos euros más barato. Recular en lugar de avanzar, se llama esto en mi barrio. El caso es que el tercer libro de la saga contiene erratas fácilmente subsanables sólo achacables al responsable de supervisar el texto, que no lo hizo.

Aquí iba a poner una foto del autor, pero quedaba mejor la Christina.
Por ejemplo: si a estas alturas no sabemos cambiar las comillas anglosajonas de los diálogos por los guiones largos que se estilan en los países de habla hispana, mal vamos. Sólo este pequeño descuido complica la lectura de tal manera que no sabes quién o cuando hablan los personajes. Luego están los errores en los tiempos verbales, fallos ortográficos varios... Vamos, lo que se llama el síndrome del traductor de best-seller, que para quien no lo sepa, es un mal que afecta a muchos de esos libros de centro comercial, cuyos editores piensan que para un libro de mierda de 9 euros para cuatro frikis no van a calentarse los cascos con las traducciones y las correcciones. Como muestra de esto no tienen más que coger cualquier libro de bolsillo de Stephen King de los 80.
El problema es que la saga de Harry Dresden no es un best-seller del Carrefour, o al menos sus libros no cuestan igual que éstos, por los que se les supone algo más de cuidado, sobre todo si La Factoría tiene intención de crear un poso de aficionados al mago. Dresden no es Geralt de Rivia, vale, pero Bibliopolis sí ha cuidado esto (al menos hasta el último tomo).
A pesar de todo, insisto, repetiré.

Jim Butcher. Si le ponen una Mahou en la mano parece primo hermano del señor Aroca y mío.

5 comentarios:

  1. Por cierto, como lacoctelera ha decidido unilateralmente cargarse mi header (el dibujico del título) y la imagen de anillo del Phantom, y no hay manera de volver a ponerlo, pues he decidido cambiar el aspecto del blog. Háganme saber si les gusta...

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  2. ¿De verdad que no hay ningún parentesco? No sólo por las trazas sino por lo que escribe. Y estoy hablando de Jim Butcher, no de Christina Hendricks...

    El aspecto del Blog, bien, más limpito, lo único que no entiendo es la foto del perrillo ese...

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  3. El perro viene con la plantilla y no hay dios que pueda quitarlo. Lo conservaré mientras encuentro otra mejor. De momento, podemos decir que el perro está husmeando el rastro de un cádaver, por aquello de darle un toque policiaco...

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  4. ¿Seguro que no es el señor Aroca? El cambio de aspecto bien, todo mas recogido y curioso. Digo lo mismo de la foto del perrillo...

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  5. A la mierda el perro y a la mierda las plantillas de lacoctelera. Volvemos a la original...

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