sábado, 25 de septiembre de 2010

Una carta que nunca envié (Sesenta mil satanases, 30)

Hola, X:

No sé por qué te estoy escribiendo esto. Quizás es que necesito desahogarme y te ha tocado a ti soportarme la chapa. Es posible que lo que teclee a continuación te lo diga personalmente cuando nos veamos, así que permíteme que esta carta sea un principio de discurso:
Estoy hasta las narices de las paellas, y aún más, de los Expertos en Paellas de Albacete. Yo nunca me las he dado de listo, ni de Arguiñano, ni siquiera de valenciano, a pesar de haber vivido allí un tiempo, o de tener familia en Puerto de Sagunto. A mí, todo ese rollo místico a la hora de hacer una paella que se llevan estos me parece absurdo y ridículo. Puedo entender que cada uno tenga su receta, su forma de hacer las cosas, pero todo este montaje que se han autoinventado los que ya sabemos no me gusta, me da asco.
Insisto, no soy cocinero, ni gourmet, ni gilipollas. Sé guisar desde hace años, he cocinado platos más complejos y elaborados que una paella, pero eso no me hace especial, aunque hay quien piense que sí y eso es patético. Esgrimir lo de Experto en Paellas, como hacen otros, como si se tratase de un título nobiliario o un Master me repugna, y no hay más que darse una vuelta por ahí para ver que ni las paellas son un manjar tan exquisito, ni hay una Receta Única.
No quiero entrar más en este juego enfermizo de quién sabe más de paellas, aunque creo que eso será inevitable. No quiero más críticas “constructivas” por parte de estos majaderos, que ignoran el esfuerzo y la dedicación que uno, en su buena fe, ha puesto en una paella, porque en su infinita sabiduría creen que te falta sal, te sobran judías o está mejor con arroz de Calasparra. Me parece fantástico que cada cual dé su opinión en la forma que crea más conveniente, pero que no cuenten conmigo ni en mi casa. Podemos echar unos callos con garbanzos, o asar un pollo, incluso -fíjate qué ironía- una fideuá, pero nada de paellas.
Lo que viene a continuación quizás te haga gracia, a mí no.
Voy a dejar de hacer paellas. No creo que te sorprenda saberlo, no creo que se sorprenda nadie. Disfruto entre fogones, y hasta hace poco entraba a la cocina rebosante de energía, dispuesto a llevar la paella a lo más alto. Ahora ya no. La verdad es que no he hecho una desde hace un año, pero ¿para qué? No es que dejarlo me alegre, pero sí me libera un poco, te hacer ver las cosas de otra manera.
Y no soy el único. El tiempo se está encargando de darme la razón, nadie quiere juntarse con los expertos paelleros para comer. No disfruto con ello, y no quiero repetirles lo de “ya os lo dije”. La verdad, me molesta porque me gusta la paella, y más en domingo, pero prefiero cocinar y comer otra cosa que perder un amigo.
Una paella es algo hecho por y para la familia, para los amigos, no para la sociedad, el pueblo o la posteridad. Aspirar a la posteridad por una paella es patético e irreal. Los que están ahí, los que de verdad saben de esto, no van a dejarse arrebatar el puesto que tantos años les ha costado ganar, y algunos de ellos, en justicia, hasta merecen.
Por mi parte, no creo que vuelva a hacer una paella. Ya no lo necesito.

P.D.: Por mucho que se empeñen, y me destierren por ello, insisto además en que unos gazpachos manchegos están infinitamente mejor que cualquier maldita paella.


El Pueblo de Albacete, 26 de septiembre de 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Reto Fanzine 2023

 Bueno, pues parecía que no pero al final sí, así que... Queda convocada la 19 edición de nuestro Reto Fanzine para el VIERNES 29 de diciemb...